sábado, 30 de marzo de 2013

Una mirada




Cierro los ojos y me encuentro sumergido en un silencio acompañado con la música que he elegido con antelación, se que en esos momentos estoy solo, pero me siento acompañado.
“Un olor, un sonido, una respiración”
Todos mis sentidos se agudizan, pero no precisamente para enterarme de lo que tengo a mí alrededor, ya he dicho antes que en estos momentos me encuentro solo en la habitación. No, mis sentidos se agudizan de tal modo que se meten dentro de mi cabeza y me llevan a reconocer murmullos que antaño fueron gritos.
“Un color difícil de describir, un silencio nada incómodo, un tembleque totalmente involuntario.”
Poco a poco estos murmullos van apareciendo en intervalos menores de tiempo, murmullos aleatorios, recuerdos estúpidos de un momento no tan estúpido.
“Una larga espera que mereció la pena, un abrazo fuerte y soñado, una sonrisa.”
No puedo evitar sorprenderme al verme transportado a todos esos lugares, esas horas que parecieron minutos, esos minutos que parecieron instantes.
“Unas manos sucias, unas personas sobre el barro, esas mismas bajo la lluvia.”
Poco a poco los detalles aleatorios, pero importantes, van siendo cada vez más frecuentes.
“Unos ojos, una caricia, una mirada.”
“Unas horas de descanso, un rencuentro, una mirada.”
“Unos supuestos puntos en los ojos, unas uñas extrañas, una mirada.”
“Un dolor de piernas después de un largo paseo, un entrelazar de manos, una mirada.”
“Un abrazo, un beso, una despedida.”
En ese momento abro los ojos volviéndome a encontrar solo, a oscuras con mi música, mis velas, y una imagen en mi cabeza. Sonrío.
“Un abrazo, un beso, pero no una despedida.”
Un hasta pronto.


jueves, 28 de marzo de 2013

Frases prestadas- frase 39

"Había descubierto que todo, lo bueno y lo malo, deja un vacío cuando se interrumpe. Pero si se trata de algo malo, el vacío va llenándose por sí solo. Mientras que el vacío de algo bueno sólo puede llenarse descubriendo algo mejor."

París era una fiesta, Ernest Hemingway

lunes, 18 de marzo de 2013

Prejuicios


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Prejuicios, esa palabra que usamos cuando alguien juzga a otro que no conoce de nada.
Muchos dirán que todo el mundo los tiene, aunque yo de eso no estoy tan seguro.
Todo el mundo piensa en cómo es alguien nada más verlo, sin saber absolutamente nada de él y mucho antes incluso de saber su nombre, es cierto que eso siempre ocurre queramos o no, viene dentro de nuestra forma de ser el sentido de supervivencia que hace que nos fiemos más de unos criterios que otros, pero no por ello uno debe hacer caso a esas opiniones que te vienen dadas, uno no debe pensar mal de nadie y fiarse más o menos por su forma de vestir y apariencia en general. Pese a recibir una idea automática de alguien, uno no debe olvidar que la última opinión es propia y no del subconsciente.
Solo los prejuiciosos no se dignan en molestarse en conocer a una persona porque no les gusta su apariencia.
Las generaciones actuales han crecido en un mundo en el que el físico no es lo más importante, pero son las pasadas las que ahora mismo controlan la sociedad. Los pendientes, los tatuajes, el pelo de color, las rastas, la larga melena… no son más que formas que tienen las personas de expresarse y no por ello significa que estas sean buenas o malas, pero es la sociedad quien les da esos estereotipos irracionales.
El que una persona valla trajeada nos lleva a la idea de que es alguien de fiar cuando en la realidad nuestros políticos nos han demostrado claramente que no. El que una persona tenga unas rastas en cambio, aun siendo la mujer u hombre más preparado del mundo, solo te indica que no tiene derecho a ningún trabajo ya que está mal visto por el populacho y hace feo a la empresa.
Vivimos en una sociedad de prejuicios, y da la casualidad de que las personas que justamente no los tienen son aquellos que están más afectados por ellos, y eso nos lleva a preguntarnos…
¿Quiénes son realmente las malas personas de las que uno no debe fiarse?

martes, 12 de marzo de 2013

Ciudad de chabolas (cuarta parte)



Y la vida siguió en esta ciudad de chabolas y edificios desalojados. Aun recuerdo el problema de los sobres de los políticos, el problema de ciertas personas de la casa real, el problema de la privatización de la sanidad y, para que íbamos a negarlo, también la de la educación.
Pero no todo eran recuerdos malos, recuerdo el millón de firmas conseguido en solo tres días para pedir la dimisión del presidente del gobierno, recuerdo las manifestaciones casi diarias de millones de personas que, eso sí, solo ocupaban como cuatro gatos según los mandamases. Recuerdo la vergüenza que dábamos los españoles en la prensa extranjera y el aumento de parados a más de un 50% aunque claro estaba, no nos podíamos quejar porque “ese último mes el número de despidos se había reducido a 2000 diarios”.
Avancemos un poco más en la historia, todos los políticos que habían participado en aceptar dinero, bueno, vamos a ser sinceros, TODOS los políticos salieron impunes de TODAS las acusaciones.
La realeza a su vez  tenía un problemilla con la salud del rey del que, por lo que aparentaban los medios de comunicación, todos estábamos preocupados.
 Pero eso para ellos realmente no era un tema grave  ya que debían de ser de los pocos que se podían costear cualquier tratamiento y, seamos conscientes de la situación,  perder el sueldo por baja sanitaria el rey no iba a perderlo como pasaba con el resto de españoles.
Nada se solucionó, todo se fue jodiendo cada vez más hasta que nos vimos todos en esta situación.
Me quité la manta llena de piojos que me habían dado el primer día que entré en esta ciudad y miré al nuevo forastero que acababa de llegar.
-¡Bienvenido a la Ciudad de chabolas! – le grité siendo el primero en recibirlo. –la ciudad donde todo el mundo vive en la calle sin contar con los causantes de todo esto.

jueves, 7 de marzo de 2013

A las 100 entradas



Cinco años desde que empecé este blog, cinco largos años desde que decidí, no empezar a escribir, sino mostrar estos escritos, cinco años siendo principiante a escritor.
Y es que aunque quisiera dejar de ser principiante no podría más que reír y decir, eso es imposible. Por mucho que intentara llamarme escritor a secas no sabría contestar de otra forma que no fuera, me queda aún mucho por aprender y por escribir.
Y es que aún me queda mucho por delante y muchas palabras por poner, me quedan experiencias por vivir y sentimientos que plasmar. Aun me quedan, no cien entradas más, sino un número ilimitado o difícil de calcular.
Pero todo paso a paso, letra por letra, palabra por palabra, texto por texto, historia por historia. No hay prisa siempre y cuando no se vea el final.
Cinco años y cien escritos, frases prestadas, historias y demás cosas aun sin clasificar. Contento de estar aquí y deseando seguir así por mucho tiempo más.
“Cada día más joven”