Le dio un verso y un te quiero.
Cargados de esperanza y sentimientos.
De una vida entre sus brazos,
una sábana arrugada,
una sonrisa petrificada en la boca del estómago.
No le prometió amor eterno,
sino amor presente y el proyecto de una vida aun por
escribir,
por edificar piedra a piedra entre los dos.
Respiró cada momento,
cada decima de segundo en que los poros de su cuerpo se fundían
con los de ella.
Le quito el aliento,
cada mirada se la guardó en una esquinita de sus
pensamientos para recurrir a ella cuando quisiera.
La sonrisa la disfrutó dejándola en libertad,
dejando que desapareciera,
un ser tan precioso nunca debería estar guardado.
Sin quererlo le regaló todos los versos jamás escritos y los
te quieros más sinceros,
momentos de felicidad irracional,
recuerdos que duraban para siempre.
Caricias salidas de cuentos de hadas para mayores.
Poemas de un afortunado que siempre se preguntó,
por qué él.