La
experiencia de lo vivido me convierte continuamente en alguien que no era, alguien
distinto.
He
de reconocer que te idealice, a decir verdad tengo que reconocerme a mi mismo
que lo sigo haciendo ya que si no, no
seguiría recordándote después de todo este tiempo.
Ya
no hay ninguna atracción en el recuerdo,
ningún sentimiento de añoranza, obsesión malsana ni deseo.
Simplemente
es un pensamiento sobre tu persona que sigue rondándome por la cabeza, del que
no me despego.
Ahora
se, después de todos estos años que
fuiste solo eso.
Una
idealización de un niño inexperto que necesitaba, en ese momento de su vida, lo que en ese momento de la tuya, decidiste
ofrecerme.
Fuiste el comienzo de algo, el reactivo de un proceso que continúa hasta
este momento.
Te
idealice pero no me arrepiento, ahora se que no fuiste más que una niña no con
menos nervios de los que llevaba yo por dentro.
Alguien
con las mismas dudas y deseos, alguien que la experiencia le hizo creer que tal
vez sabía lo que estaba haciendo.
No
te echo de menos.
A
decir verdad pese a que en mi cabeza no te pierdo, se que en realidad ya no
eres quien yo creo. Sé que nunca lo fuiste, como ya dije te idealice y te
convertí en un sueño, y eso es lo que más lamento.
Que
nunca te llegue a conocer y nos hicimos daño por ello.
No
quiero saber yo de ti ni tú de mi y es lógico y sincero porque lo que creímos
tener no fue verdadero, solo lo creímos ya que lo necesitábamos en ese momento.
Creamos
nuestra ciudad de papel, nuestra utopía,
nuestro cuento, y ahora de persona a persona digo que lo lamento y lo
entiendo.
Sin
saber nunca si llegarás a leerlo, sin saber ni siquiera que es de tu vida, a decir verdad, no quiero saberlo.
Te
sigo recordando y es algo de lo que no me avergüenzo, simplemente me acuerdo de
ti de vez en cuando no todo el tiempo, sabiendo que fuiste humana y como tal
imperfecta.
Ambos
lo seguimos siendo.
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