jueves, 19 de julio de 2018

Cuaderno de viaje (Roma_04)



Y empecé este diario en el tren camino a Napoli y ahora lo acabo por el momento en el tren de vuelta a Roma.

Ha sido un día muy bueno, ha llovido, me he montado en el tren que no era camino a Pompei, me he bajado en un pueblo a mitad de camino, he andado hasta la siguiente parada para coger el tren que si era y finalmente he llegado a la 1:00.

Pompeya me ha dejado un sentimiento de pena, un pueblo-ciudad de aquel tamaño y estatus… un lugar con vida condenado a vivir para siempre de forma agónica, congelado en el tiempo y en la imaginación de todos los que la visitamos.

Una población que ha perdurado en su plenitud gracias a una catástrofe conocida por todos.

El sentimiento que genera ver los moldes de hombres, mujeres, niños y mascotas en sus últimos momentos de vida… sus posturas…

Los pasos de cebra, el circo, el coliseo, los templos, prostíbulos y tabernas, todo conservado como si no hubieran pasado 2000 años.

Una ciudad de antaño llena de vida hoy convertida en un parque temático que hay que ir a ver en algún momento.

Estos días están pasando más rápido de lo que me gustaría, ya solo queda mañana y pasado vuelta a la realidad.

Ahora coger otro tren.

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