Le dijo su nombre mil veces y él no fue capaz de retenerlo.
No por falta de interés, simplemente no lo hizo.
Le gustaría decir que fue el alcohol, cosa que desde luego era protagonista y causante de gran parte de su comportamiento aquella noche, pero la realidad era que simplemente no recordaba cómo se llamaba. Simplemente nunca se fijaba en los nombres, y aunque eso no era excusa suficiente, era la realidad.
El interés venia previo al alcohol y en parte agradeció que la noche quedara en solo eso.
Los errores se cometieron, las posibles ofensas sin intención y la actitud vergonzosa de los que están borrachos.
Nada sucedió. Todo quedó en una muy buena noche con amigos, una mala borrachera y una cortísima conversación anterior a todo aquello con alguien cuyo nombre se quedó en el olvido.
Le dijo su nombre mil veces y él no fue capaz de retenerlo.
Ahora era tarde para saberlo.
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