Hablemos de "Metro 2033".
No os voy a mentir, cuando empecé este libro ya conocía su
historia por parte del videojuego homónimo, pero ello no hizo que me dejara de
sorprender gratamente.
La historia es simple, tras una guerra mundial de la que no
se dan muchos datos, los únicos supervivientes conocidos en el mundo son los
que ahora viven en el metro de Moscú mientras que, el exterior, ha quedado
reducido a un hábitat producto de la radiación donde viven nuevas especies depredadoras.
Esta situación ha creado una nueva sociedad en la que los
seres humanos viven en la oscuridad en pequeñas ciudades-estado situadas en las
paradas del metro en continuos saltos de guerra y tregua, debido a los ideales
políticos y religiosos que se han mantenido del pasado, mostrándonos que el ser
humano básicamente sigue cometiendo los mismos errores una y otra vez
demostrando que somos animales no muy diferentes al resto.
El protagonista de nuestra historia, Artyon, no deja de ser
un crio sin conocimientos, ni del viejo mundo ni del nuevo ya que nunca ha
salido de su estación que, a base de golpes de suerte, va avanzando en su
misión impuesta por un completo desconocido (esto nos muestra su clara
personalidad alocada y joven), y de la que vas sabiendo cada vez más según
avanza la historia.
Artyon no es el típico héroe capaz de cualquier cosa del que
estamos acostumbrados, sino que desde el minuto uno demuestra su dependencia de
la gente de alrededor y vemos como va aprendiendo a base de la experiencia, el
personaje con el que comenzamos no es para nada el que dejamos al terminar el
libro.
Las descripciones de las situaciones ocurridas a lo largo de
su viaje por las vías llevan al libro al género de relatos de terror, real y
psicológico, en los que muchas veces no sabes lo que está ocurriendo en
realidad, eso junto con la distopia creada y la idea filosófica que lleva
detrás, lo convierte en un libro que se lee del tirón queriendo saber que
ocurrirá después.
Lo de menos es la misión y el final, sino que se disfruta
paso a paso ese camino tan nuevo para ti como para el protagonista.
Es en definitiva, un libro que se lee bien, quitando la
parte de los nombres propios rusos, y del que se disfruta del momento y
recorrido más que de un objetivo predefinido del que quieras saber su resultado,
no tienes intriga de lo que ocurrirá, pero si disfrutas y vives el proceso.
¿Merece la pena?
Para aquellos a los que le guste el terror y las distopias,
no hay ninguna duda.
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