viernes, 4 de noviembre de 2016

De la materialidad del espacio y otros títulos que solo quedan bien.

Un arquitecto no es más que un gilipollas que se cree que sabe, no lo hace, pero es experto en volverse experto (algo bueno tenía que tener)

Un arquitecto no es más que un artistilla nivel profesional, alguien que es consciente de todo lo que le rodea, de la materialidad del espacio, de qué y cómo están hechas las cosas, cómo se sujetan, consciente del espacio que deja el vacío, consciente de las entrañas que conforma nuestro hábitat, consciente de una gravedad que se pasa por el forro.

Alguien que quiere tocar todos los palos teniendo que especificarse en algo determinado según vayan surgiendo los proyectos. No sabe de nada hasta el momento en el que necesita de ello, siempre estudiando, se apunta a todo.

Un ser engreído y egocéntrico que acepta su forma de ser, alguien fácil de odiar  por su propia estupidez como persona, alguien a quien admirar por su facilidad de buscarse recursos. (Más odiado que amado no nos engañemos)

Un arquitecto aguanta lo que le echen, un suicida por vocación que se cree más de lo que es, que duerme solo a días impares y despega los ojos del ordenador solo para ver como se ve el papel.

La figura del arquitecto tiene muchas cosas malas, muchas, pero se limitan a la persona que hay detrás, un arquitecto no es más que un gilipollas con la capacidad de hacer cosas que ni él sabía que podía hacer, por gusto personal, por amor a la naturaleza de construir cuevas cada vez más habitables y sorprendentes.

3 comentarios:

  1. De vuelta al ruedo! Me encantó tu texto Rendan! Fuerte abrazo!

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  2. Un arquitecto intenta completar los espacios con lo que su imaginación o su sabiduría juega.

    Un abrazo, compañero.

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