martes, 29 de diciembre de 2020

DIEZ (Saturnia Pavonia)

 


La  historia reside en el pasado y como tal, solo conocemos de ella lo que nos cuentan desde un punto de vista determinado, todo puede reescribirse, todo puede inventarse y convertirse en realidad.

Sabiendo esto podemos afirmar que el pasado no es más que una invención, un punto de vista, un recuerdo repleto de incoherencias.

Aceptando esta afirmación. ¿Dónde queda el presente, y por ende los seres humanos?

U.S

-He hecho café. Espero que no te importe. –dijo David al oír entrar de nuevo a su tía en el apartamento. Había pasado una hora desde que le había dejado solo en aquel lugar, una hora en la que le había dado tiempo a pensar detenidamente y recuperarse, aunque fuera un poco, de todo aquel asunto de los universos paralelos y los asesinatos.

-Perfecto sobrino. Javier ya se ha deshecho del coche, y como era de prever, la policía no ha tardado en empezar a buscarme  para preguntarme por tus dos acompañantes. De momento estaremos seguros aquí. –aceptó la taza que le tendía. -¿Cómo te encuentras?

-Dime, ¿Conocías a esos hombres? –la hora que había estado solo le había ayudado a recordar partes de su pasado que no habían tenido importancia hasta ese momento. –el tatuaje del anillo que tenían, hace unos días vi uno igual y supe que lo había visto en algún lado. Hasta que te he visto no me había dado cuenta de dónde. El día que desapareciste de nuestras vidas recuerdo que un hombre apareció en nuestra casa con un tatuaje igual, no recuerdo muy bien lo que pasó, solo sé que mama discutió luego contigo debido a ese hombre. Fue la última vez que supimos de ti.

Bebió un sorbo de café, negro, caliente, sin azúcar. Ella hizo lo mismo, se acababa de quitar el abrigo y se sentó tranquilamente en el suelo en el mismo punto de la última vez.

-No se quienes son si te soy sincera, solo que llevan vigilando a nuestra familia y a gente como nosotros mucho tiempo, son personas peligrosas y a tu madre no le faltaron motivos en ese momento para ponerse como se puso.

David se volvió a sentar en el suelo frente a ella.

-¿A qué te refieres con “gente como nosotros”? ¿Qué querías decir con que me faltaba por saber cuál era mi papel en todo esto?

-Veamos, dijimos que hay infinitos universos paralelos, que estos eran creados por Matronas, situaciones clave que dan la posibilidad de que hubieran o no sucedido. –Le miró fijamente a los ojos en busca de un atisbo de duda de lo que le estaba diciendo. –pues bien, cada universo tiene a sus propios habitantes, que como es de suponer, son los mismos entre universos, salvaguardando los creados por Matronas en las que hay una muerte implicada, ¿Me sigues?

Todas las personas pueden ser generadoras de Matronas y por lo tanto todas las personas, obviando las excepciones ya mencionadas, existen en los distintos universos.

A esa “copia” de ti mismo, si quieres llamarlo así, es lo que nosotros llamamos Homólogos, tu otra versión de ti por así decirlo.

Normalmente estas distintas versiones suelen variar muy poco las unas de las otras, aunque en ocasiones, debido a Matronas que generan traumas en sus creadores, hacen que la personalidad de estos cambie drásticamente.

-¿Me estás diciendo que en este universo, mientras tú y yo estamos hablando, hay otro yo ahí afuera no sabiendo nada de este asunto? –David no lo había pensado hasta ese momento, ese pensamiento le dejó desconcertado. El simple hecho de poder encontrarse consigo mismo si saliera a la calle, no un gemelo idéntico, sino con él mismo en persona, le daba escalofríos.

-Ahí es justo donde quiero llegar, de vez en cuando, en un porcentaje muy pequeño de ocasiones, aparece una Matrona completamente única, y con esto me refiero a que, de todos los infinitos universos, esta Matrona solo ocurre en uno.

 En ese preciso momento, algo que, bajo ningún concepto debería de existir, aparece de la nada generando un universo único. De repente, y de una forma inexplicable, aparece una persona que solo existe en un único universo, una persona que, por lo tanto, no tiene homólogos, simplemente no existe en ningún otro lado y, a decir verdad, ni tan siquiera debería existir en ese.

La posibilidad, como debes suponer, es de una entre infinitos, es literalmente imposible y sin embargo, al hablar de dimensiones tan grandes, ocurre. Simplemente nuestra cabeza no es capaz de entenderlo, pongámoslo de esta manera, si continuamente están ocurriendo infinitos sucesos a la vez, es lógico pensar que la imposibilidad puede volverse posible.

Estas personas sin homólogos es lo que llamamos “No nacidos” y tengo que decirte sobrino, que tú eres uno de ellos, a si que no, no hay nadie como tú allí fuera.

Y aquí es donde la teoría se vuelve aún más complicada.

Como no existe en ningún otro universo y, teóricamente, no debería tan siquiera existir en este, el No nacido no es capaz de generar Matronas haga lo que haga, porque ello supondría que existirían sus homólogos.

Esto hace que si un No nacido tiene descendencia, como la tuvieron tu abuelo y luego tu madre, sus hijos tampoco existirían en ningún otro universo. Un No nacido solo es capaz de engendrar más No nacidos, y esa es una de las razones por las que decidí quedarme soltera, por decisión completamente propia, eso nunca lo dudes sobrino. Una sonrisa apareció mostrando todo el cansancio de aquella mujer que aparentaba ser irrompible.

-¿Me estás diciendo que tanto tú como mi madre también lo sois? –preguntó sin hacer caso al último comentario.

-Al igual que lo fue tu abuelo, si.  Pero esta hipotética libertad de acciones tiene un gran “pero”. Somos un error, no deberíamos de existir y sin embargo lo hacemos, el cosmos no puede hacer nada para remediarlo, pero si controlarlo en cierta forma.

Los no nacidos son capaces de hacer cualquier cosa sin generar nuevos universos, lo que hace que allá donde estemos, nuestras acciones, por pequeñas que sean, no deberían haber existido, lo que hace a su vez, que ese universo paralelo se separe cada vez más de sus homólogos, se diferencie cada vez más de estos.

Veras, los universos paralelos, como ya hemos dicho, son universos que ocupan un mismo espacio al mismo tiempo, pero eso no es del todo cierto ya que en términos existenciales, estos universos se ven separados los unos de los otros cuanto más diferencias tengan entre ellos, de ahí que, los universos unidos por puntos de cruce, son los universos con menos diferencias mientras que, aquellos que han tomados líneas históricas distintas, se han visto separados perdiendo dichas uniones llegando incluso a desaparecer.

Pongamos un ejemplo, supongamos que Hitler hubiera sido un No nacido, en ese caso, la segunda guerra mundial, o la gran guerra patriótica como la llaman en Rusia, solo habría existido en un universo, mientras que en el resto hubieran seguido su propio curso de situaciones.

Debido a esto, todo lo sucedido debido a la segunda guerra y a partir de ella, el desarrollo tecnológico, los odios y rencores, las políticas exteriores, ¡Todo!, sería distinto en el resto de universos, pasando a separarse completamente de aquel único en el que existiera Hitler.

Esto, llevado al infinito, se convertiría en una suerte de cosmos completamente caótica y descontrolada, algo que colapsaría como una montaña de naipes con cada vez más cartas (universos paralelos diferentes) encima.

Esto el Cosmos lo sabe, sabe perfectamente de lo que somos capaces los No nacidos, del poder que tenemos, de la libertad absoluta sin consecuencias.

Si, el Cosmos lo sabe, y por ello nos pone piedras continuamente en la mochila para evitar esas situaciones, nunca un No nacido será capaz de iniciar una guerra porque nunca un No nacido tendrá la importancia vital para poder hacerla, siento decírtelo sobrino pero la suerte existe, y se creó precisamente para tenernos controlados, los No nacidos no destacamos en la vida por mucho esfuerzo que le invirtamos.

David extrañamente sintió un alivio al escuchar esas palabras, ¿Significaba eso que todos los fracasos que había tenido hasta la fecha no habían sido enteramente culpa suya? ¿Que una suerte de “destino” le había estado poniendo trabas continuamente para que no lograra sus objetivos? Todo eso le sonaba a escusa barata pero aun así, cumplía su función de liberarle un poco de aquel peso que había tenido siempre encima.

-Tu madre esto lo sabía, sabía que a lo sumo tú llevarías una vida como la de ella, insustancial, ausente de destacar en algo. Lo sabía, pero se negaba a aceptarlo, de ahí que te presionara tanto a tener éxito, y de ahí que el día que dejaste la carrera tuviera ese efecto en ella. En el fondo sabía lo que iba a pasar.

-Pero, ¿Dónde entran en esta historia los hombres que me atacaron? ¿Quiénes son? ¿Son No nacidos? ¿Qué quieren?

-Ahora llegamos a eso. Muchos no nacidos aceptan el llevar vidas normales, llegan incluso a tener hijos, como pasó con mi padre o tu madre, y pasan de largo por esta vida  sin haber hecho nada más destacable, como si nunca hubieran existido, que es lo que realmente debería haber sucedido.

Otros sin embargo, nos dedicamos a mantener el orden del cosmos si se puede llamar así. Nuestras acciones son únicas por lo que, hagamos lo que hagamos, no generamos nunca Matronas. Si hay que corregir algo, hacerlo desaparecer como si nunca hubiera existido, nosotros pasamos a ser una herramienta muy valiosa.

Ponte por ejemplo que un homólogo, por el motivo que sea, es conocedor de todo esto y sabe de la existencia de un punto de cruce. Esta persona tiene un patio de juegos entero para él solito. Podria hacer lo que quisiera, ponte que quiere matar a alguien, solo tendría que matarlo y cruzar a otro universo para desaparecer.

El conocimiento de los puntos de cruce  da libertad absoluta a una persona para hacer lo que quiera, le permite la posibilidad en todo momento de hacer un borrón y cuenta nueva generando más universos a su paso y volviendo caótico algo que por naturaleza no lo es.

El conocimiento de las Matronas le da libertad de conciencia, ya que lo sucedido crea un universo en el que no.

Que un homólogo sepa de la existencia de universos paralelos, y de, aun mas importante, los puntos de cruce, es algo muy peligroso que debe ser vigilado y controlado.

Ahí entramos nosotros.

Me preguntabas si esas personas son No nacidos, y yo te tengo que decir que son algo peor, son personas normales y corrientes con unos conocimientos que nunca deberían haber tenido.

Me preguntas quienes son o qué quieren y  a eso no puedo responder. Solo sé que de vez en cuando atacan a uno de los nuestros, nos envidian por todo lo que somos capaces de hacer.

Nosotros si matamos no generamos Matronas, por lo que la persona muere sin aparecer una realidad alternativa nueva en la que viviera, simplemente, esa persona de ese universo, muere a manos de alguien que no existe, ese suceso nunca sucedió. Nosotros generamos cambio, ellos se han dado cuenta de que no.

Para ellos el quitar una vida cobra otro sentido, matan a alguien, si, pero a la vez están creando una vida al crear otro mundo en el que esa persona nunca murió. Para ellos sus acciones no tienen importancia ya que siempre estará la posibilidad muy real de que nunca las hubieran hecho. Esto les da la ya mencionada libertad de conciencia para hacer lo que les plazca, pero a su vez, se ven menospreciados al ver que, nada de lo que hagan en la vida, repercute de ninguna forma en el cosmos.

En su momento te pregunté si reconocías este símbolo. –dijo mostrando de nuevo el tatuaje del antebrazo. Es una Saturnia Pavonia, una mariposa nocturna bastante común en Europa.

Es el símbolo de los no nacidos, gracias a él se nos permite atravesar cualquier punto de cruce sin ninguna pega, parece un tatuaje normal pero, al igual que los códigos QR, este tatuaje guarda información que solo los gemelos, los homólogos que guardan los puntos de cruce, son capaces de leer.

Dicen que una mariposa mueve las alas y crea un huracán en el otro lado del mundo, este tatuaje nos recuerda a los No nacidos que nuestros actos, no son solo actos, cada cosa que hacemos tiene el peso de ser única, de transformar y descontrolar el cosmos. El ejemplo de Hitler de antes.

Sin uno de estos no te podían haber dejado atravesar el Yelinas, es como un pasaporte por lo que, o les ha sucedido algo a las gemelas, o alguien enseñó este tatuaje y responde por ti.

De cualquier forma ahora tengo que volver a marcharme a recabar cierta información. –dijo levantándose de nuevo y llevando la taza de café ahora vacía a la cocina. –me llevaré parte de mis cosas ahora, de cualquier manera, si no vuelvo a la noche, deja el resto aquí  y nos vemos en el Yelinas, tienes que volver a tú lugar de origen. Siento que no tengamos más tiempo para hablar, pero estas primeras horas son cruciales si no queremos tener a la policía encima antes de irnos.

Ambos se abrazaron.

-Ten cuidado, para cualquier cosa Javier está en la frutería de abajo. Sé que tendrás muchas preguntas, y que todo esto es mucho para ti en este momento, solo te pido que confíes en mí, el tiempo hará que asientes toda esta información. Trata de descansar y siéntete libre de estar como si fuera tu casa. Gracias por el café, sobrino.

Dicho esto se puso el abrigo y salió de nuevo por la puerta.

Recordaba a su tía como una mujer llena de vida, algo hiperactiva que sacaba de quicio a su madre. Ella siempre le había tratado de niña pequeña e inmadura.

Ahora después de tantos años veía a la misma mujer, misma personalidad y amor, pero más responsable, no tenía ninguna duda de que era ella pero a la vez, parecía una mujer completamente distinta.

Miró la hora, ya eran las siete de la tarde, no faltaba mucho para que fuera de noche, trató de dormir un rato tirado en la cama pero su cabeza no paraba de funcionar repasando todo aquello que le había dicho, era un ¿Cómo lo había llamado? ¿No nacido? ¿Alguien que por naturaleza no debería existir? No tenía muy claro si había entendido todo lo que Irene le había contado, ni tan siquiera sabía si era cierto lo que había entendido, solo podía estar seguro de que ella estaba convencida de cada palabra que había salido de su boca.

Se tomó otro café, esta vez con unas gotas de ginebra, se terminó el paquete de tabaco que su tía le había dejado, todo mientras repasada cada suceso, cada palabra, el teatro Bretón.

Un aviso de mensaje le llegó al teléfono móvil sacándole de su ensimismamiento, no tenía claro cuánto tiempo llevaba en ese estado. Se sobresaltó al notar la vibración en su bolsillo y oírla en ese ambiente de silencio pleno.

El mensaje decía:

“Reúnete conmigo delante de la fachada de la universidad en media hora, es importante”

Le extrañó el tono del mensaje, tenía que ser su tía ¿Quién más podía escribirle en un universo donde ni siquiera el mismo existía? Oír esas palabras resonar en su cabeza le hacía parecer que la había perdido completamente. ¿Quién le habría dicho días atrás que estaría en esa situación? De cualquier manera, la verdad se vería esa misma noche en el Yelinas cuando intentaran cruzar el punto de cruce, ahí vería si lo que había dicho su tía era cierto o producto de la locura.

Cogió su gabardina, fuera ya era de noche y las farolas estaban encendidas, no estaba muy lejos del centro por lo que podría ir andando perfectamente.

No le hacía mucha ilusión salir de aquel piso sabiendo que había gente peligrosa buscándole, extrañamente le tranquilizada saber que esos dos habían muerto, con un poco de suerte no habría más de ellos cerca aunque, recordando el sonido de los pasos que le habían seguido, estaba casi convencido de que allí habían habido más de dos perseguidores.

Se aseguró de que no se dejaba nada y que todas las luces estaban apagadas, fue a la cocina y cogió uno de los cuchillos de cortar envolviéndolo en un trapo y guardándolo en el bolsillo de la gabardina. Aquella acción le hizo parecer estúpido, pero se sentía más seguro sintiendo el filo del arma blanca en su bolsillo.

Salió por la puerta, miró el reloj, quedaban veinte minutos para que se cumpliera la media hora, llegaría bastante justo a su reunión en la fachada de la rana, pero llegaría.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

NUEVE (Matronas)

 


Muchos seres humanos mantienen que el descanso es el cambio de actividad. Creen ciegamente en ello afirmando que todas las personas son iguales. Que lo que les gusta a ellos les gusta por la fuerza a todos.

Están muy equivocados, el descanso no es el cambio a una actividad cualquiera, hacer algo que no te gusta nunca va a ser descanso, el descanso es el ocio y, en última instancia, encontrarse conmigo.

U.S

Pasó un tiempo antes de atreverse a abrir los ojos, ante él se encontraban los cuerpos inertes de sus perseguidores, ambos con la mirada perdida y un pequeño charco creciendo bajo sus cabezas.

-Hola sobrino, se que la situación no es agradable pero no es momento para quedarse pensando.

A la derecha de los cuerpos se encontraba una mujer de pie, aún con el arma humeante en la mano, David tardó en reconocerla, era Irene, la hermana de su madre, hacía muchos años que no había vuelto a saber de ella. Ella y su madre no habían acabado lo que se dice de buena manera y había acabado desapareciendo de sus vidas.

En aquella época él aun no había empezado la carrera y vivía en Salamanca, en definitiva, su vida no había empezado aun a joderse de mala manera.

No había cambiado casi en todo ese tiempo, si mal no recordaba, ella y su madre se llevaban once años, siendo ella la hermana pequeña.

Recordaba que siempre estaban discutiendo cuando él era chico.

Se guardó la pistola en el bolsillo ancho de su abrigo y, saltando los dos cuerpos con cuidado de no pisar nada, se acercó a él.

David en ese momento se dio cuenta de que estaba aun de cuclillas metido en la caja del ascensor, su tía volvió a dar al botón del piso del que había venido cerrándose la puerta y dejando el crimen tras ellos.

-Tenemos que movernos con prisa a sí que será mejor que te repongas, la policía vendrá pronto y queremos estar lo más lejos posible de aquí cuando lleguen. Ya habrá tiempo para ponernos al día y decirnos qué hacemos los dos aquí, ahora será mejor que agarres tu mierda y te repongas.

No dijo nada, se puso de nuevo de pie y se quedó a su lado, ella seguía siendo más alta que él, con el pelo teñido de rojo y un cuerpo que mostraba horas de ejercicio,  podía hacerse pasar perfectamente por su hermana mayor.

Los dos se quedaron mirando al frente hasta que el ascensor llegó a su destino, nadie dijo nada más durante el recorrido que podía haber durado siglos.

Ella fue la primera en salir, a paso rápido se dirigió a la puerta contraria a la de la anciana y, sacando las llaves de su bolsillo, la abrió.

-¿Ocurre algo querida?

David se sobresaltó, la anciana había vuelto a abrir la rendija y se dirigía esta vez a Irene.

-No Pilar, gracias por preguntar, este es mi sobrino David, viene un poco borracho (dijo por lo bajo como si él no pudiera oírla)  venimos a recoger unas cosas del piso. ¿Usted que tal esta? ¿Tiene mejor la espalda?

-Sigue igual querida, achaques de la edad,  ya sabe que esto ya no tiene solución.

-¡No diga eso mujer! ¡Pero si usted está estupenda! Ya me gustaría estar como usted a su edad.

A David le parecía increíble que esa misma mujer amable y risueña acabara de matar a las dos personas que en esos mismos momentos se encontraban tendidas en el portal, se planteó por un momento que se hubiera imaginado todo aquello.

Irene volvió tras sus pasos y, agarrándole con todo el cuidado del mundo por el brazo, le arrastró a dentro despidiéndose  de la vecina.

-Si le ha molestado lo siento mucho, es un poco especial. –volvió a susurrar antes de cerrar tras de sí dejando tranquila y feliz a la anciana. –echaré de menos a esta vecina, siempre que hacia algo de repostería, me ofrecía un poco para  que lo probara.

La casa estaba llena de libros, parecía que su tía había estado viviendo allí durante mucho tiempo. La disposición de las habitaciones era la simétrica a la de las viviendas de la otra puerta, casi parecía como si volviera a estar en casa pero dentro de un espejo, era una sensación extraña.

-Toma. –le lanzó una bolsa de deporte vacía que acababa de sacar de un armario. –no tenemos mucho tiempo, ve a mi habitación y mete en ella toda la ropa que puedas, pantalones, camisetas, ropa interior, ropa de abrigo… como si nos fuéramos de viaje por un tiempo. –señaló el dormitorio y zarandeándole un poco le puse en dirección.

Actuó prácticamente por automatismo, abrió la puerta encontrándose con un dormitorio parecido al de sus padres.

-¡Esta todo en el armario! –la oyó gritar desde la otra habitación.

Lo hizo todo lo más rápido que pudo dada las circunstancias, abrió el armario, abrió la bolsa, y llenó ésta con todo lo que se fue encontrando.

-¿Has acabado ya?

Irene estaba en la puerta mirándole con otra bolsa llena, igual a la que le había dado, bajo el brazo. Él se limitó a asentir, cerró el petate y se lo echó a la espalda. Se sentía como si volviera a tener diez años y la mujer que tenía en frente fuera la mayor autoridad en su vida.

-Pues será mejor que nos vayamos. –Se dio media vuelta y salió por la puerta sin esperarle, él la siguió.

Esta vez bajaron por las escaleras pendientes de cualquier ruido.

Cuando llegaron a la planta baja vieron los dos cuerpos aun tumbados esta vez sobre un gran charco de sangre, a David le entraron ganas de vomitar.

Parecía que habían tenido suerte y nadie había pasado por allí desde que ellos habían subido a por las cosas de Irene.

-Eran ellos o tú, sobrino, ahora vamos.

Su tono pese a mostrar nerviosismo, no tenía ni un atisbo de preocupación o arrepentimiento. Parecía que para ella todo eso fuera algo completamente natural.

Salieron calle arriba aumentando la velocidad, giraron en la primera calle de la derecha y siguieron avanzando en silencio hasta la entrada de uno de los garajes. Irene sacó una llave abriendo la puerta del montacargas.

Bajaron sin decirse nada el uno al otro. Las miradas estaban fijas en la puerta del ascensor, en silencio, esperando a que estas se abrieran en la planta donde su tía tenía el coche.

Metieron las bolsas en el maletero, se sentó en el asiento del copiloto y se dirigieron de nuevo al ascensor, pese a ser una situación de estrés aquellos momentos de pausa y espera empezaban a ser extrañamente frecuentes.

-¿A dónde vamos? –le preguntó ya en la carretera. Le salió una voz ahogada dándose cuenta de todo el tiempo que llevaba sin soltar una palabra.

-A otro piso que tengo por si este se comprometía, está a nombre de otra persona por lo que no creo que nos encuentren allí, al menos el tiempo que estemos por aquí. Me hubiera gustado que nos largáramos antes, pero tenia que pasar por casa a recoger unas cosas, me temo que ya no volveré a ver a Doña Pilar.

-Les has matado. –decir las palabras en alto le dio esa sensación de realidad que hasta el momento solo había intuido.

-Como te dije, eran ellos o tú, una decisión bastante fácil por lo que a mí concierne, la familia siempre va primero ¿Se puede saber que haces aquí? ¿Tu madre por fin te lo ha contado?-

No sabía a lo que se refería.

-Tienes suerte de que estuviera ahí, aunque elegí vivir en la casa delante de la vuestra por miedo a que algo así sucediera si te soy sincera, supuse que si, por algún casual algún día cruzabas el Yelinas, irías a tu casa no dándote cuenta de que esa no sería tu casa ya más. Pobre Pilar, se va a llevar un susto cuando le digan que su vecina de enfrente es sospechosa de un doble homicidio, esa ancianita siempre fue amable conmigo. –no paraba de mencionar a la anciana, como si eso fuera lo único que le preocupara en esos momentos.

-¿Cruzar el Yelinas? No entiendo nada, no sé lo que está sucediendo, es como si este no fuera mi mundo. –se tapó la cara con las manos tratando de controlar su respiración, no paraba de temblar, no tenia frio pero su cuerpo hacía rato que le había dejado de obedecer.

-¿O sea que no sabes nada? Esta conversación se va a alargar más de la cuenta entonces y no es lugar para hacerla, de momento lleguemos al piso franco lo antes posible, necesitamos salir de las calles, asearnos y descansar un poco.

 

El piso franco, como lo había llamado Irene, estaba al otro lado de la ciudad, en una de las calles principales de entrada y salida de esta misma.

Estaba en uno de los primeros barrios de viviendas que se habían construido en el extrarradio, los edificios eran bastante antiguos, y la gente que allí vivía, había estado en ese lugar toda su vida.

A nadie le importaba que los vecinos pusieran antenas o aires acondicionados en fachada, y dos de cada tres balcones tenían la ropa tendida a vista de todo el mundo.

Dejaron el coche justo delante de una frutería, el dependiente, al ver a Irene, salió de la tienda a saludarla.

-No me jodas que este momento ha llegado, y yo que te llamaba paranoica.

Irene le tendió las llaves del coche, él las agarró al vuelo, se quitó el mandil, lo tiró dentro callera donde callera, y echó la persiana cerrando la tienda.

-¿Este es tu sobrino?

No esperó a que David saliera para meterse dentro del coche.

-Si no lo es, se parece mucho.

El hombre le saludó y le abrió la puerta indicando que saliera.

David ayudó a sacar las cosas del maletero, dentro había una tercera bolsa también repleta de cosas, parecía como si su tía hubiera estado preparada para un momento así.

Una vez hubo cerrado el maletero dio dos golpes con el nudillo y el frutero se marchó con el coche.

-¿A dónde va?

-A esconder el coche y mantenernos informados en todo lo que pueda, me debía una. Ahora vamos.

Cargaron con todo hasta el portal más cercano, no había ascensor, pero igualmente el apartamento se situaba en el primer piso.

Salvo por la cocina, el cuarto de baño y una cama, el resto estaba completamente sin amueblar. Dejaron las bolsas en el hall.

-Date una ducha caliente, te vendrá bien, aquí estamos seguros. –dijo Irene accionando la luz y el agua de la vivienda. –yo mientras prepararé algo para comer, supongo que no tendrás hambre pero tendrás que recuperar algo de fuerzas, después podremos hablar tranquilamente. Hay toallas debajo de la pila, ropa limpia no tengo de tu talla me temo.

Quiso reprochar exigiendo respuestas, pero su tía se dirigió a la cocina sin decir nada más.

Se metió en el baño y echó el pestillo, al momento vomitó lo poco que podía tener en el estómago.

Se quedó ahí quieto hasta que pudo asegurarse de que su cuerpo no le daba más sorpresas, deseó en ese momento tener la petaca y un cigarro a mano.

Se desnudó y se metió en la ducha, de momento se dejaría llevar por la situación, no podía hacer más, se sentía sucio, cansado, como si ese cuerpo no fuera el suyo, como si no pudiera confiar ni en su propia cabeza, se sentía como un niño perdido en un cuerpo ya desgastado.

Pese a todo agradeció ese momento para él debajo de la alcachofa de la ducha, dejando que el agua caliente corriera y se llevara todo el estrés.

 

Irene le esperaba tirada en el suelo del salón, había puesto unos platos con comida para picar sobrante de días anteriores. Le ofreció un vaso con un líquido transparente.

-Toma, te tranquilizará y entraras en calor.

-¿Me das uno? –preguntó señalando al cigarro que se estaba fumando mientras le pegaba un trago a lo que descubrió que era ginebra.

Ella le tendió la cajetilla con un mechero.

-¿Ya estas mejor?  ¿Podemos hablar?

David se sentó en frente, ella le dio un plato y empezó a comer con desgana, poco a poco el hambre iba volviendo. Aun le parecía increíble que la mujer que tenía delante de él, fuera la hermana de su madre.

-Dime, ¿Has visto alguna vez este símbolo? –dijo mientras se remangaba el brazo derecho dejando el descubierto el tatuaje de una especie de mariposa, ¿O era una polilla?

David negó con la cabeza.

-Vaya, parece que esto va a ser más largo de lo que tenía pensado. ¿De verdad tu madre no te dijo nada? Veamos, por donde empiezo.

Lo primero que te quiero dejar  claro es que, lo que te voy a contar, por muy irreal que parezca, va a formar parte de tu mundo a partir de ahora. –se quedó un momento callada pensando. –dicho  rápido y pronto lo que te quiero contar es que la teoría de los universos paralelos dejó de ser una teoría para nuestra familia hace ya mucho tiempo, tu madre lo sabía, y en parte fue esa la razón por la que me alejó de ti cuando eras niño

Volvió a callase con cierto nerviosismo esperando a ver cómo respondía David.

David no supo que decir, tranquilamente se metió un trozo de tortilla en la boca y siguió comiendo.

-Bien, viendo que no me has llamado loca de inmediato ahora puedo explicarte todo con más calma. Sé que resulta difícil de creer, pero este no es tu mundo, no sé cómo te han dejado en el Yelinas cruzar,  pero el hecho es que cruzaste y pasaste sin saberlo a otro universo paralelo, una Salamanca idéntica, pero no la que tú conoces.

-No entiendo ¿Qué tiene que ver el Yelinas con todo esto?

-Vale, empiezo de nuevo, lo siento, se me dan fatal estas cosas. Pongamos que una persona sale a trabajar una mañana diez minutos más tarde de lo normal porque resulta, que el día anterior se quedó hasta tarde viendo una película y esa mañana se ha quedado dormida. –hablaba muy rápido, a David le costaba trabajo seguirla, pero mantuvo la concentración en ella. –resulta que sale esos diez minutos tarde y nada más pisar la carretera, el autobús de las nueve y diez la atropella matándola en el acto.

Para una persona normal esta historia terminaría aquí, con el último suspiro de una mujer que,  por culpa de la serie del día anterior,  no volverá a trabajar, una historia triste con un final triste.

El problema es que, entre lo que piensa esta persona normal y la verdad hay una diferencia muy grande, en ese momento se generan dos realidades, por un lado esa mujer no oyó el despertador y por ende, acabó atropellada por el bus, por otro lado eso nunca pasó y la mujer salió ese día de su casa, como cualquier otro día y fue a trabajar sin saber lo que podía haberle pasado.

La verdad es, que en este mundo que conocemos, los “qué hubiera pasado si…” si que pasaron.

Momento de silencio.

-¿Me estás diciendo que con cada decisión que tomamos a lo largo del día se crean nuevos universos donde tomamos las decisiones contrarias? Eso es imposible.

- Estoy de acuerdo contigo, por alguna razón el cosmos sabe que no podría evolucionar con cada chorrada que un ser humano cualquiera decida, no, no es posible, para que una situación genere un nuevo universo, esta situación tiene que tener unas características, tiene que ser importante, totalmente divisoria entre  un futuro y otro, y lo más indispensable,  tiene que haber tenido la alternativa de no haber sido así.

Da igual lo que decidamos comer cada día, da igual que nos atragantemos con un hueso de pollo y muramos, eso no tiene por qué cambiar nada.

Ahora bien, si resulta que ese muslo de pollo por la razón que sea, podía no haber estado allí, vete tu a saber por qué, por ejemplo porque esa semana realmente le tocaba hacer la compra al hombre pero al final fue la mujer y se encontró el pollo de oferta, entonces, y solo entonces, el cosmos dice que adelante.

Ahí, y solo ahí, se generan dos universos, uno en el que la mujer aprovecha la oferta, otro en el que el hombre va directo a la sección de solomillos, que le gustan más, y compra una comida ausente de elementos peligrosos.

Estas decisiones creadoras de universos las llamaremos a partir de ahora Matronas.

Estos universos paralelos se parecen bastante a lo que la gente común conoce de los universos paralelos, infinitos mundos ocupando un mismo espacio-tiempo de forma paralela, todos siguen su curso ajenos a los otros salvo por un detalle.

En el mundo existen ciertos puntos donde dichos universos están conectados, hablando de forma literal, existen puertas en lugares específicos que nos permiten cruzar de forma física de un universo a otro, estos lugares son lo que llamamos Puntos de cruce, y querido, tengo que decirte que el Yelinas es uno de esos puntos, no tengo ni idea de cómo te dejaron pasar ya que, como todos los Puntos de cruce, el Yelinas está vigilado.

Tú tuviste que pasarlo en algún momento ya que si no, no estarías aquí hablando conmigo, cada punto de cruce te lleva a un universo distinto y este, es el universo que une el Yelinas con el nuestro.

Otro momento de silencio mientras su tia le miraba fijamente para ver su reacción ante todo aquello.

-Universos paralelos, Matronas, Puntos de cruce, el Yelinas… -David sabia que, por loco que sonara, eso que le estaba contando su tía era real, en cuestión de tres días su vida había dado un vuelco poniéndola completamente del revés.

-Se que tienes mucho que procesar, y más aun sabiendo que aun no hemos llegado a tu papel en todo esto, por ahora será mejor que termines de cenar, asimiles y descanses, no es bueno que te suelte todo esto de sopetón en tu estado. Yo ahora tengo que salir a juntarme con Javier para saber qué ha averiguado. Cuando vuelva seguiremos hablando.

David supuso que se refería al frutero, miró al reloj y se dio cuenta de la hora que era, habían pasado ya hora y media desde que llegaron a ese apartamento, ¿Cuánto tiempo había estado en el baño? Se llevó el vaso a los labios y disfrutó del sabor y ardor de aquel líquido mientras bajaba por su garganta.

Aun tenia las esperanzas de despertarse en su antiguo dormitorio de Granada.


miércoles, 16 de diciembre de 2020

OCHO (Bretón)

 


La fe es algo curioso en el ser humano, la creencia absolutamente ciega hacia algo sin necesidad de pruebas, explicarse lo inexplicable mediante el simple hecho de creer en algo, un deus ex machina continuo y vital.

Si algo no tiene explicación, lo ha hecho Dios, el karma, el destino o cualquier otra cosa que nos ofrezca una respuesta y tranquilidad que no sea el simple y llano “porque si”

U.S

 Llamar a la puerta fue más fácil que el día anterior.

Esta vez no portaba malas noticias, simplemente iba a comer con ellos y largarse tan pronto como le fuera posible, no tenía intención de estar allí más de lo necesario.

El dolor de barriga apareció de la nada, entre el cansancio y el desconcierto, ahora  podía añadir un hambre voraz al amasijo de sentimientos, por suerte las nauseas que había tenido al despertar habían acabado desapareciendo.

Llamó un par de veces y esperó pacientemente en lo que oía cómo en el interior alguien se acercaba a la puerta.

Le abrió Sonia, la madre de Iván, le sorprendió verla con una sonrisa en la cara y sin rasgos de tristeza por ningún lado, a decir verdad tenia buen aspecto, los rasgos de vejez que había advertido el día anterior habían desaparecido por completo.

Poco a poco esa sonrisa inicial se fue convirtiendo en un gesto de desconcierto, de desconocimiento, de pregunta.

-¿Si? ¿Qué quería? –preguntó manteniendo el mismo gesto y la puerta entreabierta. David advirtió que no le estaba dando paso al interior de la vivienda.

-¿Perdona? –no entendía muy bien la situación.

-Ha sido usted el que acaba de llamar. ¿Quería usted algo?

El llamarle de usted le llamó la atención, pero la tonalidad en la cara de Sonia era lo que más le descolocaba, era como si no le hubiera reconocido pese a que había estado allí mismo hacía apenas veinticuatro horas.

-Sonia soy yo, David, estuve ayer en vuestra casa para decirles lo de Iván. –Contestó pensando que todo era por un cruce de cables debido al luto. “Cuando llegue su marido se aclarará todo” –pensó.

-¿Iván?

-Sí,  celebramos su funeral antes de ayer. ¿Recuerda?

-No sé a qué Iván se está refiriendo, mi marido lleva en casa conmigo todo el día, espera que le llamo. –su gesto de felicidad se había transformado en uno de nerviosismo y miedo.

Cerró la puerta precipitadamente dejándole solo con el frio del exterior,  escuchó cómo la mujer se aseguraba de que estuviera bien cerrada y llamaba a gritos a su marido. No estaba entendiendo nada de la situación, ¿Se le habrían cruzado los cables a la pobre mujer al descubrir que su hijo había muerto y ahora estaba negándolo todo?

Esta vez fue Román quien abrió la puerta.

-¿Si? –tenía el mismo gesto de extrañeza que había puesto previamente su mujer. -¿Qué quería? ¿Quién es usted?

El ambiente estaba inexplicablemente cargado de tensión, David no sabía muy bien cómo comportarse ante aquella situación, ¿Acaso se estaba volviendo loco? ¿Había llegado hasta tal extremo? El último de los cinco ingresado en un manicomio completamente fuera de sí, sería un final irónico para aquella historia, pero suponía que el destino le deparara algo más que aquello.

-¿Quería algo? –le volvió a preguntar Román viendo que no respondía. – ¿Se encuentra bien? ¿Quiere que llamemos a alguien?

-¿De verdad que no me reconoce? Soy yo, David, el amigo de la infancia de su hijo Iván. Estuve con vosotros ayer. –rechazó que aquello fuera una broma de mal gusto.

-Disculpe pero se ha debido de confundir de personas, nosotros nunca pudimos tener hijos. –miró de un lado a otro como si estuviera buscando alguna explicación a aquella situación. –disculpe pero no le podemos ayudar en nada. –dicho esto cerró la puerta tras de sí dejándole de nuevo solo frente a la casa.

David escuchó cómo Román le estaba mirando por la mirilla de la puerta esperando que se marchara, por lo que se dio la vuelta y salió del pequeño jardincillo de la entrada.

Se encontraba solo, sin sus pertenencias, cansado, con dolor de cabeza y la garganta seca. No entendía lo más mínimo lo que estaba ocurriendo pero solo le quedaba acudir a casa de sus padres, necesitaba descansar y comer algo.

Lentamente, realizando el mismo camino que había recorrido el día anterior, repitió una y otra vez lo sucedido con los padres de Iván, ¿Era posible que no le hubieran reconocido? Notaba cómo su corazón palpitaba con fuerza, ¿Qué cojones estaba ocurriendo? No recordaba haber salido del Yelinas, ni tan siquiera recordaba haber pagado lo bebido anoche, ¿Le habían echado algo en la cerveza y ahora estaba en coma viviendo un sueño lúcido o algo así? ¿Acaso nunca había llegado a salir del Yelinas?

Se dirigió calle arriba dirección al centro de la ciudad, las distancias en Salamanca eran relativamente cortas por lo que calculó que en unos veinte minutos estaría de nuevo en casa de sus padres.

“Dentro de lo malo, no llueve” pensó calentándose las manos con el vaho de su boca y frotándolas repetidamente.

El ruido de pasos detrás de él le hizo salir del ensoñamiento, sintió la tentación de parar en seco y darse media vuelta, pero prefirió seguir caminando evitando mirar hacia atrás, esa calle con las casas iguales, típica de los barrios del extrarradio, solía estar  bastante vacía a esas horas del día,  la gente o estaba en el centro o en sus respectivas casas comiendo tranquilamente, aunque eso no quitaba que hubiera paseantes como él en esos momentos.

Siguió caminando pendiente del ruido de los pasos que tenia a sus espaldas, estaba todo en silencio,  por lo que era fácil distinguir,  tan solo con el oído, que eran varias personas, todas ellas dirigiéndose en la misma dirección que él.

Desde el encontronazo con el hombre en la casa de Jaime, David estaba algo intranquilo, a decir verdad paranoico era la palabra, al fin y al cabo, ese hombre había sabido cuál era su coche y le había dejado un rallón indicándole que aquello no había acabado.

Decidió torcer en la primera calle a la derecha saliéndose de la vía principal solo para tranquilizarse,  era lógico pensar que aquellas personas estuvieran tan solo caminando tranquilamente como él hacia el centro.

La calle en la que estaba ahora era otra exactamente igual que la anterior, mismas casas, algún que otro coche aparcado paralelo a la acera, los típicos contenedores de basura, bancos y demás mobiliario urbano…  una de las muchas calles idénticas de acceso a los chalets, no había ningún motivo para que nadie, que no fuera el propietario de una de aquellas viviendas, girara en aquella dirección.

Los pasos continuaron a sus espaldas.

Él aceleró ligeramente el paso tratando que el cambio de velocidad no se notara, simplemente quería ganar más espacio entre él y los viandantes.

El sonido de los pasos aceleró junto a los suyos, como si fueran un eco de sus acciones.

Volvió a girar a la derecha dando la vuelta a la manzana.

Los pasos giraron con él.

Su taquicardia fue en aumento a la par que su respiración.

David oyó cómo los pasos aumentaron la velocidad sin previo aviso,  superando la suya propia.

Un escalofrío.

No lo pensó más, echó a correr temiendo por su vida, si esas personas tuvieran buenas intenciones le hubieran dicho algo.

Volvió a la misma calle principal donde se había enterado por primera vez de que le seguían, ahora estaba claro, le estaban siguiendo.

Había calculado que eran en torno a tres personas aunque ahora estaba seguro de que solo quedaba una detrás de él. ¿Dónde se habían metido las otras? ¿Se habían separado?

Se dirigió hacia las calles del centro de la ciudad deseando ver a más peatones que le dieran cierta tranquilidad.

No tardó mucho en llegar al puente de hierro que unía ese lado de la ciudad con el centro,  vio a una pareja en medio dando tranquilamente un paseo agarrados de la mano. Eran jóvenes, no parecían tener más años que él, corrió hacia ellos desesperado viendo una oportunidad de que sus perseguidores dejaran de hacerlo ante la aparición de testigos.

La pareja se paró en seco al ver como David corría hacia ellos.

-¡Socorro, me están siguiendo! –se limitó a chillar entre sollozos, la pareja parecía asustada, el chico se había puesto delante de ella en señal de protección.

David giró señalando y viendo por primera vez a los desconocidos.

Eran dos, hombre y mujer, no los había visto en su vida, o al menos, no recordaba haberlos visto, no aparentaban nada fuera de lo común, quitando el hecho de que seguían corriendo tras él, podían pasar por una pareja normal y corriente como aquella del puente.

David se quedó paralizado, giró lentamente dirigiéndose hacia la pareja del puente a quienes había pedido ayuda, rezando por que sus sospechas no fueran reales.

-¿QUIENES SOIS VOSOTROS? –Les preguntó a gritos.

Los dos chicos se asustaron aún más echándose para atrás y dejando claro que no tenían nada que ver con aquello para tranquilidad de David.

Dos sonidos sordos, dos puntos rojos aparecieron de la nada en la frente de los dos chicos. Los dos cayeron al suelo.

David quedó paralizado un segundo pero volvió a echar a correr con la mente en blanco.

Oyó como los dos perseguidores paraban.

Oyó el sonido de dos cuerpos caer al agua.

Siguió corriendo.

Siguió corriendo.

Siguió corriendo.

 

Recuperó el conocimiento una vez estuvo seguro de que nadie le perseguía.

Miró a su alrededor mientras tomaba aliento para saber dónde estaba esta vez. Su cabeza estaba en blanco, aun no estaba listo para afrontar lo que había sucedido en el puente de hierro, o lo que creía que había sucedido, su cuerpo taquicárdico temblaba como si no le perteneciera.

Delante de él se encontraba un edificio que reconoció en el acto.

Ante él se situaba una fachada en chaflán pintada de rojo con una puerta doble del mismo color. A media altura, los carteles alineados a lo ancho mostraban las películas que se iban a proyectar, encima de éstos, un rótulo mostrando el nombre de aquel teatro convertido en cine, Bretón, David lo conocía muy bien, lo recordaba de cuando era pequeño, también recordaba que nunca había estado en su interior, no había podido entrar antes de que lo derribaran, ¿Qué estaba sucediendo?

Su mente inmediatamente aplicó la navaja de Ockham, habían tenido que reconstruir aquel teatro en esos cuatro años que él había estado fuera, recordaba perfectamente el revuelo que se montó cuando lo tiraron y le pareció lógico que finalmente lo hubieran reconstruido pero, ¿habían reconstruido entonces toda esa manzana también?, recordaba el enorme solar vacío que había quedado, ¿Era posible que ese solar ya no estuviera allí?

Se sentó en un banco cercano, las piernas le flaqueaban hasta tal extremo de estar a punto de caerse antes que llegar a alcanzarlo.

Ahí perdió el conocimiento.

 

Despertó en ese mismo lugar algo más de veinte minutos más tarde, se encontraba cansado, la tensión había pasado de estar por las nubes a por los suelos y ahora notaba toda la dolencia debido al esfuerzo realizado en esos días.

Se levantó con cuidado, se fijó de nuevo en el teatro Bretón que seguía ahí como si nunca hubiera desaparecido, comprobó que lo que quedaba de sus pertenencias seguían en sus bolsillos y, tras asegurarse de que nadie le observaba, se dirigió calle arriba dirección a la casa de sus padres, no vivían lejos de allí, no tardaría ni cinco minutos.

El camino, pese a ser apenas unas calles más allá, se le hizo costoso e interminable, en cuestión de minutos había recorrido más de la mitad de la ciudad y ahora el simple hecho de caminar era todo un logro para él.

Se volvió a encontrar en la calle de su infancia al igual que el día anterior, para su tranquilidad estaba todo igual, miró la hora, las tres, sus padres tenían que estar en casa, entró en el portal sin llamar al telefonillo, aquella puerta siempre estaba abierta, se metió en el ascensor y marcó el piso, no pensó en nada, simplemente tenia la mente en blanco, notaba cómo el sudor le caía por un lateral de la cara.

Salió del ascensor y llamó a la puerta.

-¿Si? ¿Qué quiere?

La señora mayor que entre abrió la puerta parecía nerviosa, a través de la rendija se podía ver cómo había dejado la cadena puesta para evitar que nadie entrara en contra de su voluntad.

David cerró los ojos tratando de contener las lágrimas de desesperación que inmediatamente brotaron. Se giró con ninguna esperanza para comprobar que no se había confundido de piso, la señora al ver la situación cerró la puerta amenazando con llamar a la policía si no se marchaba en el acto.

Esa era la casa de sus padres, esa era la casa donde había pasado más de la mitad de su vida y donde había estado el día anterior comiendo. Estaba seguro de ello, ¿Pero entonces era cierto que se estaba volviendo loco? No tenía ya a dónde ir, las pocas personas que conocía en esa ciudad o estaban muertas, o no le conocían, o simplemente no sabía cómo encontrarlas,  cogió el teléfono móvil y llamó a todo aquel que se le pasara por la cabeza,  pero siempre era la misma situación, o no contestaban, o contestaba otra persona, o simplemente decían no conocerle, era oficial, estaba completamente solo.

Podía sentir la mirada de la vieja a través de la puerta, por lo que decidió meterse en el ascensor.

Nada más salir se los encontró de frente esperándole.

-¿Dónde está? –preguntaron, era la misma pareja que le habían seguido haría apenas una hora, le estaban esperando. David se fijó en cómo uno de ellos le estaba apuntando con una pistola con silenciador.

Levantó las manos en un acto reflejo típico de las películas. Seguía llorando y no supo que decir.

-Estamos cansados de andar detrás de ti, sabemos que conoces su localización, o por lo menos tienes una pista de donde puede estar, tu amigo se negó a decirnos nada y digamos que acabó teniendo un percance con una jeringuilla, a si que te aconsejamos que no sigas sus pasos y nos digas dónde está.

Era la mujer la que portaba el arma y la que hablaba, era elegante, vestía ajustado no avergonzándose de su figura, podía tener unos cuarenta años y resultaba chocante verla en una situación como aquella. Tenía aspecto de madre trabajadora con varios hijos, no de atracadora y mucho menos de asesina.

El hombre, que se limitaba a estar en silencio a su lado, podía pasar por alguien del montón con una cara de las que se ven y se olvidan, ninguno de los dos tenia mal aspecto.

Se fijó en la mano que portaba la pistola. Un anillo tatuado con las letras US destacaba en el dedo anular, supuso que el hombre tendría otro igual.

-Nos has puesto en un aprieto allá en el puente, esos chicos no tenían por qué haber muerto, aunque todo hay que decir que gracias a ti se ha creado otro mundo completamente nuevo, el asesinato deja de tener importancia en cuanto sabes lo que tú y yo sabemos.

David no sabía a lo que se estaba refiriendo.

-Como puedes ver no tienes a donde huir, pasar por el punto de cruce del Yelinas no fue mala idea, te perdimos por un tiempo esperándote en la entrada pero no pudiste engañarnos, ahora dinos dónde está.

David seguía sin entender nada de lo que estaba diciendo, ¿Le habían seguido la noche anterior al Yelinas? Solo podía pensar en el arma que le estaba apuntando directamente al pecho.

La mujer la amartilló en señal de amenaza.

Él cerró los ojos aun llorando y se encogió esperando lo inevitable.

Dos ruidos sordos como en el puente.

El sonido de dos cuerpos caer al suelo.