El
principio fue fácil.
Un tiempo de tristeza, de no ser yo, de sentir
caer, ser frágil.
Engordé
y adelgacé, todo daba igual,
el
deporte una religión,
nadie
me quitó el correr,
el pelo
largo y la barba sin afeitar,
ya no
quería ser yo
huir de
la realidad.
Una
espiral de autodestrucción a la espera de tocar suelo.
Y
empezar a escalar.
No sería
el de siempre, yo decido mi final.
Si no
quiero ser el de antes que más da,
yo
decido como ser, ni ella ni el pasado, no soy un mártir, soy algo más.
Cualquier
cosa es lo de menos.
Después
solo queda lo demás,
las puertas
se abren cuando dejas de mirar,
cuando te
centras en ti mismo,
dispuesto
a comerte el mundo,
más que
dispuesto a volver a errar.
siempre, siempre volver a errar, lo importante es no bajar los brazos!
ResponderEliminarUn abrazo