Al principio no me caía todo lo bien que debería, no voy a negarlo. Nos conocimos por pura casualidad, teníamos amigos comunes, pero lo que fue el primer día, bueno, digamos que el primer día no fue el mejor de todos.
La evitaba, era alguien con quien no quería pasar más de lo
necesario pero, como ya he dicho, teníamos las mismas amistades y eso solo
podía significar que era cuestión de tiempo volverse a encontrar.
Fue en carnavales, o tal vez en Halloween, de eso no estoy
muy seguro, pero si se que fue en casa de una amiga cuando nos volvimos a ver
cara a cara. Estábamos allí todos los amigos pasando la tarde, a algunos los
conocía muy bien desde hacía ya mucho, y a otros, simplemente me los habían
presentado en los últimos meses.
No me acuerdo gran cosa de ese día pero si de que fue en ese
momento cuando empezamos a llevarnos bien, simplemente empezamos a hablar
separados del resto, a conocernos mejor, a ver que teníamos cosas en común y
cosas que no. Después de ese día tuve que retractarme de mi opinión inicial
sobre ella.
Tras esto el grupo de amigos fuimos avanzando empezándonos a
conocer y a tener más confianza unos con otros. Empezamos todos a quedar en un
sitio determinado a unas horas determinadas, (el café Q té de al lado de la plaza) jugábamos a las
cartas en los sillones ya inexistentes y pasábamos la tarde resguardados del
frio de esa ciudad en la que precisamente no es escaso.
Pasábamos las tardes todos juntos aunque en ocasiones
acabábamos ella y yo, y a veces alguna persona más, jugando mientras el resto
del grupo iba de botellón a otro lugar.
A la hora de irse cada uno para su casa era yo quien la
acompañaba hasta el lugar donde la venían a recoger sus padres, y ella, en
alguna ocasión, me acompañaba a la piscina donde tenía entrenamientos todas las
tardes.
Era una chica rara en el mejor sentido de la palabra
pero, ¿Acaso ser normal es bueno hoy en
día? Las conversaciones variaban desde el último capítulo de “Lost” hasta
discusiones sanas y tomaduras de pelo sobre religión, colegios privados,
Greenpeace, caballos, “The Glass”, esa boina que tanto me gustaba y que no me
podía poner en su presencia… todo terminaba en conversaciones por mensajes de
móvil a raras horas de la noche.
Sus padres creían que era otra persona, los míos directamente
no la conocían.
Pero el tiempo volvió a pasar y la relación de amistad
extrañamente se empezó a desvanecer. Todo empezó a verse como recuerdos
pasados. La confianza que teníamos fue reduciéndose, yo extrañamente ya no
sabía cómo comportarme delante de ella sintiéndome como un idiota siempre que
quedábamos, ella, como es lógico, simplemente me empezó a hacer cada vez menos
caso.
Yo me fui de la ciudad para estudiar en zona de costa, ella
se quedó en el interior y, si habíamos empezado a llevarnos cada vez menos, la
cosa empeoró con la distancia.
Hoy es su cumpleaños y con kilómetros de separación no se me
ha ocurrido otro regalo mejor que estas palabras, un escrito dedicado
especialmente a ella, no es un escrito sobre algo bueno o sobre algo malo,
simplemente un recuerdo del pasado y, por desgracia, una anotación del
presente.
Feliz cumple, y nos vemos a la vuelta.