martes, 30 de junio de 2015

5 años


Dicen que los buenos amigos se pueden contar con los dedos de una mano, si eso es cierto yo tengo la suerte de tener muchos dedos para contar.

Si algo bueno puede haber tenido una universidad en la que abunda el mamoneo es el hecho de haber podido conocer a este tipo de personas, amigos con los que se que podre contar en cualquier momento, con los que he vivido nada menos que cinco años de experiencias tanto buenas como malas.

Desde la residencia hasta el piso, desde el propio trabajo duro y las largas noches sin dormir a noches de cenas disfrutando de una buena compañía.

Nos hemos convertido en una pequeña gran familia con la que compartir las 24 horas del día a día.


Un “cañas time” que surge de la necesidad del desahogo de tanta arquitectura, noches de cerveceo, de “sin hielos”, de pura despreocupación.

Una persona que por muy antisocial que diga que es, siempre será mi compañera de clase que me ofreció la primera tarde de cañas, amante de animales con nombres que nunca pretenderé decir bien,  un pelo que se “enrubiece” cuando le viene en gana, alguien que pasó de ser la que se sentaba a mi lado a un familiar mas. Un ser de Narnia amante del buen vino, alguien que me aceptó en el pequeño círculo de cañas como a uno más, una amiga que extrañamente siempre sonríe por más reina del drama que la adjudiquen, una persona que nunca falla, una pareja que nunca falla, unas reposteras magnificas que contaban contigo a la hora de probar unas tartas llegadas en muy buenos momentos.

Una chica que para mí siempre tendrá el pelo corto,  conocida desde casi el principio y con la que conecté desde el primer momento, alguien en quien, sin saber por qué,  confío más que en la mayoría, y eso que la frase de “la confianza da asco” tiene toda la razón y aquí se vuelve palpable, si te tiene que decir algo te lo dice a la cara. Gallega por más que lo niegue.

Y el último miembro pero no el menos importante, compañero de residencia aunque dentro de ella yo no me haga ver mucho, un buen amigo fuera de ella, conocedor de la buena música, alguien al que agradecer el esfuerzo por adaptarme en un lugar en el que ni siquiera me molesté a ello.


Muchos dedos tiene esta mano, mas de los merecidos todo hay que decirlo, un buen motivo para sonreír y no preguntarse la razón de ello.

Un grupo que me aceptó el segundo año de carrera y que ha seguido hasta ahora, una segunda familia con la que me hubiera gustado compartir más de lo compartido pero de la que puedo decir orgulloso que soy miembro. Chistes malos, y críticos de profesores profesionales. EQUIPOOOOO.

Un personaje que siempre he envidiado por su magnífica barba, piragüista al que espero en algún momento ver en acción, si pudiera elegir a alguien con quien tomarme una cerveza seria este hombre, un hermano  al que espero seguir conociendo con los años.

Mi compañera del choque de frente, la reina del chiste malo y las voces, que pasen muchos años y sigamos dándonos copones sin medir la fuerza seguidos por una sonrisa y un “Te debo una”, por cierto, no sé de donde salió esto.

Un Zamorano en toda regla, toca pelotas de profesión a falta de mi hermano mayor, rockero, buen arquitecto y mejor anfitrión en su ciudad natal. Alguien del que no puedo hablar sin evitar mencionar a su novia y también muy buena amiga, loca, pelirroja, e IDENNNNTICA A SU MADRE. Dos personas de las que no puedo decir nada malo, siempre han estado ahí y no dudo que siempre estarán.

Un gran dibujante, jippi y muy buen amigo, una bellísima persona aunque le guste el urbanismo, amante de lo esotérico, la fotografía y el arte en general.

Una amiga que me ha apoyado en los malos momentos, uno de mis pocos confidentes a la que no he podido evitar disgustar en más de una ocasión, muy buena amiga que siempre ha contado conmigo aunque a veces no lo mereciera, friki de las estructuras pero, salvo eso, sin ningún otro defecto. Alguien que siempre ha tenido la puerta de su casa abierta por si lo necesitaba.

Un grupo unido y compacto que dudo que en algún momento pueda romperse, solo siento no haber podido pasar más tiempo con él.


Un cine Rialta, transformado en cine Rubine, muestra de que el primer año, el mejor de mi vida, existió. Unas personas con las que me hubiera gustado compartir más de lo que lo hice.

Mis titos que en breves se me escapan de las manos, una de las mejores parejas que he conocido, presentes en los recuerdos de las mejores noches. No cambiéis.

Un gran escritor y mejor amigo que se tiene que dejar ver más, tío, hay que volver a salir a correr.

Una cantante que llegará lejos de la que guardo buenos momentos de guitarreo, Rocke aun me acompaña en la habitación.


Y no puedo terminar este escrito sin mencionar a mis dos pulgares de la mano, mis dos hermanos, con quien he compartido y sigo compartiendo todo momento de mi vida, mis chafulleiros, qué decir más que todo, quedaría corto intentando describir nada.



La carrera es un dolor de muelas, los peores momentos de mi vida los he podido pasar gustosamente en esta ciudad entre las paredes de una escuela de la que no deseo otra cosa más que salir y escapar. Los años pasan y poco a poco te vas dando cuenta de todo lo bueno. Pese a todas mis rarezas y bajones me siento una persona con una suerte que pocas personas tienen. No sé en un futuro cuántos de los aquí descritos seguirán formando parte de mi vida y cuantos no, pero puedo decir que no son solo compañeros de vivencias, son amigos, muy buenos amigos.

miércoles, 24 de junio de 2015

Vuela

Un, dos, tres y salto al vacío, sin pensárselo dos veces, brazos abiertos, piernas estiradas y caída libre, son solo unos segundos pero estos te llenan de vida como no lo ha hecho nada antes.

Gritas, gritas con todas tus fuerzas mientras ves cómo el suelo se acerca y entonces, la cuerda te agarra y tu cuerpo hace una parábola como si de un columpio gigante se tratara.

Debajo de ti, 50 m de altura, encima una cuerda que te sostiene, el único elemento que te relaciona al mundo físico, el momento más cercano a la libertad plena que jamás has experimentado.

Fuera miedos, fuera preocupaciones, fuera responsabilidades, no hay nada que meditar, todo se ha ido con ese grito mientras caías al vacío, todo sale volando, nada importa.

miércoles, 3 de junio de 2015

"Sin contrato"


Hagamos un experimento, escribamos con un tiempo limitado, exactamente el tiempo que dura una canción, auriculares puestos, música a tope y a sentir las palabras.

Empecemos con algo fácil, una canción determinada, mi canción favorita, “Sin contrato” de Transfer.


Me cuesta decir con palabras lo mucho que significa para mí esta canción, los ritmos, la letra, esa voz tan característica del cantante.

Me lleva al pasado en el acto, a largas tardes en mi tierra natal, Salamanca, a salidas del colegio deseando ver a mis amigos, a ir por la calle cantando y gritando como locos, a no tener ninguna preocupación, a pasar frio así porque si.

Me lleva a la primera vez que su letra tuvo un significado para mí, pero no la ultima, me lleva a la llave que me abrió la entrada a la música, a bandas determinadas. A un grupo de amigos que se ha ido disolviendo con el tiempo.

Es síntoma de felicidad y de apatía, recuerdos buenos y malos, personas importantes en mi vida que ya no están, personas que siguen a mi lado pese a todo, personas que simplemente desaparecieron, finales que hubiera preferido que fueran de otra forma.

Me lleva a visualizar los campamentos, mi primer beso,  los que siguieron.

Esta canción ante todo me anima y me entristece a la vez, forma parte de mí, me conozco cada estrofa, cada palabra, cada golpe de bombo.

Una letra perfecta para este momento de mi vida y a su vez de añoranza.

lunes, 1 de junio de 2015

Un café

Y entonces, cuando todo parecía perdido, llegó ella.

Ya la conocía de antes, se saludaban en los pasillos siempre que se cruzaban, pero nunca habían llegado a una conversación de más de tres o cuatro palabras.

Él se atrevió a invitarla a tomar un café sin ánimos de que fuera a aceptar, él nunca fue de tener mucha seguridad en sí mismo, pero para su sorpresa y suerte, ella asintió con una sonrisa que le quedó grabada en la mente.

Los nervios de la primera “cita” siempre son inaguantables, como si de algo malo se tratara aunque no podía ser más contrario.

Quedaron, tomaron un café y se limitaron a hablar durante horas, se contaron prácticamente todo, extraños de haberse conocido ya hacía años y de no saber nada el uno del otro. Se limitaron a hablar sin pelos en la lengua, sin ninguna desconfianza, como si fueran amigos de toda la vida. Los nervios se desvanecieron al momento de encontrarse y el tiempo trascurrió tan rápido que supo a poco. Él pago la cuenta y ella aseguró que la siguiente le tocaba confirmando que habría un segundo encuentro.

Y así hizo, no pasaron más de tres días antes de que volvieran a juntarse, misma cafetería misma hora, mismos nervios del principio, siguieron hablando y hablando ellos solos, se contaron cómo sus amigos les habían preguntado por la tarde pasada, amigos que tenían en común, compañeros de piso, se rieron vergonzosos de todo aquello, jugaron a las cartas, terminaron el café y fueron a dar un paseo.

Esa noche se despidieron no sin antes ella le diera un beso que le reavivó todos los sentidos.

Él,  cual idiota, no paró de sonreír, se dio cuenta de que el pasado no importaba, que solo lo hacia el presente,  la vida le volvió a dar la cara como nunca lo había hecho antes.

Día a día siguieron viéndose, él la recogía de casa para ir a clase juntos y se volvían a juntar para volver, hablaban todas las noches antes de acostarse y poco a poco, ese café pasó a transformarse el algo más importante.

Ella pasó a ser como un sueño hecho realidad, alguien en quien confiar cualquier cosa, él volvió a ser él mismo. La vida seguía avanzando.