lunes, 14 de mayo de 2012

COMO EN EL OJO DEL HURACÁN



 Tras un duro día de trabajo en el que lo mejor que me ha podido pasar ha sido que el sol desapareciera en el horizonte, me gusta dedicar un escaso momento, apenas quince minutos, a poner algo de música relajante, apagar las luces, a veces incluso encender algunas velas, descalzarme, ponerme ropa cómoda, tumbarme en la cama, y no pensar en nada hasta que ese presente pase.
Es ese momento del día aquel por el que merece la pena despertarse cada mañana, el que me permite seguir adelante con una sonrisa en la boca.



Aun con los brazos pesados,
las piernas entumecidas,
el pecho lleno de vida,
el aliento pausado.

Sabiendo que lo inevitable
se acerca cada vez más,
queriendo por el contrario
que el presente se pare, no ande.

No ande hacia su final poco esperado,
presente de tranquilidad casi extinguida,
presente de sueños, eso sí es vida,
no ande hacia ese quehacer mío a diario.

Momento sin preocupaciones,
sin pensamientos de ningún tipo,
solo yo acompañado de mi mismo,
exento  de malos recuerdos y sensaciones.

Como en el ojo del huracán,
tranquilidad antes y tras la conquista,
ese escaso espacio temporal
en el que nadie te molesta, nada te irrita.



3 comentarios:

  1. Y si estás tumbado en la cama escuchándo música para qué más. Momentos íntimos, únicos que hay que autoimponerse para sí mismos.

    Muy buen escrito.

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  2. Entiendo perfectamente esa necesidad, compañero, pero para tenerla es inevitable primero cansarse; para desconectar de los recuerdos, tenerlos,; para desear dejar de pensar por media hora, ser inteligente...es decir, para dormir es fundamental vivir.
    Incluso en la desgana hay optimismo, e incliso creatividad en pausa.
    Buen texto y poema,amigo.

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  3. Gracias por tus palabras.Hay mucha creatividad y sensibilidad en tu blog.T sigo.Te invito a seguir mi blog.Saludos poéticos.

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