jueves, 25 de febrero de 2016

Caminos separados

Fui un capullo y por eso jugué y perdí, son cosas que pasan, la vida es así, pero no por ello hace que sea más llevadero. Las experiencias están para aprender de ellas y tratar de no caer en las mismas zanjas.

Han pasado casi ya dos años, año y medio más bien y la verdad es que ahora mismo no me podría ir mejor. Viviendo en una ciudad donde el buen rollo es tangible, en tierras que me han ganado por completo. Estudiando con gusto lo que me gusta y en definitiva, viviendo.

Han pasado muchas cosas durante todo este tiempo, y sin embargo,  no logro olvidar. Soy feliz, y sin embargo, sigo teniendo una espinita clavada de tristeza.

Ahora mismo no cambiaría nada, que de vez en cuando me vengan añoranzas es comprensible, que me dé aun pena todo aquello es algo normal sabiendo lo que significó.

Sé que eso tenía que acabar, no creo que fuera la mejor forma para ello y sigo sonriendo con un gran número de buenos recuerdos que supera los malos, pero eso tenía que tener un fin.

Nunca olvidaré, eso es lo único que me queda de aquel tiempo, y seguiré sonriendo sin volver a saber más de ese mundo.

Soy feliz, reconozco mis errores, jugué y con ello aprendí, seguiré enfadado y el odio seguirá ahí, pero tampoco desparecerá la tristeza de tenerlo y todo lo bueno que salió del tema.

Espero que esté donde esté le vaya bien, yo estoy en paz conmigo mismo, y pese a que a veces deseo volver al pasado, bajo ningún concepto quiero tenerlo en mi presente.

Todo fue real, de eso sigo estando seguro, pero los caminos se separaron en direcciones opuestas sin intención de volverse a encontrar, sin intención de volver a contar los días.


lunes, 22 de febrero de 2016

Presentaciones


Romántico y gilipollas van de la mano, pero como arquitecto y gilipollas también lo van ya lo tengo asumido.

Con alma de poeta aunque no lo sea, sensiblero o anticuado según quien me mire.

La pasión, lo que me mueve,  los defectos que tiene esta, que no son pocos, dejan de tener importancia en cuanto empieza a haber ganancias.

Loco, raro, triste, alegre, bipolar, crío.

Pasota y personal, cercano y descuidado, olvidadizo la mayor parte de las ocasiones, despreocupado sin intención.

Orgulloso de mis defectos que me hacen ser quien soy aunque siempre abierto a cambiar y aprender de la vida.

Sieso, aburrido, calmado, tranquilo, vergonzoso, distraído.

Las sensaciones multiplicadas por cuatro, tanto las buenas como las malas, tenerlo asumido.

Que decir, solo Rendan Laveriz, a su disposición.

martes, 16 de febrero de 2016

Frases prestadas- frase 47

“El fin del arquitecto no es el de construir casas ni levantar paredes, si no dar lugar a los actos de la gente.
La arquitectura se encarga, como el sastre y el zapatero, de ayudarnos en nuestra vida cotidiana.”
Josep Quetglas

sábado, 6 de febrero de 2016

Pavimento


A veces no sé qué pensar de mi mismo y lo que me rodea.

A veces pienso que todo es un juego al que todos estamos obligados a participar.

El destino te lleva por caminos por los que no creías que ibas a pasar y cuando te quieres dar cuenta, estas sobre un pavimento que ni siquiera conoces.

Cada año un cuarto distinto, una cama distinta, no tengo un sitio que se diga propio, voy a donde las señales me lleven y el recorrido me deje ir, siempre sigo hacia delante. En este mismo momento pertenezco a tres sitios distintos, con mil futuros posibles por delante, buenos y malos, con mil compañeros de faena, con gente pasada, presente y futura.

Soy lo que las malas decisiones, la suerte y la valentía me han llevado a ser, soy el mismo estancao de hace unos años pero más feliz, más viejo e igual de sabio (nada para ser sincero). Más cansado y con más ganas de vivir, con más ganas de caer en las mismas zanjas que en su día cavé, con más ganas de aprender del paisaje.

Soy el que mis sueños no llegaron a imaginar, alguien distinto con el mismo adn, un “yo de ayer” del que quedan solo resquicios, soy evolución e involución.

A veces pienso en el poco control que tenemos sobre nosotros mismos, en que somos meros espectadores de nuestro propio teatro, que sentimos, queremos, trabajamos, añoramos y soñamos, pero no decidimos. Un perro atado a un carro que puede moverse libremente sin elegir la dirección.

A veces, solo a veces, pienso que nosotros no decidimos, pero luego me doy cuenta de que es al contrario que ese perro, si decidimos el camino a tomar, la dirección. Decidimos, elegimos y aceptamos los resultados de ello. Sobrepesamos las alternativas del libre albedrío y con ello, le echamos o no cojones a la vida, decidimos si el esfuerzo merece la pena, si la suerte está de nuestro lado o no.

No estoy diciendo que sea una buena vida la que nos toca vivir, pero es la que hay, “vivir para trabajar o trabajar para vivir” no es la duda que hay que tener, sino qué hacer con nuestro tiempo libre, decidir cómo ver un mundo que tiene tanto de maravilloso como de horrible o de injusto.

Podemos lamentarnos o aparentar estar locos sonriendo sin razón alguna, podemos quejarnos o despreocuparnos y seguir respirando. Echarle la culpa a la política y a las religiones o admitir que un ser humano igual que tu y que yo está detrás de todo.

Discutir o dar ejemplo. Dejarme guiar por lo que pienso a veces o por lo que mis malas decisiones, mi suerte, mi valentía, y ausencia de esta, me han llevado a ser lo que soy ahora.

Pisar firmemente ese pavimento que antes no conocía y al que no se cómo he llegado para amoldar mis pies a él y sonreír sabiendo que, aunque no tengo el pleno control de mi mismo, al menos puedo decidir.