Tienes que escribir un libro.
Se que no quieres, que no tienes ganas, que no ves la razón de ello, pero tienes que escribirlo.
No solo tienes que escribirlo sino que toda tu vida queda
pausada hasta que lo hagas, si no lo
escribes, no puedes continuar, es la llave para pasar la puerta y si no la
tienes, te quedas mirándola sin poder
siquiera girar el pomo.
No eres nadie sin él
Tienes que escribir un libro.
Miras a tu alrededor y ver que todos aquellos que te rodean
ya han escrito por lo menos uno, algunos han continuado escribiendo, otros se han dedicado a otras cosas, pero todos son autores de al menos una obra
finalizada y tu mientras tanto, aun
tienes que escribir un libro.
Te encierras día a día en tu cuarto saliendo solo para
correr que es la única cosa que te mantiene cuerdo, el deporte, el cansancio más
bien, te da esa sensación de avance que de otra forma no tienes, día a día
corres mas kilómetros en menos tiempo, pero tu cerebro sigue pensando en
escribir.
El estar acompañado solo te recuerda lo que los demás han
logrado y tu no, sus libros sus
vidas, sus lectores y el dinero que
ganan con ello que les ha hecho libres mientras tu, aun teniendo que escribir páginas y páginas
de una historia que no se te ocurre por más que lo intentes, sigues viviendo de quienes son tus
dueños, tu no eres del todo tu ya que no
te perteneces en tu totalidad.
Tu objetivo.
Escribir un libro.
Única y exclusivamente.
El ocio en compañía pasa a ser una comparación entre sus
vidas y la ausencia de la tuya, sus
libertades y la ausencia de las tuyas.
Tienes que escribir un libro, da igual si quieres o si no y
si no lo haces, no eres nadie.
Literalmente, nadie.
Tienes que escribir un libro pero no puedes y mientras no lo
consigas ahí te quedas, lo único
importante es escribirlo, si no, no
puedes seguir, y si sigues, nadie te asegura el final
feliz.
Y, una vez escrito, lograr que te lo publiquen.
ResponderEliminarSaludos,
J.