Apenaros por
vosotros mismos puesto que sois los que quedáis.
Los que tenéis
que esperar al descanso merecido, a la ausencia de dolor y sentimientos.
Los que tenéis
que sufrir la pérdida de aquellos que se adelantaron.
Entristeceros no
por ellos, sino por ese egoísmo tan humano que os hace ser dependientes de las
personas que amáis, no dejándolas marchar.
Ya os tocará
vuestro turno, hasta entonces, pensad en mí como algo inevitable que hará que
todo eso que sentís ahora, desaparezca.
U.S
-¡David, rápido despierta! ¡Ha pasado
algo y tenéis que marcharos!
David abrió los ojos. Se encontraba
cómodamente tumbado en una cama cubierto con sábanas de algodón.
Al principio le costó un poco recordar
lo sucedido.
-¿Dónde estoy? –preguntó
desconcertado. Nada más moverse hizo una mueca de dolor. Tenía todo el cuerpo
magullado. Le habían vendado fuertemente el torso al igual que el tobillo. Se
dio cuenta de que estaba en calzoncillos. Su piel había tomado una tonalidad
morada amarillenta allí donde había recibido los golpes.
-Estáis en el Palacio del rey niño en
Ávila, aunque no por mucho tiempo. ¡Rápido! A cada minuto que pasa se hace más
probable que no podáis volver a vuestro lugar de origen. –Fabio estaba nervioso.
Fuera lo que fuera lo que hubiera ocurrido tenía que ser serio.
-¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Alex?
–preguntó acordándose del estado en el que estaba. Recordaba que había perdido
el conocimiento antes que él.
-Está bien, no te preocupes. Aunque el
corte no fue para nada limpio pudimos parar del todo la hemorragia y cerrárselo
sin mucha dificultad. ¿Qué coño os ocurrió en Salamanca?
Le cogió del brazo y le ayudó a incorporarse.
Perdió el equilibrio al principio pero con la ayuda de Fabio logró mantenerse
en pie.
-¿Qué ha sido del hombre que
llevábamos en la parte de atrás? ¿Ha sobrevivido?
-Lo tuvimos que llevar al hospital. Tenía
una hemorragia interna y había perdido demasiada sangre. Por lo que sabemos está
en la uci tras un día entero de operaciones. Ahora solo queda esperar y rezar
que salga de esta.
-¿Un día? –Fabio asintió.
-Tanto tú como Alex dormisteis el día
de ayer entero. Os hubiéramos dejado seguir hasta que estuvierais completamente
recuperados, pero hay peligro de que se cierre la arista de un momento a otro.
David se despertó de golpe. Aquello
era grave, tenían que salir de allí. No le apetecía lo más mínimo volver a
pasar por aquel corredor estrecho pero era algo de lo que se había estado
mentalizando.
Fabio le entregó un bastón.
-Es de uno de los ancianos que viven
aquí. El pobre hombre ya no puede salir de la cama así que consideró que te iba
a ser más útil. –Lo cogió agradecido. Al principio se le hizo extraño caminar
con él pero consiguió habituarse rápido.
-Vístete, te espero fuera.
Fabio salió de la habitación.
Se puso un pantalón y una camisa
limpia que le habían dejado en una silla. Vio que la mochila y la pistola
estaban en la mesa. Abrió el saco y respiró tranquilo al ver que seguía ahí el
trozo de piel.
Guardó todo y salió por la puerta.
Alex y Fabio estaban en el pasillo.
-¿Estás bien? –tenía la cara amoratada
pero la hinchazón se había ido. Parecía descansada. Le cogió la mano derecha
con cuidado viendo unas vendas limpias en las que sobresalían cuatro dedos.
-Ninguno de los dos tuvo heridas
internas, y eso que ambos os habéis roto varias costillas. –Fabio se veía
inquieto. – tuvisteis suerte aunque os esperan unos días de dolores que no me
gustaría tener. Ahora si no os importa tenemos que irnos. –se dio media vuelta
y empezó a caminar.
-Parece ser que llevamos un día entero
fuera de juego. –le costaba hablar debido al labio partido pero David pudo
entenderla a la perfección. -¿Habéis tenido más ataques desde que llegamos?
-Precisamente desde que cruzasteis no
han vuelto a molestarnos. Al principio nos extrañó pero luego vimos que ya no
estaban interesados en nuestro punto de cruce.
Bajaron las escaleras. Estaban en un
segundo piso. En el hall de entrada les estaban esperando un par de señores
mayores vestidos con ropa de estar por casa. Los dos eran iguales.
-Os presento a nuestros predecesores.
Los antiguos gemelos de este punto de cruce. Han querido venir a despedirse
antes de que os vayáis.
Los dos se acercaron. Era raro verlos uno
al lado del otro sabiendo que en realidad eran la misma persona. Les dieron la
mano.
-Te ha tocado llevar un gran peso
encima. –le dijo uno de ellos a David mirándole fijamente a los ojos. –romperás
con una tradición de portadores tan antigua como el universo. Nosotros ya no estaremos unidos pero volveremos a vernos.
–su voz era débil aunque su apretón de manos demostraba que aún quedaba vida
dentro de aquel cuerpo.
David no entendió ni una palabra.
¿Portadores? ¿Se refería a Jaime y el cuervo? Quiso preguntarle pero Fabio
insistió en que se movieran. Miró lo que aquel anciano le había dejado en la
mano al dársela. Era un vial pequeño con lo que parecía ser sangre en él. Se lo
enseñó a Alex. Miró hacia atrás pero los dos hombres ya se habían ido.
-Quisieron dártelo ellos. Sentimos
habéroslo guardado hasta ahora pero creímos que era peligroso que lo llevarais
con vosotros a Salamanca.
-¿Qué es? –preguntó David aunque ya se
olía la respuesta.
-El último ingrediente que os faltaba
para realizar el ritual. Hace unas noches llegó un hombre herido a las puertas
del palacio. Le habían disparado los mismos que os dieron la paliza a vosotros.
Al principio no entendí nada. El pobre
hombre no paraba de hablar entre espasmo y espasmo. Estaba claro que no iba a
sobrevivir. Fue entonces cuando los ancianos que acabáis de conocer bajaron a
la puerta de la arista donde nosotros estábamos y llegó el homólogo de aquel
chico desde el punto de cruce junto con mi gemelo.
-Ni Fabio ni yo sabíamos qué estaba
ocurriendo. Los ancianos se acercaron al moribundo tendido en el suelo y los
cinco nos quedamos quietos, sin hacer nada, viendo como moría. Su homólogo se
quedó de pie, mirando con una frialdad que me cuesta reconocer en un ser
humano.
Una vez su alma se hubo liberado los
ancianos le quitaron la camisa dejando al descubierto el tatuaje que tienes
guardado en la mochila. –David no dijo nada. –el chico llevaba consigo el
cuchillo de desollar que viste en el suelo. El resto puedes imaginártelo. Él se
fue por donde había venido con la piel que le acababa de cortar a su homólogo
recién fallecido. Los ancianos se quedaron con el vial y la promesa de que se
lo entregarían a un recién descubierto no nacido.
-¿Qué hicisteis con el cuerpo?
–preguntó Alex.
-Lo quemamos hasta que solo quedaron
cenizas. Esas fueron las órdenes.
Aquella noche sucedió algo por lo que
llevo confesándome desde entonces. No sé en qué estáis metidos pero confío
plenamente en nuestros predecesores. Sea lo que sea de lo que vaya este ritual,
es importante que lo realicen las personas adecuadas.
Llegaron a la cocina. Les dio dos
bolsas ya preparadas con bocadillos, fruta y agua.
Ambos sintieron deseos de llevárselo
todo a la boca pero reconocieron que no era el momento.
Llegaron a la despensa. El suelo
estaba limpio. No había ni rastro ni del cuchillo ni de la sangre.
Fabio se acercó a la pared del fondo y
empujó con las dos manos. El muro de piedra se echó hacia atrás y hacia un lado
mostrando el corredor. Su gemelo les estaba esperando con una linterna en las
manos.
-Ha sido un placer conoceros. Siento
tremendamente que no volvamos a vernos. Mi tiempo como guardián de esta arista
está llegando a su fin. Por favor tened cuidado. –se hizo a un lado para
dejarles pasar. Los dos Fabios se abrazaron fuertemente dándose la mejor de las
suertes.
Una vez se hubieron despedido el cura
se volvió a poner delante de ellos alumbrando el camino.
Ambos caminaron lentamente. Aún estaban
débiles pero paso a paso fueron avanzando.
-¿Estáis seguros de que el punto de
cruce se va a cerrar? ¿Tanto se han separado los dos universos? –Alex estaba
extrañada, había visto claras diferencias entre una Salamanca y otra pero nunca
hubiera supuesto que aquella separación fuera suficiente como para romper con la
unión.
-Créeme, nos ha pillado por sorpresa a
todos pero no hay nada que hacer ya. De un momento a otro estas paredes dejaran
de existir.
Aceleraron el paso hasta que llegaron
al otro lado. Fabio cerró el muro y respiraron tranquilos.
Las dos transiciones siguientes
costaron más que la anterior vez. Ni Alex ni David estaban en condiciones para
arrastrarse por el suelo y les llevó algo más de tiempo de lo normal. Una vez
estuvieron en las escalera de caracol salieron al interior de la catedral.
-No entiendo, ¿Qué ha ocurrido en el
otro universo para que se acelere todo el proceso? –Alex seguía dándole vueltas
al mismo asunto.
-¿El otro universo? –preguntó Fabio
extrañado. – ¿Es que no os ha dicho nada mi gemelo? Es este universo el que
está colapsando. –ninguno de los dos supo qué responder. –seguidme quiero
enseñaros algo.
Empezó a caminar rápido y entró por
una puerta que daba a las dependencias del cura.
David se fijó en ese momento que
estaban solos en la catedral. No debían de haberla abierto ese día al público.
-¿Este universo? ¿Qué está pasando?
¿Qué ha dicho de un colapso?
-Cuando un universo se difiere lo
suficiente de otro, es lógico pensar que dichas diferencias no las tiene solo
con ese sino con todos aquellos con los que está conectado. Si un punto de
cruce desaparece, el resto lo hacen con él dejando dicho universo solo.
Completamente aislado. Si lo que dice Fabio es cierto pronto los lugares como
el Yelinas, o esta catedral, pasaran a ser lugares normales y corrientes.
-¿El Yelinas?
-Yelinas incluido.
Siguieron al cura quien ya había
entrado en la habitación. Había encendido una pequeña televisión que allí
había.
Cambiara al canal que cambiara solo
había noticias de lo mismo.
-Ha ocurrido a lo largo de esta
mañana. Lo consideran un ataque terrorista a nivel global. Más de 200
explosiones simultáneas en las capitales principales de los países europeos y
continente americano. Aún no estamos seguros pero por el momento todos los
lugares que han mencionado eran puntos de cruce. Es obvio que ha sido orquestado
por la organización de Ubi Sunt. Hemos preguntado por ahí y solo ha ocurrido en
este universo. Esto no tenía que haber pasado.
-Los desaparecidos. –murmuró Alex para
sí. Su cuerpo tiritaba de la rabia contenida.
Las imágenes eran completamente explicitas
y caóticas. Muertos, heridos, polvo, fuego y cascotes por todos lados. Una
catástrofe mundial solo comparable con una guerra.
-¿Cómo han sido capaces?
-Con los atlas de Wald supieron a qué
lugares atacar.
Provocando el colapso generan un
reinicio en el universo. Partimos de cero. Los puntos de cruce conocidos hasta
el momento dejan de existir dando paso a otros nuevos en el futuro.
Ahora conocen a los tatuadores. Andrea debió
contarles todo antes de morir por lo que ahora saben que con gente como ella
pueden descubrir, no solo cuándo se crean nuevas matronas, sino dónde se situarán
los nuevos puntos de cruce.
Con esta jugada nos ponen a la misma
altura que ellos. Destruyen una sociedad hasta los cimientos para poder
construir una nueva en la que ellos controlen las fronteras.
Y mientras, la carrera por encontrar
la escalera sigue.
Odio decir esto pero ha sido un
movimiento arriesgado e inteligente por parte de ellos. –no había dejado de
mirar las imágenes en lo que decía todo aquello.
-¿Cómo puedes estar tan tranquila? –le
reprochó Fabio. –Ahí han muerto miles de personas. En cuestión de unas horas
todo el mundo se ha puesto patas arriba. Los países se echan la culpa unos a
otros sin saber lo que ha ocurrido realmente.
Muchos padres no volverán a ver a sus
hijos y muchos hijos no volverán a ver a sus padres. ¡Quienes aparecen en estas
imágenes son personas por el amor de Dios!
-Estoy de acuerdo con todo lo que has
dicho. Es horrible. Pero eso no significa que no haya unos motivos detrás de
todo. Hasta las peores cosas se hacen por alguna razón. Con esto no quiero
justificar a esos hijos de puta. Dios sabe que los quiero ver bajo tierra más
que nadie en este mundo.
-¿Qué va a ocurrir a partir de ahora?
¿De verdad esa organización abarca tanto?
-El colapso es inminente. Los gemelos
dejaremos de serlo de un minuto a otro. A nivel estatal han decretado el estado
de alarma inmediato. No dejan salir a la gente de las ciudades y han marcado un
toque de queda a las 22:00.
En España ha habido explosiones
prácticamente en todas las comunidades. Madrid se ha llevado la peor parte pero
en Ávila dos de los cuatro puntos también se han visto reducidos a cenizas.
Eran amigos nuestros. –apretó los puños.
–Si queréis volver a Salamanca tendréis que
hacerlo ya, antes de que cierren todas las carreteras. No les ha dado tiempo
aún a hacerlo pero lo más seguro es que os encontréis con alguna que otra
patrulla. Por lo demás el daño ya está hecho. Vosotros tenéis aún cosas que
hacer. No sabemos de qué va el ritual ni
por qué es tan importante pero ahora mismo no podemos hacer otra cosa.
Un amigo vuestro cruzó ayer a este
lado adelantándose a vosotros. Me dijo que os esperaría en el Yelinas.
-¿Qué se sabe del ejército? –David
tenía claro que iba a tener acto de presencia de un momento a otro.
-Es todo demasiado inmediato. No
podemos estar seguros de cómo actuará nuestro país pero tened por seguro que
las calles no van a ser lo que eran en mucho tiempo.
-¿Necesitáis ayuda aquí en Ávila?
-Podemos ocuparnos de lo que sea. En
breves no seremos más que ciudadanos de a pie. Tenéis cosas de las que
preocuparos. –insistió. –de momento tenéis que volver a Salamanca. –les
acompañó hasta la puerta de la catedral. Tal y como había supuesto David, la habían
cerrado con llave. –por cierto. Vuestro amigo me dio esto para vosotros. Me
dijo que lo mantuviera cargado. –era un teléfono móvil. Le dieron las gracias y
salieron a la plaza completamente vacía.
Se oían sirenas por todos lados. La
gente miraba intranquila por las ventanas sin comprender lo que estaba
ocurriendo.
-¡Disculpen! –se les acercó un
policía. Alex disparó varias veces hasta que el hombre cayó muerto. Había
fallado los dos primeros tiros debido al uso de la mano izquierda.
-¿Qué haces? –dijo David asustado.
-¡Era un policía! ¡No podemos ir matando a la gente así como así!
-También era uno de ellos, mírale la
mano. –Allí estaban la U y la S. –debía de estar esperándonos. Será mejor que
nos movamos rápido. Estamos bajo la mirada de más gente de la que me gustaría.
Caminaron lo más rápido que pudieron
dejando el cadáver tirado en plena plaza. Aún estaban débiles, no les había
dado tiempo a recuperarse por completo. De vez en cuando David se tropezaba con
el bastón pero aun así caminaba mejor con él.
Salieron de la muralla por la puerta
del alcázar y se encontraron de nuevo con el Chrysler de su tía aparcado donde
lo habían dejado.
Una vez dentro los dos decidieron
parar y comer lo que les había entregado Fabio en las bolsas. Sabían que no era momento para el descanso
pero lo necesitaban, tenían que coger fuerzas para lo que se les venía encima.
Volvían a Salamanca.
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