El dolor de los reprimidos,
el sabor de la muerte,
el nicho.
El calor de una vida sin frenos,
la suerte y el juego
pareja de hecho.
Marcarse un objetivo,
una fuente que arde,
limita el desastre,
empiezas a darte
el valor que una vez
tuviste.
El dolor aun se siente,
para eso nunca es tarde,
aprender a vivir con él;
un arte
que canalizas a otra parte
para hacerte más fuerte y no caer,
en un pozo sin fondo.
ahhh compañero..hacía tiempo que no te leía en poesía, y me gustas mucho. Me encanta como arranca el poema,como se va deslizando hacia un soliloquio donde al final,renace la fuerza del ser humano,para no caer en ese pozo sin fondo.
ResponderEliminarEmana dolor, pero también esperanza. No conocía esta faceta tuya, amigo Rendan. Me gusta, felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte.