Ante él
se encontraban dos opciones.
No
volver a saber de ella y dejar que el recuerdo generara la añoranza de lo
que fue y la tristeza de lo que pudo
haber sido.
No
volverían a hablar ni a saber más el uno del otro, pero el pasado quedaría intacto y sin manchas.
Por
otro lado podría intentar mantener una
amistad que no existía.
Tratar
de forzar las cosas y participar en algo en lo que ya no formaba parte hasta
que el presente, antiguo futuro desconocido, hiciera que lo que hubo bueno pareciera algo
insulso y sin valor.
La
respuesta estaba clara.
La duda
era si iba a ser capaz de dejarla ir del todo y tenerla solo en el recuerdo.
Salvar
ese pasado sacrificando su presente y su futuro.