Día dos
del confinamiento.
No sé
si haré esto todos los días, lo dudo mucho la verdad, pero mientras me apetezca
ahí seguiremos lanzando opiniones al aire.
Escribo
esto mientras los aplausos suenan por toda la ciudad, unos aplausos hacia unas
personas que hacen su trabajo ya sea por las buenas o por las malas.
Propongo
una cosa, en vez de salir a las 8 a aplaudir a nuestros médicos y trabajadores
en primera línea de batalla, propongo gritar todos al unísono un “Hijos de puta”
a los que han hecho que la escasez de profesionales
sea un grave problema en la actualidad, que han hecho que las condiciones
laborales sean deprimentes, que han hecho que los médicos no puedan hacerse la
prueba del coronavirus por miedo a quedarse sin ellos, que han hecho que en la hostelería
se cierre, se explote y salgan perjudicados los más débiles.
Un “Hijos
de puta” a los cuatro vientos que demuestre que realmente la población ve y no
se queda parada, escucha y no se conforma, un apoyo a nuestros médicos,
enfermeros, limpiadores, pero también camareros, dependientes, y opositores, un
“Hijos de puta” que reúna al pueblo, que las ovejas se conviertan en lobos, que
la aristocracia se convierta en trabajadores públicos.
Día dos
del confinamiento, número de personas comidas, cero.
Los
perros siguen campando a sus anchas por la calle paseando a sus mascotas humanas para que
tomen un poco el aire.
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