sábado, 30 de noviembre de 2013

Nos puede pasar a todos


Te despiertas ya caída la noche, como con tantos otros relatos de miedo este no iba a ser menos, y como tantos otros, este está escrito pausadamente, con una voz en nuestro interior tan alta como un susurro, tal como debería ser leído.
La habitación completamente a oscuras dejando ver las siluetas conocidas de todos los días.
Pasas la mirada inconscientemente por todas las cosas del dormitorio, empezando por la mesilla de noche donde tienes el móvil que te va a despertar con los primeros rayos de sol, el armario, el escritorio, la silla…
Todo está tal y como lo dejaste hace apenas unas horas.
Decides bajar la mirada, lo haces lentamente, estás más dormido que despierto. Y llegas a los pies de la cama, y es en ese momento donde tu tranquilidad se ve corrompida por una silueta que es nueva para ti, un hombre.
Un hombre de pie a tu lado, totalmente quieto, mirándote fijamente dormir.
No sabes si se ha enterado de tu despertar, pero no muestra el más mínimo indicio de ello, simplemente, está quieto.
Cierras los ojos, intentando controlar tu respiración que se ha disparado al momento y entonces, le oyes acercarse lentamente hacia el cabecero de la cama, paso tras paso.
Paso, tras paso.
Paso, tras paso.
No tiene prisa.
Empiezas casi a hiperventilar siendo protagonista de la situación no creyéndote que te esta pasado eso, y justo cuando lo puedes sentir a tu lado de la almohada, se para, vuelve el silencio, vuelve la tranquilidad.
Puedes sentir su mirada fija en ti, no te atreves a abrir los ojos consciente de que sus piernas están a tan solo unos centímetros de tu cabeza.
Silencio

Hhhhhhhhaaaaaaaa
Poco a poco empiezas a oír su respiración según se va agachando acercando su cara a la tuya.
Hhhhhhhhaaaaaaaa
Un sonido parecido a cuando sueltas tu aliento en la ventana para crear vaho.
Hhhhhhhhaaaaaaaa
Empiezas a sentir un aire caliente en la mejilla y cierras aun con más fuerza los ojos.
HHHHHHHHHAAAAAAA
Sientes sus labios a tan solo unos centímetros de tu oreja y no puedes evitar gritar como nunca lo habías hecho.
Abres los ojos esperando encontrarte con el desconocido, no hay nadie en la habitación, no hay nadie a tu lado, sueltas un suspiro de alivio aun con la respiración agitada y el corazón latiéndote a mil.
Estas sudando y decides levantarte para asearte no parando de repetirte que todo ha sido un mal sueño, una pesadilla.
Te quitas la manta y un viento frio recorre tu piel.
Te acercas al interruptor y tu cuerpo se paraliza en el acto nada mas encender la luz.
Hhhhhhhhhhhaaaaaaaaa.



6 comentarios:

  1. Me ha entrado pánico al leer, en alguna ocasión he sentido estar acompañada a sabiendas de que estaba sola. Nunca era nadie, pero me imagino ese final y me pasmo.
    Has conseguido erizar el vello, si de eso se trataba te felicito por hacerlo tan real.
    Abrazos.

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  2. DIOS! a mi se me quedó mirando una mujer que estaba de cuclillas...y esto me acaba de poner bastante nervioso XDD

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  3. pfff! pasos imparables y lo inevitable al prender la luz...

    saludos Rendan

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  4. Menos mal que en mi actual insomnio me he dedicado a leer novelas románticas malas de cojones en el ebook a ver si me amodorran las neuronas.
    Si leo algo así, con lo miedosa que sola, me pasmo.

    Y recuerda, soy de Albacete, llevo una navaja en la liga. Te buscaría para vengarme jajaja.

    Buen texto amigo mío.

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