Paso a paso
se fueron acercando el uno al otro.
Pasos lentos
pero decididos, con algo de riesgo, pero pasos en los que uno confía por
completo, apoyando todo el peso en unos
de los pies descalzos para poder poner el otro por delante estando apenas unos segundos
con tan solo un punto de equilibrio.
Los brazos
abiertos y estirados para poder mantenerse en la cuerda y poder sentir la
libertad y el viento en todos y cada uno de los recovecos del cuerpo, en
tensión y a su vez relajado, disfrutando del momento.
Paso tras
paso sobre la cuerda floja a demasiados metros del suelo, de la civilización.
La vista fija en la cara del contrario, sus gestos, su sonrisa, su confianza.
Sintiendo cada instante y la cercanía cada vez mayor, acortando lentamente
distancias.
Nadie les
molesta, están solos, separados del resto del mundo, separados del bullicio de
la calle que hay bajo sus pies, flotando sobre absolutamente todo o nada y con
tan solo un objetivo por delante.
Acercarse
lentamente, poco a poco, paso a paso, disfrutando del momento.
Solo ellos
dos, y la cuerda.
Sólo ellos dos y la cuerda. Fíjate que yo me voy por otros derroteros con esta frase. Has conseguido que aguantara el aire hasta el final para no perder el equilibrio.
ResponderEliminarGenial, Rendan!!
Un abrazo.
Un texto que da vértigo :-)
ResponderEliminarMuy bueno, todo lleno de metáforas, en el fondo.
Debe ser maravilloso confiar de esa manera en uno mismo y en otro.
ResponderEliminarUn texto muy bueno.
Felicidades.
Confianza total o la muerte.
ResponderEliminarBicos.
No mires abajo te podes caer y no creo que el asfalto sea blando como el abrazo de una mujer.
ResponderEliminarSaludos.
Muy bueno Rendan, me gusta lo que quiere decir...
ResponderEliminarUn beso
He aquí una obra equilibrista y no sólo en apariencia sino también en pensamiento.
ResponderEliminarUn abrazo