Se
sentía sola, todos la evitaban, le tenían miedo sin apenas conocerla.
Nadie
la quería, nadie le hacía caso, ella simplemente hacia lo que su trabajo pedía,
comportarse como quien realmente era.
Y
con ello conoció a gente de todo tipo de lugares con todo tipo de historias que
trataban de conmoverla.
Personas
diferentes se acercaban a ella, todos sin reservas le acaban abriendo sus
puertas.
Los
abandonados, los olvidados, aquellos que el tiempo les ofreció todo lo que
había en oferta.
Los
sabios que dejaron de serlo para pasar a vivir en un mundo que había dejado de
pertenecerles y que realmente de nadie fue pertenencia.
Ella
solo buscaba la compañía y ellos se la acababan dando sin dolencia, sabiendo
que no era más que alguien que, viviendo sola y sin maldad, fue desterrada a
conocer a todos aquello que en algún momento la rechazaron, y acaban deseando
verla.