No
sabemos cuanto puede durar, les conocemos, les odiamos, nos damos cuenta que
solo creimos conocerles, luchamos por lo que sabemos y lo que creemos saber sin
parar de preguntarnos cual es la realidad de todo el puto asunto.
Somos quienes
somos, somos lo que aprendemos, somos lo que nos rodea, lo que esperan de
nosotros, lo que saben de nosotros…
No
podemos dejar de mentirnos a nosotros mismos diciendo que nos importa el resto
del mundo, que somos buenos, que valemos para algo o que hemos nacido para
cumplir con un destino escrito por no se sabe quien.
Creemos
que elegimos con quien pasar nuestra vida, que para todos hay una media
naranja, que de entre todos los peces en el mar hay uno que nos corresponde.
Creemos
que es nuestra decisión de quien enamorarnos y de quien no, que de los errores
se aprende y que no existe el amor a primera vista (o si)
Pensamos
que somos libres y que nos merecemos ese derecho. No creemos en nada salvo
cuando es nuestro último recurso, le echamos la culpa a Dios cuando luego
aceptamos que somos responsables de nuestros propios actos.
Buscamos
la igualdad cuando esta claro que somos distintos, nos miramos por encima del
hombro cuando a simple vista se ve que valemos lo mismo.
Nos
creemos dueños del mundo por haberlo transformado a nuestro antojo cuando luego
luchamos por sobrevivir en él tratando de suplir necesidades que nos hemos
inventado.
Lo
somos todo, y sin embargo, no somos más que un granito de arena en un universo de
incertidumbre en expansión.
Somos
recuerdos tras la muerte y olvido con el paso de las generaciones.
Somos
idiotas que tropezamos con la misma piedra, que luchamos contra los elementos
para lograr vencerlos y salir airosos, cabezotas que debido a nuestras
imperfecciones y pecados conseguimos dar un paso a delante tras otro.
Somos
un amasijo de casualidades que no podian ser de otro modo. Un destino ya
escrito en un libro con las páginas aun en blanco y por manchar.
Pensamos
que tenemos control de nuestras propias vidas, pero luego todo es un conjunto
de elementos que, junto con nuestras decisiones, logra acercarnos a un presente
que no para de convertirse en pasado.
La única
verdad es que no sabemos lo que somos, no importa.
Ubi
Sunt.
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