Dakota había llegado a Las Vegas,
casi ni se lo podía creer, era la primera vez que salía de su país y allí
estaba, nada menos que en Las Vegas.
Se olvidó de todo lo que le
rodeaba en su vida y decidió disfrutar al máximo. Iba a ser una experiencia
única en la vida.
Bebió tanto que perdió la cuenta,
bailó hasta caer rendida, apostó en los casinos sin demasiada fortuna.
¡Estaba en Las Vegas!
Fue a varias fiestas nunca antes
vistas, conoció gente nueva, era ella y aquella ciudad, nadie más existía, era
feliz.
También hubo un chico, no podía
faltar, la experiencia tenía que ser plena.
Disfrutó como nunca antes, la
mejor noche de su vida, el mejor fin de semana de su vida, uno que nunca
olvidaría.
Volvió a casa y ya no era lo
mismo, su vida había cambiado de golpe.
Su pareja de aquel momento dejó
de serlo. Ya lo había dejado de ser aquel fin de semana, había que ser
demasiado falso después de esa pausa de la que el chico no había estado
enterado. Después de ese fin de semana de soltería en el extranjero.
Sus amigos ya tampoco eran
suficiente, su vida ya había dejado de valerle como tal, simplemente quería
más.
Esos dos días en Las Vegas le
habían valido tanto como para tirar el resto a la basura, como para no pensar
en las consecuencias.
Se olvidó de que en el mundo
había más gente a parte de ella misma.
Paso a pensar en ella y solo en
ella, todo lo malo era culpa del resto, sus actos no tenían nada que ver. Se
escudó en antiguos amigos, con los que había tenido alguna historia, y en líos
de una o varias noches. Sabía que el género masculino no puede decir que no a
un cuerpo bonito y a una chica fácil.
Chicos no le faltaron en ningún
momento.
De su antigua pareja no volvió a
saber, simplemente la consideró un fracaso más y pasó de largo.
El sexo, lo más importante
después de la carrera.
Envejeció y se dio cuenta con los
años que el disfrutar no lo era todo. Encontró a alguien con quien quedarse el
resto de su vida, se casó, tuvo hijos y un trabajo que se le daba bien.
Recordaba las Vegas y todo lo que
esa ciudad había conllevado. ¿Habría sido distinta su vida de haberse
comportado aquella noche de otra forma?
Siguió viajando pero esta vez
siendo consciente de su marido, sabiendo que esa relación era válida las 24h del
día todos los días sin excepción.
¿Qué habría sido de aquel chico
del que no había vuelto a saber?
No se arrepentía de nada, su vida
había sido plena, sus exnovios numerosos (y olvidados) y sus experiencias
“placenteras”.
Había sido feliz, había pisoteado
todo cuanto necesitaba pisotear para conseguir sus objetivos, y había asentado
la cabeza no dándole importancia a lo ocurrido a su alrededor.
Tenía cuanto quería.
Era feliz.
Conocer caminos para llegar a un destino.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo Rendan