lunes, 24 de noviembre de 2014

YELINASH CLUB (quinto acto)


Interludio 1
Cada decisión importante en una persona implica la creación de diferentes universos paralelos en los que dicha persona ha cogido las demás direcciones posibles.
A estas personas iguales pero que han tomado caminos distintos las llamamos “Homólogos”.


Siete manzanas sobre la mesa, redondas, relucientes, amontonadas en todo el centro invitando a cualquiera a pegar el primer bocado.  Encima del montón de seis manzanas verdes se encuentra una roja destacando de entre las demás. A un lado, la caja de zapatos ya cerrada una vez inspeccionada, y en una esquina de la sala tapado con una gabardina manchada en rojo, el cadáver de la K de tréboles.


Interludio 2
A veces en uno de estos mundos aparece una persona que no tiene dichos homólogos, es la única en todos los universos y por lo tanto ninguna decisión tomada por ella tiene repercusión en más lugar que en el que esté. No genera nuevos universos puesto que no puede existir en ellos.
Estos son los llamados “No nacidos”


Siete personas sentadas en sus respectivos sitios mirándose entre sí, una silla vacía.

El silencio como ya viene siendo habitual inunda la sala. S.J juega entre sus dedos con la carta recién tachada, la camisa echa girones y los puños envueltos hasta el codo. Parece tan tranquilo como cuando entró.

-Han pasado horas desde lo ocurrido y ni se sabe cuánto tiempo desde que estamos aquí encerrados. Está claro que en algún momento tendremos que decidir comerlas o morir de hambre.

-Una simple manzana no nos va a alimentar. –Jim sigue borracho y S.J sabe que no va a apoyarle en nada ya que cree que él es el causante de todo esto.

-Estate varios días sin comer y veras como una rata alimenta más que nada.

La respiración fuerte de la gemela claustrofóbica pone de los nervios a cualquiera.


Interludio 3
Si una persona muere de forma no natural, rápido se crearan nuevas dimensiones en las que esa persona viva de diferentes formas.
Si un “No nacido” muere no pasa nada, lo que demuestra que el valor de su vida con respecto al resto del mundo es inferior.
No vale nada.


S.J deja de jugar con la carta y la pone al contra luz, le ha parecido ver algo.

-¿Qué ocurre? –el viejo es el único que se da cuenta de que ha encontrado algo. S.J le lanza el naipe.

-Míralo tú mismo.

Nada más ponerlo al trasluz la marca de agua se hace evidente. Un dibujo de siete manzanas amontonadas entre si, en una de ellas, hay dibujada una calavera.

-Una esta envenenada. –se ríe Scar. –una razón más que suficiente para no comerlas.

-Con el tiempo no nos quedará otra. –Samantha no parece haberse llevado una gran sorpresa. –parece ser que es el siguiente juego, seis comemos y seguimos adelante, uno muere.
-¿Por qué una roja?

-Juega con nosotros, hace que nos preguntemos si es esa la que esta envenenada o simplemente es una más.

Pasan las horas, los días, el tiempo no existe como tal en “la arista”. Tanto Scar como Susan y Saron deciden acallar su sed con el poco alcohol que les ha dejado Jim. Hay peleas, insultos y acusaciones lanzadas al aire pero ninguno se levanta de su silla, esta vez no quieren arriesgarse a que se vuelvan a apagar las luces y caiga alguien muerto.

El cadáver empieza a oler y debido al calor y al miedo,  nadie necesita aliviar sus necesidades básicas. Lo que no es sudado simplemente lo aguanta uno.

Poco a poco el hambre va haciendo su efecto y la sed hace su aparición.

-El hijo de puta que nos ha encerrado aquí solo espera vernos morir.

-Quiere que muramos pero no todos a la vez, nos está obligando a comer.  –S.J ya está cansado y tiene demasiada hambre y sed como para seguir con aquello, coge una de las manzanas verdes y le pega un mordisco que le lleva hasta el mismísimo cielo, un poco ácida y jugosa. No ha probado manzana mejor.

“Mala suerte tengo que tener para que de siete me toque la podrida” piensa dándole otro mordisco.

-Ya estoy mayor así que si tengo que morir que sea con la barriga llena. –Cruler agarra otra de las manzanas verdes, Jim le agarra la mano antes de poder llevársela a la boca.

-¿Por qué no coges la roja viejo? ¿Y tú por qué no dejas esa sobre la mesa?

No tiene ganas de discutir, le pega otro mordisco y la hace rodar junto con las demás.

Susan se quita la americana metiendo todas las piezas en ella en forma de bolsa.

-Será el azar quien decida. –todos asienten, meten la mano y cogen una manzana dejando la última para ella. Samantha tiene la roja en la mano, Jim, la mordida, sonríe.

-No sirve de nada que esperemos más. –todos están demasiado débiles para llevarle la contraria. Tras un momento de duda todos muerden a la vez. Samantha parece tardar un poco más en decidirse.

Mordisco tras mordisco, en pleno silencio, todos hacen desaparecer su fruta, nada más terminar el sonido del agua les hace mirar hacia el techo donde los aspersores antiincendios empiezan a funcionar mojándoles por completo.

Todo son gritos de alegría, todos abren la boca y disfrutan del fin de la sequia, disfrutan de su premio recién caído del cielo.

Nadie hace caso a las manos partiendo un As de tréboles a la mitad.

Esta vez, al contrario que en los cuentos, la manzana roja no era la envenenada.


Interludio 4
El azar no es más que dejar tu vida al servicio del destino. ¿Cuál es el destino de aquellos que realmente no existen?



1 comentario:

  1. ahh estremecedor! original,bien escrito, manteniendo la línea angustiosa de no saber! Te felicito amigo!

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