Ante sí había dos libros en un
estante de la trastienda de aquella vieja librería abandonada ya hacía años.
Los dos únicos ejemplares que
quedaban en aquel oscuro lugar antaño iluminado por las bombillas ahora
desaparecidas.
La ultima balda que quedaba en
pie, ya carcomida pero que aun soportaba el peso de esos dos tomos, estaba
recubierta de una capa de polvo que agraviaba el aspecto a viejo de aquel
lugar.
El parpadeo de la lámpara de
aceite mostraba aquella imagen como mero espectador que lo que menos quiere es
molestar.
Alumbraba dos cantos bien
encuadernados pero muy distintos.
Uno de ellos, el más echado hacia
la derecha, mantenía intacto su exterior. Una cobertura de tapas duras azules
que guardaban entre si no más de trescientas páginas. Marcada con unas letras negras
se encontraba el titulo “El sentido de
la vida” perfectamente legible.
El segundo era unas cien páginas
mayor y parecía llevar muchos años más que su compañero de balda debido a su
desastroso estado de tapas de cuero marrón, sin ninguna pista del tema que albergaría
en su interior.
Sabía perfectamente cuál era su situación
en aquel momento, solo podría esconder un libro entre sus ropas para poder
salir de allí sin que le descubrieran, el otro, por razones de supervivencia,
seria quemado para dar calor cuando el sol hubiera desaparecido para dar paso a
la luna.
Durmieron resguardados del frío y
la oscuridad de aquella noche sin vida alumbrada por el fuego del contenedor.
Lo habían perdido todo, pero bajo
su jersey sabia que algo no formaba parte de aquellas llamas.
Fotografía de Aliclegg en https://www.flickr.com/photos/alialva/8449163222/