No
sabemos cuanto puede durar, les conocemos, les odiamos, nos damos cuenta que
solo creimos conocerles, luchamos por lo que sabemos y lo que creemos saber sin
parar de preguntarnos cual es la realidad de todo el puto asunto.
Somos quienes
somos, somos lo que aprendemos, somos lo que nos rodea, lo que esperan de
nosotros, lo que saben de nosotros…
No
podemos dejar de mentirnos a nosotros mismos diciendo que nos importa el resto
del mundo, que somos buenos, que valemos para algo o que hemos nacido para
cumplir con un destino escrito por no se sabe quien.
Creemos
que elegimos con quien pasar nuestra vida, que para todos hay una media
naranja, que de entre todos los peces en el mar hay uno que nos corresponde.
Creemos
que es nuestra decisión de quien enamorarnos y de quien no, que de los errores
se aprende y que no existe el amor a primera vista (o si)
Pensamos
que somos libres y que nos merecemos ese derecho. No creemos en nada salvo
cuando es nuestro último recurso, le echamos la culpa a Dios cuando luego
aceptamos que somos responsables de nuestros propios actos.
Buscamos
la igualdad cuando esta claro que somos distintos, nos miramos por encima del
hombro cuando a simple vista se ve que valemos lo mismo.
Nos
creemos dueños del mundo por haberlo transformado a nuestro antojo cuando luego
luchamos por sobrevivir en él tratando de suplir necesidades que nos hemos
inventado.
Lo
somos todo, y sin embargo, no somos más que un granito de arena en un universo de
incertidumbre en expansión.
Somos
recuerdos tras la muerte y olvido con el paso de las generaciones.
Somos
idiotas que tropezamos con la misma piedra, que luchamos contra los elementos
para lograr vencerlos y salir airosos, cabezotas que debido a nuestras
imperfecciones y pecados conseguimos dar un paso a delante tras otro.
Somos
un amasijo de casualidades que no podian ser de otro modo. Un destino ya
escrito en un libro con las páginas aun en blanco y por manchar.
Pensamos
que tenemos control de nuestras propias vidas, pero luego todo es un conjunto
de elementos que, junto con nuestras decisiones, logra acercarnos a un presente
que no para de convertirse en pasado.
La única
verdad es que no sabemos lo que somos, no importa.
Me importa demasiado poco la
gente como para considerarme buena persona, si eso significa que soy mala
persona o no ya no depende de mí.
Este año ha sido cuanto menos
extraño, tengo la sensación de que digo exactamente lo mismo año tras año por
estas fechas, pero solo puedo hablar de
mis sentimientos e ideas actuales, y la verdad, mirando este último escalón de
mi primer cuarto de siglo, no puedo dejar de pensar en todas las cosas que me
han dejado este regusto, que no se sabe si es bueno o malo, de mi estómago.
He perdido a gente que creía importante,
he conocido nuevas personas que nunca hubiera creído conocer, he reído, ¿He
llorado? Mira, creo que este año no lo he hecho, supongo que será buena señal,
me he cabreado con todo lo que me rodea manteniendo parte de esa rabia aún en
mi cuerpo, han dejado de importarme cosas que creía importantes…
No sé si soy mala persona, pero
si sé que soy persona y como tal imperfecto, sé que estoy equivocado en muchas
cosas en las que creo, puede incluso que este equivocado en la mayoría si no en
todas. Soy consciente de mi personalidad difícil, sé que mis rarezas y mi
orgullo van por delante y acepto todas las cosas malas que ello implica puesto
que eso es lo que he aprendido a lo largo de estos años, aceptación, aceptar
que no soy diferente al resto por muy gilipollas que me parezcan muchos,
aceptar que no siempre la culpa es de los demás y que, por más que duela,
asumir las tuyas propias es lo que hará que cambies y evoluciones para mejor,
aceptar que no estás predestinado a absolutamente nada, que tú mismo te tienes
que sacar las castañas del fuego antes de que se quemen y con la posibilidad de
quemarte en el proceso, saber que la vida es, al igual que los seres humanos,
imperfecta, y que el sufrimiento es parte de un proceso que a la larga merece
la pena, saber que cada cosa tiene su momento.
Este año ha sido cuanto menos
extraño, han ocurrido demasiadas cosas como para contarlas todas, algunas ya
quedaron en el pasado, otras se clavan aun en mi presente como una espina difícil
de sacar, no podemos controlar lo que nos rodea al igual que no podemos
controlar nuestros pensamientos y sentimientos por muy equivocados que sepamos
que estos estén. Tras todos estos años de mi vida no puedo decir que esté orgulloso
con el resultado que ha quedado, aun tengo que solucionar muchas cosas de mi
forma de ser, perfilar algunos asuntillos de ideales y personalidad que hacen
que algunos seres queridos me miren de una forma que me hace sentir que no voy
por buen camino. También se que por suerte este no es el resultado final, y que
aun tengo tiempo de sobra para seguir moldeándome antes de que el barro se seque.
He hecho las paces con mi
pasado, en mi cara no queda más que un gesto de añoranza cada vez que me
sumerjo en él, añoranza que se transforma en sonrisa.
No sé que me deparará el futuro
y el pasado ya quedó atrás, no sé tan siquiera si soy mala persona, por el
momento me conformo con seguir adelante y levantarme por la mañana pensando,
hoy será un gran día.