domingo, 28 de septiembre de 2014

Wanted


El cartel de se busca se encontraba clavado en la puerta de todos los establecimientos de aquella desolada ciudad. Mostraba aquello por lo que todos sus habitantes se escondían en sus casas.

¿Mostrar? Bueno, esa puede que no sea la palabra adecuada ya que en el cartel, de papel ya amarillento por el tiempo, únicamente ponía: “Se busca, muerto y enterrado, al bandolero Tabú por crímenes que no logramos a recordar” (Y en la esquina derecha de abajo se remarcaba)  “No queremos saber nada del tema”.

Nadie se atrevía a decir nada de aquel llamado bandolero Tabú y su gran banda de jinetes de los que solo se sabían sus nombres. Se encontraban pistoleros como Sexo, del que se sabía tan poco como su jefe puesto que todos tenían miedo a hablar de él, a más desconocido más peligroso parecía ser.  Evolución y Religión, tan unidos e incomprendidos como los que más, aparentemente siempre discutiendo pero hermanos de la misma madre. Muerte, temido como ningún otro y a quien sin embargo nadie había visto la cara y había vivido para contarlo.

Muchos otros hombres al servicio de Tabú causaban el terror entre los habitantes del lugar, quienes, sin razón aparente, los convertían en hombres peligrosos debido al  poco conocimiento que había sobre ellos, los convertían en puros desconocidos, en hombres a los que temer por delitos solo cometidos por la ignorancia.

La ciudad a sus pies parecía completamente abandonada, volvió a mirar al cartel que acababa de arrancar de una puerta cerrada a cal y canto y arreó su caballo para que siguiera adelante.

Era increíble el daño que el miedo a hablar y el no saber podían hacer sobre aquellas personas víctimas y culpables de sus propias desgracias, sin valor siquiera a salir de sus casas y mirar a la cara a la realidad, esclavas de sus propios prejuicios.

Tabú no miro atrás, siguió hasta su campamento a las afueras para avisar a sus compañeros, tenían que proseguir con su camino.

En aquel pueblo, tampoco les querían.

sábado, 20 de septiembre de 2014

La biblioteca


Los recuerdos son difíciles de controlar, los tienes almacenados en una inmensa biblioteca, todo catalogado por fecha de tal forma que lo más viejo, se pierde entre las estanterías a la espera de volver a ser encontrado antes de convertirse en polvo.

Recuerdo una frase, “Si de algo me arrepiento en esta vida es de no haber conocido a mi abuelo” Una frase que por suerte yo no podre decir ya que yo, si conocí al mío.

Acabo de leer un libro que  ha hecho acordarme de nuevo de estas palabras que hace tiempo que no oía. Este libro habla de una chica a la que una amiga encarga que visite a su abuelo por un tiempo indefinido en lo que ella está de viaje.

Un anciano tan común como cualquier otro te cuenta la historia de su vida dándote a conocer todos los vuelcos que esta  le ha dado, sus amistades ahora desaparecidas, sus familiares, la historia de nada menos que dos guerras, la civil y la mundial, todos sus sueños logrados o no, y cómo, de forma sorprendente, se había convertido en el hombre que era ahora, siempre en el sofá cuidado por una chica y con todos esos años encima esperando ya lo único que le queda por vivir.

El simple anciano al que aspiramos todos llegar a ser algún día, con toda una historia por detrás tan perra como ninguna que nadie espera tener, pero que a su vez nadie elige.

Elegimos nuestros actos, elegimos nuestros deseos y nuestros sueños, nuestras intenciones de futuro.

Pero la vida es la vida, y aunque un destino pleno como tal no aceptemos, un libro ya escrito del que no podemos borrar sus palabras, si hay que reconocer que no todo depende de nosotros, que existe algo parecido al destino cabrón que nos cambia las intenciones, para bien o para mal, eso da lo mismo, lo importante es saber asumirlo y vivir con ello.

Todos acabaremos siendo ancianos si dicho “destino” nos lo permite, todos acabaremos en ese sofá viendo pasar el tiempo con toda una vida a nuestras espaldas, los que tengan suerte serán abuelos y podrán compartir dicha biblioteca mental con sus hijos y nietos, porque al fin y al cabo la vida es eso, una historia por contar, una colección de tomos escritos por las intenciones y lo inesperado.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Cuando interesa


¿En qué pensar cuando te das cuenta de que lo único que hace el querer, es daño?

El querer pasa a ser un problema, duele estar con ella, sabes que el amor puede ser correspondido hasta cierto punto, pero también sabes que ese punto no debería existir.

El punto de estar una larga temporada sin verse, el punto de estar hasta en otro país distinto, el punto de estar rodeado de posibles pretendientes las 24 horas del día.

El punto de darse cuenta de que cuando te atas a una persona haces eso, atarte. Es ese mismo momento en el que decides estar con ella y solo ella cuando rechazas otras posibilidades que directamente no necesitas, posibilidades que en la distancia pueden ser atrayentes, pero para nada escusa para echar todo por la borda.

Si quieres a alguien le quieres los 365 días al año, no solo aquellos en los que le necesitas dejándolo de lado en los que no.

Los noviazgos de solo invierno no existen, y si lo hacen no tienen ningún futuro ya que el amor trabaja las 24 horas al día incluyendo festivos, no solo cuando nos interesa que trabaje.

¿Si quieres realmente a alguien eres capaz de hacerle daño de verdad? ¿Eres capaz de esconderle algo durante semanas como si no hubiera pasado nada? ¿Eres capaz de olvidarte de él, de hacer como si no existiera en los momentos que no le necesitas? ¿Eres capaz de odiarle por estar allí cuando no quieres que este? ¿Eres tan falso como para echarle en cara su presencia cuando realmente no haces más que evitarla por estar más cómodo allá donde estés con quien estés? ¿Eres capaz de echar todo por la borda por un momento de libertad?

Muchas relaciones viven estas circunstancias aquí descritas, dos personas, que no dudo el amor que sienten el uno al otro, pero que sin embargo no están preparadas para estar juntas, para comprometerse, para estar con una sola persona el resto de su vida.

Y eso les hace daño. Y se vuelve peor cuando solo es uno de ellos  el que no está preparado.
Largas temporadas son felices, en invierno de hecho imagino que se hará fácil, el trabajo no deja mucho tiempo para la fiesta y el vicio (y todos sabemos que estas dos cosas no se disfrutan tanto cuando se está con pareja) pero eso no importa si la persona con la que estas es la que quieres, no necesitas a nadie más, no necesitas otras experiencias, no necesitas dejarla de lado para pasártelo bien.

¿En qué pensar cuando te das cuenta de que lo único que hace el querer, es daño?

¿Cuándo lo único que te une a ella es el querer aunque eso mismo implique tu autodestrucción?

¿Cuándo sabes que ese mismo amor es solo correspondido a veces?

sábado, 13 de septiembre de 2014

Grave error

Podíamos haber sido perfectos,
pero nos conformamos con las sobras,
la vida es demasiado corta para perdernos,
y nosotros demasiado idiotas.

Éramos esos dos cabezotas,
 que con problemas sin importancia, realmente,
debido a la distancia no a nuestras cosas,
pensábamos en todo lo malo, no en nuestra suerte.

El conocernos no había estado en mente,
por no hablar de acabar enamorados,
un amor que nada más verte
pensé en toda una vida, siempre enlazados.

El tiempo pasa y nosotros humanos,
idiotas ya he dicho, sin hacer ningún esfuerzo,
pasamos del amor y malhumorados,
echamos al traste todo el afecto.

Se convirtió en fracaso algo perfecto,
pero nos conformamos con las sobras,
la vida es demasiado corta para perdernos,

y nosotros demasiado idiotas.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Momentos de locura


Si el amor fuera motivo de perdida yo me agarro a la locura.

Porque en ella sé que puedo resguardarme cuando todo va mal.

No sentir dolor y sonreír ante las situaciones que vengan en adelante.

No echar de menos a nadie y solo preocuparme por mí.

Pegar saltos de alegría con cada cosa.

Dormir tranquilo por las noches.

Si el amor fuera irracional yo lo soy aun más sin sentido alguno.

No hacer caso a los sentimientos extraños y tener una euforia descontrolada.

Chocarme contra las paredes acolchadas de mi cabeza como método de desahogo, sin hacerme daño, cayendo y volviéndome a levantar sin esfuerzo.

Abrazar mi camisa de fuerza como si de mi amada se tratara, alguien que nunca me soltara, que me acompañara en todo momento.

Si el amor fuera motivo de dolor, la locura seria una salvación ante todo pronóstico.

Vivir el día a día como si no hubiera más que presente, el pasado no existiera y el futuro no fuera más que una palabra inventada.

Me darían pastillas para olvidar y para no sentir, no necesitaría entretenimiento continuo para no pensar.

Si el amor no fuera un bien tan preciado no costaría tanto perderlo, y la locura, no sería tan deseada en esos momentos.

jueves, 11 de septiembre de 2014

A veces


     A veces las mejores historias se escriben en los peores momentos.

En los deseos de que algo cambie, en la fuerza de voluntad, en los sueños calmados que te separan de esa realidad muy distinta.

A veces las historias de paz se crean durante la guerra, en la visión de una paloma blanca símbolo de tregua y fin del horror.

A veces las historias de amor se escriben en el desamor, en el deseo de que algo hubiera sido distinto, que el camino recorrido hubiera sido otro. En esas canciones que te invitan a llorar.

A veces las mejores historias se escriben en la realidad, como visión de que todo puede cambiar, que la esperanza es lo último que se pierde.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Ausencia


      Asumir que ya no está, que no forma parte de tu vida. 

     Como si de una extremidad arrancada del cuerpo se tratara aun la sientes, crees que puedes seguir dependiendo de ella, pero en realidad es todo mental, nada físico.

En el interior vacío, recurres a ella y te das cuenta que no lo haces, ya no forma parte de tu día a día, aunque antes lo fue todo.

No te haces a la idea de la situación, te olvidas y cuando vuelves, la realidad te da en portazo en toda la cara haciéndote ver que ya no está.

Te sientes solo, por muy acompañado que estés en tu interior te sientes solo y no quieres sentir otra cosa, tienes miedo a volver a ser feliz y ya no haya marcha atrás.

Ausencia de algo bueno, maravilloso, que dejamos que se tornara en otra cosa, no asumes lo ocurrido y solo piensas en lo bien que estabas antes y lo mal que estas ahora.

Ausencia del corazón y el estomago, que dejan rastros de preocupación y amor por ella.

La vida es un viaje de caminos tomados y te preguntas si en realidad, por muy mal que estuvieran las cosas antes, haber tomado direcciones distintas mereció la pena.


martes, 9 de septiembre de 2014

Echarse a un lado


Quiero volver a verte sonreír. Esa sonrisa que me contagiabas, esa mirada con la que me calentabas en los peores momentos.

Yo no importo si no es así, sobro, no soy nadie.

Te quiero y por ello se que te hago daño estando a mi lado, no quiero irme pero no es momento de ser egoísta, ya no tengo utilidad, hago más mal que bien.

Quiero volver a aquellos momentos de felicidad, pero hay veces que con querer no basta.

Haría cualquier cosa porque volviéramos a ser los mismos, dejar de nuevo de ser extraños a ser uno solo.

Mis sentimientos, los del primer día, mejorados con el tiempo pasado juntos, por desgracia el dolor también se ha multiplicado hasta el extremo de no querer que lo sientas.

Seriamos almas gemelas, pero no siempre uno mantiene lo que tiene. Solo siento acabar así, en tu cabeza como alguien que no soy, alguien muy distinto a aquella persona de la que te enamoraste.

Mi cuerpo dice que lo intente, pero esa ausencia que se muestra en tu rostro me indica que si realmente te quiero, por mucho que quiera estar contigo,  por mucho que me duela y sepa que estoy cometiendo el error más grande de mi vida, te tengo que dejar marchar.

Ya no podre volver a verte sonreír, pero sé que lo acabaras haciendo y que yo, al menos, no seré quien te arrebate esa sonrisa de la cara.


Simplemente es hora de echarse un lado.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Cartas desde la lejanía



Querida Dacota,

Podría habernos separado la distancia que la guerra nos puso de por medio, me llamaron a filas y tuve que acudir, no por la ideología o patriotismo, sino porque si no me alistaba a este juego de poderosos, unos barrotes se pondrían de por medio de todos modos.

Podría habernos separado esos meses sin hablar, esos momentos en los que ni tan siquiera sabias si seguía vivo.

Podría habernos separado esos celos que acudían a mí cada vez que pensaba que pasabas las tardes con otros soldados dando paseos por esa ciudad que tanto añoro.

Podría habernos separado el hecho de no querer sentir en la boca de mi estomago esa añoranza y deseo de estar a tu lado.

El pensar que ahora otros formaban parte de tu vida cuando yo no soy más que unas letras manchando este papel.
El no tener tan siquiera claro si existe un futuro juntos.

Podría habernos separado muchas cosas pero todas ellas no serian más que escusas por miedo a decir que ya no nos queda amor. Por miedo a decir que ya no te quería lo suficiente como para soportar todo eso, por miedo a decir que lo nuestro no merecía la pena.

La pena es que no nos separe ninguna escusa, eso haría más fácil este momento.

La pena es que la guerra no nos haya puesto solo distancia de por medio.

La pena es poder confirmarte que en apenas unas horas ya no seguiré vivo.

Sueño con que volvamos a vernos, pero sé que es mejor que sigas con tu vida, pases página y en algún momento vuelvas a ser feliz.

Siento no haber vuelto como te prometí, pero la vida me tenia destinado otros planes.
Siempre tuyo, no lo dudes nunca.

Un soldado enamorado.