viernes, 30 de abril de 2010

el buen camino

El camino de Santiago es un viaje que mucha gente hace por muchas y diversas razones. Ya puede ser de forma religiosa, como de forma lúdica, en grupo o únicamente acompañado por uno mismo, todos se dirigen hacia un mismo punto y, mas o menos, en unas mismas condiciones. Todos son diferentes, pero tienen una misma meta. Todos son iguales, pero aun así solo comparten el camino. La ciudad les espera en el mismo lugar desde que partieron el primer día, y con tan solo unas botas, una mochila a la espalda, y un bastón en el que apoyarse en las cuestas mas difíciles, los caminantes andan sin mas descanso que el necesario, hasta encontrarse con ella.
Pero pese a la dureza del camino, la ciudad que se encuentran a su llegada, después del cansancio acumulado y las sensaciones vividas en los días pasados, es completamente diferente a la que habían visto en otros momentos. Alguien dijo una vez, “la ciudad de Santiago solo se deja ver al que ha caminado para ello, ya que su belleza se encuentra tan a la vista de todos, que únicamente los que están cansados y deseosos de verla son los únicos capaces de fijarse en ella nada mas llegar.”
Durante los días de camino hacia la catedral, los peregrinos andan, se cansan, y en ocasiones, se desesperan para encontrar cobijo donde pasar la noche. Eso es una realidad que viene implícita a “camino de Santiago” pero también es cierto que en el mismo camino, la gente vive lo que realmente es el significado de felicidad inmaterialista y descanso espiritual. Y aun habiendo caminado muchos kilómetros, y habiendo dormido mas bien poco, (ya sea por dormir en el suelo o por tener que despertarse temprano) los peregrinos terminan su viaje descansados y con las ganas de continuar andando durante varios días mas, “nuestros pies están cansados de caminar, y aun así, desearía volver a andar todo lo andado para poder continuar con esta experiencia irremplazable.”
El sentimiento de felicidad con únicamente lo necesario, y la amistad que te une al resto de caminantes, tan distintos pero tan parecidos, te hace ver lo que realmente importa en este mundo, y te hace envidiar a aquellos que solo se preocupan en vivir y ver el suelo ante ellos.
El camino hace que estés en otro mundo aparte, lejos de la vida que nos rodea. Un mundo en el que lo único que tienes que hacer es andar, y del resto, ya se preocupará el futuro y el buen camino.