Tras
siglos sin abrir ese cajón, Oriol se encontró “frente a frente” con una fotografía que le reavivó recuerdos
que creía perdidos.
En
ese trozo de papel se encontraban dos personas a las que costaba reconocer.
Una
de ellas era un Oriol más joven lleno de sueños de futuro que jamás se
cumplirían, con unas ganas de comerse el mundo que aun mantenía, con unas
rarezas que habían desaparecido y sin otras que no tardarían en aparecer.
Un
Oriol feliz de estar allí, más flaco y barbilampiño, pero sin nada en su vida
de lo que entristecerse.
A
su lado, se encontraba lo que durante un periodo de no más de dos años, había
sido una de sus mejores amigas. Tardó unos segundos en nombrar su nombre en su
cabeza, Dakota, hacia ya mucho tiempo que no había vuelto a saber de ella, todo
había acabado de forma desagradable. Con los días, meses y años, esa situación
y sentimiento fue desapareciendo junto con su voz, su rostro y demás recuerdos.
Su
voz… Oriol de repente se dio cuenta de que ya no recordaba su voz, pero la
tristeza de aquel final seguía allí junto a aquella foto.
“Pobres
chicos, no saben lo que les espera”
Murmuró
para sí mismo mirando aquel papel, le hubiera gustado hablar con aquel chaval
sonriente para evitar que cometiera sus mismos errores, enseñarle todo lo que
había aprendido debido a aquella situación, pero se dio cuenta de que ser
consciente de haberlos cometido habían hecho de él lo que era ahora.
Dakota
había sido la única persona en el mundo a la que había odiado y perdido, ahora
esos sentimientos habían desaparecido dejando una tristeza que había acabado
aceptando.
Cogió
su mechero y sin pensárselo dos veces empezó a quemar una esquina de la foto
dejándola colgada entre dos dedos para que el fuego se extendiera, poco a poco
la imagen de aquellos chicos empezó a desaparecer como lo habían hecho en la
realidad.
Eso
ya formaba parte del pasado, de un Oriol y una Dakota más jóvenes a quienes les
esperaba pasar uno de esos malos tragos que da la vida.
“Gracias
Dakota por hacerme quien soy ahora, espero no volver a saber de ti por nuestro
propio bien” dijo Oriol antes de tirar el papel aun en llamas a la papelera.
Muy buen relato! Me gusta mucho leerte! siempre dejas una reflexión en el aire!
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