Ella
tan pequeña que desaparecía entre sus brazos, él, bueno no sabría cómo
definirle exactamente.
Ella
diferente, con las ideas claras y a su
vez indecisa como ninguna, dos caras de la misma moneda, con genio y cariñosa,
seria y con una sonrisa preciosa, con varias máscaras todas igual de
atractivas, todas igual de sorprendentes, igual de intimidantes.
Imponente
desde luego, pero a su vez amistosa, amable, de una compañía tan cómoda que parecía
que fuera de toda la vida.
No
se ve a sí misma como es realmente, le da un gran valor a sus mierdas cuando de
estas todos tenemos y no le debemos dar más importancia que algo pasajero.
Los
dos sinceros, tan incompatibles como parecidos, con el respeto siempre de por
medio, dos piezas del mismo juego pese a todas sus diferencias, pese a ser
blanco y negro.
Relación
sin nombre de tal, relación con pies de plomo, sin definir, sin aclarar, sin
pensar en nada más que el presente y disfrutar de él.
Relación
con despedidas repletas de incertidumbres, pasar a no ser nada y sin embargo…
Relación
con reencuentros posibles y diferentes,
sin más preocupaciones que la de no convertirse en dos extraños.
Este relato me ha encantado. Creo que refleja totalmente una realidad cotidiana, donde no siempre "todo" se puede rotular,donde la libertad o simplemente el fluir de la vida,va llevando a estos personajes a descubrirse!
ResponderEliminarLa describes con ternura... como disculpándola por su forma de ser. A él más seguro de todo, en apariencia...el alfa y el omega, el yin y yang... atrayéndose y alejándose...
ResponderEliminarQué bonito, Rendan!!
Un fuerte abrazo, compañero.