S.J calcula que pasan unos diez
minutos desde que todos se levantan a buscar puertas ocultas en las cuatro
paredes hasta que se rinden y se vuelven a sus respectivos asientos. Él no lo
hace, le gusta estar allí tan poco como al resto pero él no se levanta, sabe
que va a ser una pérdida de tiempo, siente que no va a haber forma de salir de
allí sin que la persona que les ha encerrado les deje antes.
No sabe cuál es la razón de esa
situación, pero está claro que si alguien se ha molestado en reunirlos a todos
en aquella Arista no es simplemente para verles morir, no, ahí hay algo más.
Nadie dice nada una vez han
vuelto a sus sitios delante de las cartas con sus respectivas invitaciones. Se
nota el nerviosismo en el ambiente, el ruido de varias piernas agitarse, de
respiraciones rápidas y golpecitos en la mesa lo inunda todo.
-Esto es cosa tuya. –es Scar
quien rompe el semisilencio. –seguro que estas metido tú en todo esto. –S.J no
dice nada, no se defiende, no es la primera vez que le echan en cara cosas de las
que no sabe nada, quejarse solo caldearía mas el ambiente que ya está a punto
de explotar.
Nadie le sigue el juego pero eso
no evita que Scar siga despotricando hasta cansarse, si no fuera porque es un
cobarde hubiera continuado con las manos, pero S.J intimida lo suficiente como
para que vuelva el silencio sin llegar a mas la situación.
Pasan un tiempo indefinido en esa
situación hasta que Cruler, el viejo que tiene en frente habla.
-¿Alguien sabe por qué estamos aquí?
Su voz no muestra el más mínimo tipo de sentimiento, simple resignación. –de nuevo
nadie contesta, todos saben que la respuesta podría ser cualquier cosa, los “no
nacidos” precisamente no tienen fama de buenas amistades, su trabajo se limita
a evitar el cruce de cualquier tipo entre universos, una especie de policías de
aduanas, y ese empleo nunca ha sido agradecido.
Todos se miran sentados en la
misma posición en que se habían encontrado al principio.
Pasa el tiempo.
-Algo ha cambiado en la
habitación. –Han pasado horas desde que se cerraron las puertas. S.J abre los
ojos tras haberse quedado dormido esperando a que ocurriera algo. Algo le ha
despertado, algo ha cambiado pero aun no sabe qué.
La sala está llena de movimiento
esta vez, parece que todos han decidió hacer algo en lo que él esperaba. Scar está
discutiendo con James de pie el uno frente al otro, parece que se ha buscado a
alguien con quien poder meterse a gusto.
Las dos gemelas están en una
esquina separadas del resto, se han quitado las americanas quedándose en camisa.
Una de ellas parece estar teniendo un ataque de claustrofobia, lo que faltaba.
Jim sigue aferrado a su copa
bebiendo sin parar, parece que ya le empieza a hacer efecto el alcohol en
sangre. Los únicos que parecen mantener la calma son el viejo y Samantha, la
chica de su izquierda.
-¿Qué has dicho? Le pregunta esta
misma.
-Algo ha cambiado en la
habitación.
Todos se callan dirigiéndole la
mirada, solo la claustrofóbica sigue murmurando para ella.
S.J se levanta y mira a su
alrededor. Las mismas cuatro paredes de siempre, la mesa en el centro y… un
momento, siete cartas.
-James, ¿Has cogido tu
invitación? –niega con la cabeza.
Mira debajo de la mesa por si se
ha caído, pero ahí no está. Algo ha cambiado en esa habitación. Se levanta de
la silla, todo el mundo le está mirando.
-Revisad de nuevo las paredes y
todo lo que encontréis. –esta vez es Cruler quien habla, nadie le lleva la
contraria, todo es válido menos la espera.
Todos se ponen manos a la obra,
al rato es Susan, la otra gemela la que llama al resto.
-James, ¿Cuál era tu carta?
-La K de tréboles ¿Por qué?
Todos se acercan, allí donde
señala, tallado en una de las piedras de la pared, se encuentra la imagen de
una K de tréboles.
-La roca esta suelta. –Le ayudan
a quitarla y a dejarla en el suelo. Detrás hay una caja de zapatos con manzanas.
–Hay siete dice la chica nada más abrirla.
Se apaga la luz del techo dejando
todo durante unos segundos a oscuras. Al volver la luz un sonido metálico hace
que todos desvíen la mirada al suelo donde se encuentran un cuchillo
ensangrentado. James cae al suelo haciendo gárgaras con su propia sangre y el
cuello cortado de lado a lado. Encima de él, la K de tréboles tachada.
“Somos siete”-piensa S.J