martes, 29 de marzo de 2022

Diez minutos

 

Le dijo su nombre mil veces y él no fue capaz de retenerlo.

No por falta de interés, simplemente no lo hizo.

Le gustaría decir que fue el alcohol, cosa que desde luego era protagonista y causante de gran parte de su comportamiento aquella noche, pero la realidad era que simplemente no recordaba cómo se llamaba. Simplemente nunca se fijaba en los nombres, y aunque eso no era excusa suficiente, era la realidad.

El interés venia previo al alcohol y en parte agradeció que la noche quedara en solo eso.

Los errores se cometieron, las posibles ofensas sin intención y la actitud vergonzosa de los que están borrachos.

Nada sucedió. Todo quedó en una muy buena noche con amigos, una mala borrachera y una cortísima conversación anterior a todo aquello con alguien cuyo nombre se quedó en el olvido.

Le dijo su nombre mil veces y él no fue capaz de retenerlo.

Ahora era tarde para saberlo.

viernes, 25 de marzo de 2022

Inktober día 4 (Brujas)

 

Estaba cansado de ser perseguido.

Los cocineros, que creían que era rana, le buscaban por sus ancas.

Los hippies, que creían que era una especie rara, le buscaban por su sudor supuestamente alucinógeno.

Las brujas, que creían que tenía dotes mágicas, le querían cortar en trocitos para echar al puchero.

Los niños, que creían que era de su posesión, lo buscaban para enjaularlo como mascota.

Y luego estaban las peores.

Las princesas, que sin su consentimiento, trataban de besarlo con la absurda creencia de que se convertiría en un apuesto príncipe.

Estaba harto de ser perseguido por una especie que no entendía que él tan solo quería que le dejaran en paz.

El sapo se zambulló en la charca deseando que el día que le atraparan no llegara.

Consciente de que era pedir mucho, tan solo esperaba que, llegado el momento, al menos fuera la bruja su verdugo.

jueves, 24 de marzo de 2022

Inktober día 3 (Sapo)

 

Feo, gordo y con verrugas.

La lengua larga. Baboso y resbaladizo.

Nadie daba un duro por él y sin embargo era un gran atleta. Saltaba más que nadie y en cuanto a la natación no había quien pudiera igualarle.

Un cazador rápido donde los hubiera, capaz de atrapar moscas al vuelo.

La madre naturaleza había sido duro con él pero tenía que reconocer que, pese a no ser un apuesto príncipe, valía mucho más como ser vivo que cualquiera de ellos.

Algunos soñaban con el beso de la princesa.

Para él aquel estanque era su palacio.