Hoy
es un día de recuerdo, un día que pasó de ser despedida a reencuentro.
Escribo
porque me gusta escribir, no lo hago con intención de aprender y evolucionar en
la materia, sino simplemente porque me gusta, al margen del resultado, al
margen de la opinión ajena.
Solo
hay un motivo aun más importante y es que me viene en la sangre. La pasión por
las letras heredada por mi abuelo a quien recuerdo siempre entre sus poemas y
escritos.
Hoy
es un día para recordar, para sonreír entristecido recordando su voz y
respiración. Unos abrazos de un cuerpo cálido que no podían dar más cariño. Como
nos leía lo que escribía o corregía lo que, por aquel momento, chapurreaba yo.
Si
por alguien empecé esta aventura de “Principiante a escritor” fue por él.
Son
pocas cosas las que me quedan de él en la memoria, al menos no tantas como me
gustaría, pero las guardo como algo valioso.
Le
echo de menos, y por ello todos los años le escribo por estas fechas.
Escribir
me viene de familia, a mi forma; no trato de convertirlo en un deber, sino en
un gusto, no una obligación, sino una necesidad.
Una
forma de recordar a alguien que debe ser recordado, dando mi opinión sin
generalizar y siempre respetando las opiniones contrarias tal y como él me
enseñó.