lunes, 30 de junio de 2014

Yelinash Club (Tercer acto)


Las patas de la silla crujen con el peso de su cuerpo, todos le miran pero nadie parece tener la intención de romper el silencio que ahora domina el ambiente.

Hace una pequeña revisión a cada uno de los allí presentes. Siete personas, con él ocho. A su izquierda, compartiendo el mismo lado de la mesa,  una mujer de unos treinta, arreglada con un vestido como si viniera de una fiesta de gran categoría, pelo largo y castaño echado sobre los hombros como si dicha posición hubiera requerido de largas horas enfrente del espejo. Tiene la mirada fija en un anillo con el que juguetea de forma automática pasándoselo entre los dedos. Justo enfrente de ella al borde de la mesa se encuentra una carta, un As de corazones mitad negro mitad rojo.

Mira su carta recién sacada del bolsillo y se da cuenta de que la ha dejado en la misma posición que la de la mujer, de hecho, parece ser que todos han hecho lo mismo. En el lado opuesto de la mesa dos hombres, el As de tréboles mitad negro mitad rojo, un hombre de unos setenta años, pelo corto y canoso, con una pequeña barba bien recortada que le sube hasta el bigote. El As de diamantes mitad rojo mitad negro pertenece a un chico de veinte, totalmente descuidado con una copa en la mano llena a rebosar de un licor trasparente que se da por sentado que no es agua.

Las cuatro cartas restantes eran los respectivos reyes de esa extraña baraja bicolor. A  su derecha las K de picas y corazones, dos mujeres de la misma edad que “As de corazones” ambas idénticas, dos gemelas vestidas de traje como si de federales se trataran. A su izquierda K de tréboles y rombos, dos cuarentones de vaquero y camisa, el de diamantes con una cicatriz en toda la barbilla que le caracteriza.

-Parece que ya estamos todos. –habla este último con una voz grave y calmada. –déjeme adivinar, usted también es un “No nacido” que ha venido buscando un supuesto trabajo. –su risa mas forzada que sincera revota por todas las paredes de la habitación. –Ocho detectives de puntos de cruce reunidos por un aparente cliente mediante ocho cartas de una baraja bicolor. ¿Alguien sabe de qué va esto?

Nadie responde.

S.J no dice nada, en estos momentos echa de menos no haber traído consigo una jarra como la que acababa de beber. Se quita el sombrero y lo deja suavemente encima de su tarjeta de invitación. Todos le miran esperando a que vaya a hablar pero se limita a quedarse sentado expectante.

-Y usted es…  –La  mujer de rojo que tiene al lado con la carta del As de corazones tiene una voz suave como si de una cantante de blues se tratara.

-El señor “As de picas” y usted “Corazones” por lo que veo. –dice sin intención de entablar amistad con ninguno de los allí presente.

-Yo te conozco.  –El chico del As de diamantes le mira fijamente a la cara mientras da vueltas a la copa entre las manos. –Te conocen como S.J, un detective de la vieja escuela pese a no ser tan viejo para ello. Nadie sabe tu nombre ni dimensión de la que procedes pero eres famoso por tus no precisamente buenas relaciones en este mundillo.

-Se dice que tienes ciertos poderes extraños. –el viejo As de tréboles ahora tenía la palabra. – aunque yo sinceramente creo que son habladurías. También conocido como “el vagabundo” debido a que merodeas continuamente cruzando aristas sin tener un hogar fijo.

S.J sonrió. –también vosotros sois conocidos en esta profesión, lo que hace de esta situación algo un tanto peculiar. Usted, “As de corazones” si no me equivoco es Samantha, tenemos a nuestro amigo de la cicatriz Scar, la “K de tréboles” James, el jovencito bebedor Jim, las famosas gemelas “no nacidas” Susan y Saron Raster y usted  señor debe de ser Cruler a quien sinceramente daba por muerto. –el viejo se limita a sonreír sin dar la mas mínima señal de responder a tal insinuación. –La  pregunta señores no es quiénes estamos aquí sino, como bien ha dicho nuestro amigo Scar, cuál es la razón de esta reunión en la que hemos sido engañados a venir, y lo que es aun mas importante, por qué en el mismo momento que dejé la carta sobre la mesa nos hemos quedado totalmente encerrados en esta habitación entre dos mundos.

El silencio volvió con estas últimas palabras.

-¿No lo habéis sentido? Ya no hay punto de cruce. –su voz era tranquila aunque son palabras indicaran todo lo contrario.

James se levanto de la silla y se dirigió hacia una de las puertas abriéndola de golpe. Detrás no se encontraba más que la continuación del muro que formaba toda la estancia, como si allí nunca hubiera habido un hueco por el que pasar. El joven Jim fue a la otra puerta obteniendo el mismo resultado.

-Encerrados en la “Arista”,  un lugar inexistente entre dos mundos solo que ya no está entre ellos. Sea quien sea el que ha preparado esta reunión no ha querido intromisiones de ningún tipo. Estoy deseando saber que va a venir ahora.

Siete personas, ocho con él encerrados en aquel lugar de piedra sin aperturas de ningún tipo, con una mesa en el centro y siete extrañas cartas de un mazo bicolor.


El silencio volvió a inundar la habitación.

2 comentarios:

  1. uy,no sé que pasó con mi comentario!!! desapareció.-..te decia que me había atrapado su misterio,su especie de caos esa cosa,que no se ve pero se percibe..

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  2. Me atrae ese misterio. Esos personajes y sus cartas, ese silencio envolvente...
    Besos amigo Rendan.

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