Para Oriol todo había sido
perfecto, esa última semana con Dakota no había sido más que la guinda de un
pastel que no podía saber mejor.
Día tras día había visto como
pasaban las horas bajo su mirada, habían disfrutado como nunca antes, había dicho
lo mucho que la quería en una pequeña terraza de una pequeña plaza,
en lo que ella le miraba con los ojos vidriosos y la sonrisa en la cara, nunca olvidaría
esa cara.
Se habían dicho que la distancia
no importaría, que los kilómetros que les iban a separar no serian más que una
pequeña piedra en el camino, nada de lo que preocuparse.
Fueron unos últimos días
perfectos, o al menos para Oriol, puesto que Dakota ya sabía de antemano que no habría más.
Dakota tenía dudas de aquella relación
desde antes de esos días, los ojos vidriosos de aquella noche de verano no eran
más que una muestra física de ello malinterpretada por él. No estaba conforme
con aquella relación pero se limitó a seguir el juego a una persona que no era
consciente de aquello.
Dakota ya no estaba dispuesta a
seguir con la relación, llevaba desde principio de verano con esas dudas, pero
tampoco estaba dispuesta a afrontar la realidad de cara.
Se despidieron en la estación de
tren con un largo beso. Él, creyendo que la volvería a ver después de haber
pasado los mejores días de su vida, ella, sabiendo la verdad desde mucho
antes de haber vivido no otra cosa que
una mentira en la que se lo había pasado bien.
Se cansó de la relación y decidió joderla antes que hablarlo como personas adultas.
Se cansó de la relación y decidió joderla antes que hablarlo como personas adultas.
Misma historia, distintas sensaciones. Qué pena que las ilusiones se quedaran en aquél andén.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Rendan.
La desilución deja un sabor amargo. Besos
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