Muchos seres humanos mantienen que el
descanso es el cambio de actividad. Creen ciegamente en ello afirmando que
todas las personas son iguales. Que lo que les gusta a ellos les gusta por la
fuerza a todos.
Están muy equivocados, el descanso no
es el cambio a una actividad cualquiera, hacer algo que no te gusta nunca va a
ser descanso, el descanso es el ocio y, en última instancia, encontrarse
conmigo.
U.S
Pasó un tiempo antes de atreverse a abrir los
ojos, ante él se encontraban los cuerpos inertes de sus perseguidores, ambos
con la mirada perdida y un pequeño charco creciendo bajo sus cabezas.
-Hola sobrino, se que la situación no es
agradable pero no es momento para quedarse pensando.
A la derecha de los cuerpos se encontraba una
mujer de pie, aún con el arma humeante en la mano, David tardó en reconocerla,
era Irene, la hermana de su madre, hacía muchos años que no había vuelto a
saber de ella. Ella y su madre no habían acabado lo que se dice de buena manera
y había acabado desapareciendo de sus vidas.
En aquella época él aun no había empezado la
carrera y vivía en Salamanca, en definitiva, su vida no había empezado aun a
joderse de mala manera.
No había cambiado casi en todo ese tiempo, si
mal no recordaba, ella y su madre se llevaban once años, siendo ella la hermana
pequeña.
Recordaba que siempre estaban discutiendo
cuando él era chico.
Se guardó la pistola en el bolsillo ancho de
su abrigo y, saltando los dos cuerpos con cuidado de no pisar nada, se acercó a
él.
David en ese momento se dio cuenta de que estaba
aun de cuclillas metido en la caja del ascensor, su tía volvió a dar al botón
del piso del que había venido cerrándose la puerta y dejando el crimen tras
ellos.
-Tenemos que movernos con prisa a sí que será
mejor que te repongas, la policía vendrá pronto y queremos estar lo más lejos
posible de aquí cuando lleguen. Ya habrá tiempo para ponernos al día y decirnos
qué hacemos los dos aquí, ahora será mejor que agarres tu mierda y te repongas.
No dijo nada, se puso de nuevo de pie y se
quedó a su lado, ella seguía siendo más alta que él, con el pelo teñido de rojo
y un cuerpo que mostraba horas de ejercicio, podía hacerse pasar perfectamente por su
hermana mayor.
Los dos se quedaron mirando al frente hasta
que el ascensor llegó a su destino, nadie dijo nada más durante el recorrido
que podía haber durado siglos.
Ella fue la primera en salir, a paso rápido se
dirigió a la puerta contraria a la de la anciana y, sacando las llaves de su
bolsillo, la abrió.
-¿Ocurre algo querida?
David se sobresaltó, la anciana había vuelto a
abrir la rendija y se dirigía esta vez a Irene.
-No Pilar, gracias por preguntar, este es mi
sobrino David, viene un poco borracho (dijo por lo bajo como si él no pudiera
oírla) venimos a recoger unas cosas del
piso. ¿Usted que tal esta? ¿Tiene mejor la espalda?
-Sigue igual querida, achaques de la edad, ya sabe que esto ya no tiene solución.
-¡No diga eso mujer! ¡Pero si usted está
estupenda! Ya me gustaría estar como usted a su edad.
A David le parecía increíble que esa misma
mujer amable y risueña acabara de matar a las dos personas que en esos mismos
momentos se encontraban tendidas en el portal, se planteó por un momento que se
hubiera imaginado todo aquello.
Irene volvió tras sus pasos y, agarrándole con
todo el cuidado del mundo por el brazo, le arrastró a dentro despidiéndose de la vecina.
-Si le ha molestado lo siento mucho, es un
poco especial. –volvió a susurrar antes de cerrar tras de sí dejando tranquila
y feliz a la anciana. –echaré de menos a esta vecina, siempre que hacia algo de
repostería, me ofrecía un poco para que
lo probara.
La casa estaba llena de libros, parecía que su
tía había estado viviendo allí durante mucho tiempo. La disposición de las
habitaciones era la simétrica a la de las viviendas de la otra puerta, casi
parecía como si volviera a estar en casa pero dentro de un espejo, era una
sensación extraña.
-Toma. –le lanzó una bolsa de deporte vacía
que acababa de sacar de un armario. –no tenemos mucho tiempo, ve a mi
habitación y mete en ella toda la ropa que puedas, pantalones, camisetas, ropa
interior, ropa de abrigo… como si nos fuéramos de viaje por un tiempo. –señaló
el dormitorio y zarandeándole un poco le puse en dirección.
Actuó prácticamente por automatismo, abrió la
puerta encontrándose con un dormitorio parecido al de sus padres.
-¡Esta todo en el armario! –la oyó gritar
desde la otra habitación.
Lo hizo todo lo más rápido que pudo dada las
circunstancias, abrió el armario, abrió la bolsa, y llenó ésta con todo lo que
se fue encontrando.
-¿Has acabado ya?
Irene estaba en la puerta mirándole con otra
bolsa llena, igual a la que le había dado, bajo el brazo. Él se limitó a
asentir, cerró el petate y se lo echó a la espalda. Se sentía como si volviera
a tener diez años y la mujer que tenía en frente fuera la mayor autoridad en su
vida.
-Pues será mejor que nos vayamos. –Se dio
media vuelta y salió por la puerta sin esperarle, él la siguió.
Esta vez bajaron por las escaleras pendientes
de cualquier ruido.
Cuando llegaron a la planta baja vieron los
dos cuerpos aun tumbados esta vez sobre un gran charco de sangre, a David le
entraron ganas de vomitar.
Parecía que habían tenido suerte y nadie había
pasado por allí desde que ellos habían subido a por las cosas de Irene.
-Eran ellos o tú, sobrino, ahora vamos.
Su tono pese a mostrar nerviosismo, no tenía
ni un atisbo de preocupación o arrepentimiento. Parecía que para ella todo eso
fuera algo completamente natural.
Salieron calle arriba aumentando la velocidad,
giraron en la primera calle de la derecha y siguieron avanzando en silencio
hasta la entrada de uno de los garajes. Irene sacó una llave abriendo la puerta
del montacargas.
Bajaron sin decirse nada el uno al otro. Las
miradas estaban fijas en la puerta del ascensor, en silencio, esperando a que
estas se abrieran en la planta donde su tía tenía el coche.
Metieron las bolsas en el maletero, se sentó
en el asiento del copiloto y se dirigieron de nuevo al ascensor, pese a ser una
situación de estrés aquellos momentos de pausa y espera empezaban a ser
extrañamente frecuentes.
-¿A dónde vamos? –le preguntó ya en la
carretera. Le salió una voz ahogada dándose cuenta de todo el tiempo que
llevaba sin soltar una palabra.
-A otro piso que tengo por si este se
comprometía, está a nombre de otra persona por lo que no creo que nos
encuentren allí, al menos el tiempo que estemos por aquí. Me hubiera gustado
que nos largáramos antes, pero tenia que pasar por casa a recoger unas cosas,
me temo que ya no volveré a ver a Doña Pilar.
-Les has matado. –decir las palabras en alto
le dio esa sensación de realidad que hasta el momento solo había intuido.
-Como te dije, eran ellos o tú, una decisión
bastante fácil por lo que a mí concierne, la familia siempre va primero ¿Se
puede saber que haces aquí? ¿Tu madre por fin te lo ha contado?-
No sabía a lo que se refería.
-Tienes suerte de que estuviera ahí, aunque
elegí vivir en la casa delante de la vuestra por miedo a que algo así sucediera
si te soy sincera, supuse que si, por algún casual algún día cruzabas el
Yelinas, irías a tu casa no dándote cuenta de que esa no sería tu casa ya más.
Pobre Pilar, se va a llevar un susto cuando le digan que su vecina de enfrente
es sospechosa de un doble homicidio, esa ancianita siempre fue amable conmigo.
–no paraba de mencionar a la anciana, como si eso fuera lo único que le
preocupara en esos momentos.
-¿Cruzar el Yelinas? No entiendo nada, no sé
lo que está sucediendo, es como si este no fuera mi mundo. –se tapó la cara con
las manos tratando de controlar su respiración, no paraba de temblar, no tenia frio
pero su cuerpo hacía rato que le había dejado de obedecer.
-¿O sea que no sabes nada? Esta conversación
se va a alargar más de la cuenta entonces y no es lugar para hacerla, de
momento lleguemos al piso franco lo antes posible, necesitamos salir de las
calles, asearnos y descansar un poco.
El piso franco, como lo había llamado Irene,
estaba al otro lado de la ciudad, en una de las calles principales de entrada y
salida de esta misma.
Estaba en uno de los primeros barrios de
viviendas que se habían construido en el extrarradio, los edificios eran
bastante antiguos, y la gente que allí vivía, había estado en ese lugar toda su
vida.
A nadie le importaba que los vecinos pusieran
antenas o aires acondicionados en fachada, y dos de cada tres balcones tenían
la ropa tendida a vista de todo el mundo.
Dejaron el coche justo delante de una
frutería, el dependiente, al ver a Irene, salió de la tienda a saludarla.
-No me jodas que este momento ha llegado, y yo
que te llamaba paranoica.
Irene le tendió las llaves del coche, él las
agarró al vuelo, se quitó el mandil, lo tiró dentro callera donde callera, y
echó la persiana cerrando la tienda.
-¿Este es tu sobrino?
No esperó a que David saliera para meterse
dentro del coche.
-Si no lo es, se parece mucho.
El hombre le saludó y le abrió la puerta
indicando que saliera.
David ayudó a sacar las cosas del maletero,
dentro había una tercera bolsa también repleta de cosas, parecía como si su tía
hubiera estado preparada para un momento así.
Una vez hubo cerrado el maletero dio dos
golpes con el nudillo y el frutero se marchó con el coche.
-¿A dónde va?
-A esconder el coche y mantenernos informados
en todo lo que pueda, me debía una. Ahora vamos.
Cargaron con todo hasta el portal más cercano,
no había ascensor, pero igualmente el apartamento se situaba en el primer piso.
Salvo por la cocina, el cuarto de baño y una
cama, el resto estaba completamente sin amueblar. Dejaron las bolsas en el
hall.
-Date una ducha caliente, te vendrá bien, aquí
estamos seguros. –dijo Irene accionando la luz y el agua de la vivienda. –yo
mientras prepararé algo para comer, supongo que no tendrás hambre pero tendrás
que recuperar algo de fuerzas, después podremos hablar tranquilamente. Hay
toallas debajo de la pila, ropa limpia no tengo de tu talla me temo.
Quiso reprochar exigiendo respuestas, pero su
tía se dirigió a la cocina sin decir nada más.
Se metió en el baño y echó el pestillo, al
momento vomitó lo poco que podía tener en el estómago.
Se quedó ahí quieto hasta que pudo asegurarse
de que su cuerpo no le daba más sorpresas, deseó en ese momento tener la petaca
y un cigarro a mano.
Se desnudó y se metió en la ducha, de momento
se dejaría llevar por la situación, no podía hacer más, se sentía sucio,
cansado, como si ese cuerpo no fuera el suyo, como si no pudiera confiar ni en
su propia cabeza, se sentía como un niño perdido en un cuerpo ya desgastado.
Pese a todo agradeció ese momento para él
debajo de la alcachofa de la ducha, dejando que el agua caliente corriera y se
llevara todo el estrés.
Irene le esperaba tirada en el suelo del
salón, había puesto unos platos con comida para picar sobrante de días
anteriores. Le ofreció un vaso con un líquido transparente.
-Toma, te tranquilizará y entraras en calor.
-¿Me das uno? –preguntó señalando al cigarro
que se estaba fumando mientras le pegaba un trago a lo que descubrió que era
ginebra.
Ella le tendió la cajetilla con un mechero.
-¿Ya estas mejor? ¿Podemos hablar?
David se sentó en frente, ella le dio un plato
y empezó a comer con desgana, poco a poco el hambre iba volviendo. Aun le
parecía increíble que la mujer que tenía delante de él, fuera la hermana de su
madre.
-Dime, ¿Has visto alguna vez este símbolo?
–dijo mientras se remangaba el brazo derecho dejando el descubierto el tatuaje
de una especie de mariposa, ¿O era una polilla?
David negó con la cabeza.
-Vaya, parece que esto va a ser más largo de
lo que tenía pensado. ¿De verdad tu madre no te dijo nada? Veamos, por donde
empiezo.
Lo primero que te quiero dejar claro es que, lo que te voy a contar, por muy
irreal que parezca, va a formar parte de tu mundo a partir de ahora. –se quedó
un momento callada pensando. –dicho rápido y pronto lo que te quiero contar es que
la teoría de los universos paralelos dejó de ser una teoría para nuestra familia
hace ya mucho tiempo, tu madre lo sabía, y en parte fue esa la razón por la que
me alejó de ti cuando eras niño
Volvió a callase con cierto nerviosismo
esperando a ver cómo respondía David.
David no supo que decir, tranquilamente se
metió un trozo de tortilla en la boca y siguió comiendo.
-Bien, viendo que no me has llamado loca de
inmediato ahora puedo explicarte todo con más calma. Sé que resulta difícil de
creer, pero este no es tu mundo, no sé cómo te han dejado en el Yelinas cruzar, pero el hecho es que cruzaste y pasaste sin
saberlo a otro universo paralelo, una Salamanca idéntica, pero no la que tú
conoces.
-No entiendo ¿Qué tiene que ver el Yelinas con
todo esto?
-Vale, empiezo de nuevo, lo siento, se me dan
fatal estas cosas. Pongamos que una persona sale a trabajar una mañana diez
minutos más tarde de lo normal porque resulta, que el día anterior se quedó
hasta tarde viendo una película y esa mañana se ha quedado dormida. –hablaba
muy rápido, a David le costaba trabajo seguirla, pero mantuvo la concentración
en ella. –resulta que sale esos diez minutos tarde y nada más pisar la
carretera, el autobús de las nueve y diez la atropella matándola en el acto.
Para una persona normal esta historia
terminaría aquí, con el último suspiro de una mujer que, por culpa de la serie del día anterior, no volverá a trabajar, una historia triste con
un final triste.
El problema es que, entre lo que piensa esta
persona normal y la verdad hay una diferencia muy grande, en ese momento se
generan dos realidades, por un lado esa mujer no oyó el despertador y por ende,
acabó atropellada por el bus, por otro lado eso nunca pasó y la mujer salió ese
día de su casa, como cualquier otro día y fue a trabajar sin saber lo que podía
haberle pasado.
La verdad es, que en este mundo que conocemos,
los “qué hubiera pasado si…” si que pasaron.
Momento de silencio.
-¿Me estás diciendo que con cada decisión que
tomamos a lo largo del día se crean nuevos universos donde tomamos las
decisiones contrarias? Eso es imposible.
- Estoy de acuerdo contigo, por alguna razón
el cosmos sabe que no podría evolucionar con cada chorrada que un ser humano
cualquiera decida, no, no es posible, para que una situación genere un nuevo
universo, esta situación tiene que tener unas características, tiene que ser
importante, totalmente divisoria entre
un futuro y otro, y lo más indispensable, tiene que haber tenido la alternativa de no
haber sido así.
Da igual lo que decidamos comer cada día, da igual
que nos atragantemos con un hueso de pollo y muramos, eso no tiene por qué
cambiar nada.
Ahora bien, si resulta que ese muslo de pollo por
la razón que sea, podía no haber estado allí, vete tu a saber por qué, por
ejemplo porque esa semana realmente le tocaba hacer la compra al hombre pero al
final fue la mujer y se encontró el pollo de oferta, entonces, y solo entonces,
el cosmos dice que adelante.
Ahí, y solo ahí, se generan dos universos, uno
en el que la mujer aprovecha la oferta, otro en el que el hombre va directo a
la sección de solomillos, que le gustan más, y compra una comida ausente de
elementos peligrosos.
Estas decisiones creadoras de universos las
llamaremos a partir de ahora Matronas.
Estos universos paralelos se parecen bastante
a lo que la gente común conoce de los universos paralelos, infinitos mundos
ocupando un mismo espacio-tiempo de forma paralela, todos siguen su curso ajenos
a los otros salvo por un detalle.
En el mundo existen ciertos puntos donde
dichos universos están conectados, hablando de forma literal, existen puertas
en lugares específicos que nos permiten cruzar de forma física de un universo a
otro, estos lugares son lo que llamamos Puntos de cruce, y querido, tengo que
decirte que el Yelinas es uno de esos puntos, no tengo ni idea de cómo te
dejaron pasar ya que, como todos los Puntos de cruce, el Yelinas está vigilado.
Tú tuviste que pasarlo en algún momento ya que
si no, no estarías aquí hablando conmigo, cada punto de cruce te lleva a un
universo distinto y este, es el universo que une el Yelinas con el nuestro.
Otro momento de silencio mientras su tia le
miraba fijamente para ver su reacción ante todo aquello.
-Universos paralelos, Matronas, Puntos de
cruce, el Yelinas… -David sabia que, por loco que sonara, eso que le estaba
contando su tía era real, en cuestión de tres días su vida había dado un vuelco
poniéndola completamente del revés.
-Se que tienes mucho que procesar, y más aun
sabiendo que aun no hemos llegado a tu papel en todo esto, por ahora será mejor
que termines de cenar, asimiles y descanses, no es bueno que te suelte todo
esto de sopetón en tu estado. Yo ahora tengo que salir a juntarme con Javier
para saber qué ha averiguado. Cuando vuelva seguiremos hablando.
David supuso que se refería al frutero, miró
al reloj y se dio cuenta de la hora que era, habían pasado ya hora y media
desde que llegaron a ese apartamento, ¿Cuánto tiempo había estado en el baño?
Se llevó el vaso a los labios y disfrutó del sabor y ardor de aquel líquido
mientras bajaba por su garganta.
Aun tenia las esperanzas de despertarse en su
antiguo dormitorio de Granada.
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