sábado, 20 de septiembre de 2014

La biblioteca


Los recuerdos son difíciles de controlar, los tienes almacenados en una inmensa biblioteca, todo catalogado por fecha de tal forma que lo más viejo, se pierde entre las estanterías a la espera de volver a ser encontrado antes de convertirse en polvo.

Recuerdo una frase, “Si de algo me arrepiento en esta vida es de no haber conocido a mi abuelo” Una frase que por suerte yo no podre decir ya que yo, si conocí al mío.

Acabo de leer un libro que  ha hecho acordarme de nuevo de estas palabras que hace tiempo que no oía. Este libro habla de una chica a la que una amiga encarga que visite a su abuelo por un tiempo indefinido en lo que ella está de viaje.

Un anciano tan común como cualquier otro te cuenta la historia de su vida dándote a conocer todos los vuelcos que esta  le ha dado, sus amistades ahora desaparecidas, sus familiares, la historia de nada menos que dos guerras, la civil y la mundial, todos sus sueños logrados o no, y cómo, de forma sorprendente, se había convertido en el hombre que era ahora, siempre en el sofá cuidado por una chica y con todos esos años encima esperando ya lo único que le queda por vivir.

El simple anciano al que aspiramos todos llegar a ser algún día, con toda una historia por detrás tan perra como ninguna que nadie espera tener, pero que a su vez nadie elige.

Elegimos nuestros actos, elegimos nuestros deseos y nuestros sueños, nuestras intenciones de futuro.

Pero la vida es la vida, y aunque un destino pleno como tal no aceptemos, un libro ya escrito del que no podemos borrar sus palabras, si hay que reconocer que no todo depende de nosotros, que existe algo parecido al destino cabrón que nos cambia las intenciones, para bien o para mal, eso da lo mismo, lo importante es saber asumirlo y vivir con ello.

Todos acabaremos siendo ancianos si dicho “destino” nos lo permite, todos acabaremos en ese sofá viendo pasar el tiempo con toda una vida a nuestras espaldas, los que tengan suerte serán abuelos y podrán compartir dicha biblioteca mental con sus hijos y nietos, porque al fin y al cabo la vida es eso, una historia por contar, una colección de tomos escritos por las intenciones y lo inesperado.

4 comentarios:

  1. De acuerdo con tu reflexiòn. De hecho se dice que un anciano que muere es como una biblioteca que arde...
    Asì es la vida, una historia por contar, como bien dices
    Un abrazo Rendan

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  2. Los abuelos nos recuerdan de dónde venimos y los hijos hacia dónde vamos. La vida se compone de momentos vividos y por vivir, contarla como epílogo de nuestra historia a nuestros descendientes si el caprichoso destino nos deja. Una muy buena reflexión, Rendan.
    Un abrazo, amigo.

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  3. Esto me trajo recuerdos no agradables, no conocí a mi abuelo paterno, pero si al materno y me marcó porque cuando su cabello empezaba a pintarse de gris, me rechazó y humilló por muchos años, le ofrecí tantas oportunidades...porque lo único que deseaba era tener un abuelo, pero bueno, no acepto mi oferta. Años después ya cuando no quería tener un abuelo, lo encontré por ahí y el quiso serlo, pero era muy tarde.
    Me encanta escuchar historia de los que han tenido la maravillosa oportunidad de gozar de sus abuelos, muy bonita reflexión... No quiero seguir pensando que solo la vejez ofrece arrepentimientos...Un abrazo Rendan Laveriz, siempre acertado!!!

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  4. Las vivencias de los abuelos enseñan tanto como el contenido de las bibliotecas, quizá. Quizá haya tiempo de vivir con la certeza de que se puede aceptar o rechazar cualquier destino, solo así se puede construir uno nuevo.

    Saludos.

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