No se
cuestiona nada por miedo a que te juzguen por ello.
En su día
no se cuestionó a la monarquía por miedo a que te tacharan de traidor, no se
cuestionó la política, ni el patriotismo aunque ello generara guerras sin
sentido.
No se
cuestionó la religión por miedo a que te consideraran hereje, aunque ello
generara mentalidad intolerante y fanatismo.
No se
cuestiona el ateísmo por miedo a que te tachen de meapilas.
No se
cuestionan las culturas y costumbres que no sean las del primer mundo, no se
cuestionan las minorías, no se cuestiona el feminismo, todo ello por miedo a que
te juzguen y lapiden en las redes sociales que gobiernan el mundo.
No
cuestionamos la izquierda por miedo a que te condenen de facha, no se cuestiona
la derecha por miedo a que te condenen de progre. No se cuestionan las
fronteras, sentimos la necesidad de marcar lo que es nuestro, aunque no lo sea.
No se
cuestiona el ser bondadoso cuando no siempre puedes serlo, no se cuestiona la
maldad cuando a veces es resultado de unos eventos que no se pudieron parar,
uno no siempre es culpable de las cosas malas.
No
cuestionamos las libertades, ¿Somos realmente libres? ¿Deberíamos serlo?
No se
cuestiona nuestro propio raciocinio, lo mismo somos una panda de idiotas sin
remedio.
No se
cuestiona que los estudios son necesarios, que es la única manera de avanzar en
la vida.
No se
cuestiona que las leyes funcionan, que la vida es o blanco o negro, que el
sistema es el que es porque no hay otro modo.
No se
cuestionó el avance industrial, no se cuestiona la tecnología, no se cuestionan
a los mayores cuando dejaron más que demostrado que son imperfectos y
cometieron errores.
Me gustaría
poder decir que no se cuestiona a la juventud, pero todos sabemos que es lo único
que siempre se ha cuestionado.
No se
cuestiona el intrusismo, no se cuestiona el dinero, no se cuestiona el buenismo
bien, lo políticamente correcto, la educación y sus normas cuando nadie sabe de
donde vienen ni para qué sirven, alguien las tuvo que crear en algún momento.
No se
cuestionan las normas de vestimenta y
aspecto cuando eso ya no es razón suficiente para juzgar a las personas.
No se
cuestionan las creencias propias y a su vez se cuestionan las contrarias no planteándose
por qué una cosa sí y la otra no.
Tenemos
miedo a que nos vean de una forma que no queremos, planteamos nuestras
creencias en base a lo que dicen los demás, creemos que somos libres de nuestro
pensamiento pero la realidad es que nos lo callamos y lo guardamos en lo más
profundo de nuestro ser hasta convencernos
a nosotros mismos de que no es lo que somos.
Seguimos a la mayoría, buscamos opiniones parecidas, procuramos no ir en contra de una corriente que hoy en día es estúpida, no buscamos conocimiento, buscamos aceptación.
Si no
somos ateos, nos han lavado el cerebro, si no creemos en la bandera, no somos
lo suficientemente adultos, o eres feminista o directamente te conviertes en machista,
no hay punto medio aunque no se pare de decir que el feminismo es igualdad, si
pones por delante a las personas a los animales, eres una persona horrible, si no
tienes en mente ni casarte o tener hijos, ya acabaras teniéndolo o serás un
raro que vivirá toda su vida solo, si no estudias, eres un analfabeto, si no
protestas ante los chistes de mal gusto, eres un racista, irrespetuoso, retrógrado…
Si no
te importan lo mas mínimo las personas homosexuales, trans, etc, significa que les pones por debajo
de ti cuando en realidad es que tratas absolutamente a todos por igual, si no
tratas a las minorías como minorías significa que no quieres la igualdad.
Si todo
esto lo haces desde una posición de hombre blanco hetero del primer mundo, no
tienes mas remedio a que te tachen de nazi.
Y ahí
no hay más conversación que valga.
En soledad nadie puede criticarte y, si aun así lo hacen, sus palabras nunca llegan a donde deberían.
ResponderEliminarSuerte,
J.
Yo sí me cuestiono la tecnología aunque reconozco que sí facilita muchas cosas.
ResponderEliminarBesos.