martes, 2 de marzo de 2021

DIECINUEVE (Yelinas Club)

 


La he cagado. He sido engañado.

No sé qué hacer.

El otro día le hablé a Alex sobre el libro que había encontrado en la Pontificia, bueno, sobre el libro que me habían dado más bien.

Alex se mostró interesada desde un principio. Le dije que lo había dejado en la propia biblioteca, escondido detrás de más libros para que nadie lo encontrara. No había sido capaz de sacarlo de allí, demasiada vigilancia, siempre me tienen echado el ojo.

Esa misma noche me esperaba el chico de los guantes que me había estado ayudando. Resulta que pertenece a un grupo que está buscando lo mismo que Alex. La quieren a ella y quieren que yo se la entregue.

Han amenazado con hacerle daño a Jess si no sigo sus instrucciones.

¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer? ¡Jess no tiene nada que ver con todo esto! ¿No pueden dejarla simplemente en paz?

Había quedado con Alex para enseñarle el libro pero tras lo ocurrido llevo varios días evitándola.

Trataré de que no se acerquen a ella, mientras siga sirviéndoles en mi búsqueda no creo que me exijan lo contrario.

Me guste o no ahora trabajo para ellos.

I.C

 

El callejón del Yelinas estaba más tranquilo que de costumbre. No se oía ni un alma y las luces que normalmente ofrecían sus dos farolas estaban en ese momento apagadas.

David dudó de si entrar o no en aquella oscuridad. Le resultaba demasiado raro todo aquello. Temía que al hacerlo le atacaran por sorpresa, estaba claro que algo no iba bien.

Metió la mano en su bolsillo buscando su navaja. No tenía muy claro qué  podía hacer con ella pero aun así le tranquilizaba aquel tacto frio en sus manos. Dio unos pasos hacia adelante expectante de cualquier movimiento, cualquier sonido que le sirviera de aviso para salir corriendo.

Tras esos primeros pasos, le siguieron otros más. Parecía que estaba todo tranquilo. Sus ojos se hicieron a aquella oscuridad, al fondo pudo ver la puerta del club. No le sorprendió ver aquellas enormes puertas cerradas.

David no pudo evitar pensar que solo faltaban dos antorchas a ambos lados de la puerta para que aquella imagen pareciera la de la entrada a una mazmorra.

El suelo adoquinado estaba mojado fruto de la lluvia que de vez en cuando empezaba solo para parar minutos después. Podía oír sus pies chapotear a cada paso. Ya que había llegado hasta allí, comprobaría si el bar estaba cerrado.  Recordaba que en ocasiones cerraban las puertas cuando hacia frio.

Sacó las manos de los bolsillos, agarró los picaportes e intentó abrir sin resultado.

Miró el móvil, ya era tarde para volver a casa de sus padres a cenar por lo que decidió que lo mejor era dejar todo aquello por ese día. Se dio media vuelta en dirección al hotel.

Nada más dar cuatro pasos en la dirección por la que había venido, oyó cómo alguien abría a sus espaldas. David pudo ver cómo su sombra  crecía a lo largo del callejón según la luz del interior iba saliendo más y más por el hueco de las puertas al abrirse.

A su espalda empezaba a salir el ritmo de guitarra tan característico de la canción de Pneuma de The Tool.

-David, te estábamos esperando.  –oyó que le decía una voz conocida. Era la camarera del Yelinas la que le había abierto la puerta y le estaba invitando a entrar.

La siguió escaleras abajo sin decir nada. El interior se veía más grande de lo habitual debido a la ausencia de clientela. Todas las mesas estaban vacías, solo la que habían estado utilizando aquellos días, la que estaba al lado de la arista,  estaba ocupada por dos mujeres que en ningún momento  hubiera imaginado encontrarse juntas.

Allí estaban Alex e Irene mirándole fijamente, una sentada al lado de la otra. Una tercera silla estaba separada dando a entender que la camarera había estado sentada con ellas.

-Perdona pero acabo de reparar en que no se tu nombre.

-Adriana, puedes llamarme Adri. No te molestes en presentarte, ya sé quién eres, Susana me puso al día.

-¿Puedo saber que está ocurriendo aquí? ¿Ya os conocíais vosotras dos? –dijo refiriéndose a Alex e Irene.

-Créeme, para mí también ha sido una sorpresa. –Dijo Alex.

-Tenía curiosidad por saber quién era tu informante. A sí que decidí acercarme y presentarme en persona. Tengo que decir que me sorprendió encontrarme con una desaparecida, aunque luego recordé las historias que se cuentan sobre la no nacida que perteneció al otro bando. Tanto su tatuaje como Adriana responden por ella por lo que, por lo que a mí respecta, estamos bien.

-Estuviste a punto de pegarle un tiro en la cabeza. –Adriana parecía algo molesta.

-¿La sacas ahora o la sacas luego? –Irene parecía divertida. Alex sacó la mano de debajo de la mesa, apoyó encima una luger con la que había estado apuntando a su tía en todo momento. –si yo la hubiera disparado ella hubiera hecho lo mismo. Supongo que estamos en paz. ¿Puedes dejar de apuntarme ahora que me ha reconocido mi sobrino?

-Solo quería asegurarme. –dijo Alex tranquila guardándose el arma de nuevo.

-¿Por qué el Yelinas está cerrado?

-Siéntate, te serviré algo. –se fue detrás de la barra y sirvió cuatro vasos.

-Siempre he tenido curiosidad por saber qué significa el símbolo del Yelinas. –dijo Irene despreocupada quitándole hierro a todo el asunto. –Los dos rectángulos unidos en la esquina lo puedo llegar a entender, son las puertas enfrentadas unidas en la arista. Pero, ¿Y las letras?

David se fijó en el logotipo al que se refería su tía. Siempre lo había visto tanto detrás de la barra como en la puerta del local, muchas veces se había preguntado a qué hacían referencia aquellas letras. La M, H, T, S, V, se había convertido en el símbolo de aquel lugar, sin que nadie supiera realmente por qué. Al lado se situaban los dos rectángulos que Irene muy bien había descrito.

-Proviene del escudo familiar del primer gemelo de este punto de cruce. –dijo Adriana desde el otro lado de la barra aun sirviendo. Había dejado los vasos en reposo dejando que la espuma se asentara. –la idea es un poco la misma que la de Ubi Sunt aunque algo más desarrollada. Según este escudo la igualdad de las personas no se limita a su final, la Muerte, sino que es todo un proceso que comienza  desde el momento del nacimiento, la Vida.

M, H, T, S, V, es decir, Muerte, Heridas, Traición, Sangre, Vida.

La vida como el inicio del que todos somos testigos. La sangre como la continuidad, los años que estamos en este mundo y lo que dejamos atrás. Nuestras imperfecciones que hacen que seamos nosotros mismos. Traición como el dolor psicológico, heridas como el dolor físico, nadie escapa de ninguno de estos dos por muy poderoso que sea.

Por último la muerte como el final que, al igual que la ideología Ubi Sunt, nos hace a todos iguales no pudiendo huir de ella.

No se sabe nada de esta familia ni del primer gemelo. Solo  dejó este escudo del que se tiene constancia en varios puntos de la ciudad.

Cogió los cuatro vasos y se sentó con ellos en la silla que había quedado vacía.

-Bien, ahora que estamos todos podemos empezar. –Adriana llevaba la voz cantante en lo que el resto la miraban callados, pendientes de lo que dijera. –anoche, después de que dejarais el otro lado y cruzarais a este, ocurrieron una serie de sucesos que hicieron que las Susanas tomaran la decisión de cerrar el Yelinas. Los desaparecidos se hicieron con el patio de escuelas mayores, el archivo y la biblioteca Gabriel y Galán en un ataque coordinado.

-¿Bajas? –la voz de Irene cobró un tono de seriedad poco común en ella, había dejado a un lado la cerveza para apoyar los codos sobre la mesa.

-No lo tenemos claro, sabemos que tenían altos cargos de la policía de su lado que les ayudaron a cubrir su rastro, pero es de suponer que todos los funcionarios que estaban allí en ese momento fueron eliminados.

-¿Qué hay en esos lugares para ser tan importantes? –esta vez era David quien preguntaba.

Alex fue la que respondió.

-Son tres de los sitios donde se guardaban los atlas. En España solo se hicieron diez copias, tenemos constancia de que cuatro de ellas habían desaparecido ya en ese universo.  Madrid, Barcelona y Santiago son los tres tomos que quedaban hasta ahora junto con los de Salamanca. Supongo que son ahora los únicos que quedan.

-Desde entonces el Yelinas ha estado vigilado. Quieren poseer el único punto de cruce de Salamanca por todos los medios. Es por eso por lo que las Susanas han decidido esconderse, sin ellas simplemente no se pueden abrir las puertas.

-Pero entonces nosotros tampoco podremos cruzar.

-Trabajaremos desde este lado ya que es desde donde ellos más se han movido hasta el momento. Sin controlan también este lado el Yelinas estará perdido.

-¿Por qué Salamanca? ¿Por qué el Yelinas? Cualquier ciudad tiene más puntos de cruce que esta y es más fácil hacerse con ellos sin llamar tanto la atención. –Irene habló sin el tono de sarcasmo del que era habitual.

-Buscan la escalera de Penrose y no pararán hasta encontrarla. –Alex también estaba más seria que de costumbre. Sus ojos reflejaban un odio poco común en una persona.

-¿La escalera? –Adriana parecía sorprendida ante aquello. –pero si es solo un mito.

-Es más que un mito, y todo apunta a que está aquí, en algún lugar de Salamanca.

Silencio.

-Eso lo explica todo. Hemos recibido noticias de ataques en puntos de cruce de Zamora, Valladolid y Ávila. Los desaparecidos se han hecho con varios puntos de esas ciudades, es de prever que para tenerlos cerca de aquí.

-¿Qué hay de esos universos? Es imposible que podamos proteger todos al mismo tiempo. –Para David la noticia de Ávila fue un duro choque. Tenía planteado ir al día siguiente a cumplir con el mandato que le había dado Andrea esa misma tarde. El simple hecho de que el mismo punto de cruce que pensaba atravesar estuviera controlado por aquellas personas…

-Cada universo tiene sus propios no nacidos. Muy pocos deciden alejarse mucho por miedo a perderse y no poder volver a casa. Como he dicho, nosotros nos encargaremos de este lado. El asunto a resolver es por dónde empezamos. Ellos han comenzado ya a moverse, empieza a haber demasiadas desapariciones en esta ciudad.

No hay forma posible de que mantengan contacto con el otro lado estando el Yelinas cerrado y mientras las gemelas estén escondidas el punto de cruce estará protegido.

-La última vez que hablé con Iván, me dijo que había encontrado algo, una especie de libro de leyendas donde podía haber escrita una pista sobre la localización de la escalera, o al menos información importante. Nunca llegué a saber donde lo encontró ni qué hizo con él.

David en ese momento se acordó, abrió su mochila y sacó de ella el diario de Iván. A Alex se le abrieron los ojos.

-¿Eso es…? Me dijiste que lo habías perdido. Iván escribía todo en ese cuaderno.

-Y así fue, lo perdí pero me lo devolvieron. Aun no me ha dado tiempo a mirarlo pero, si es como tú dices, quizás haya algo importante en él. –estando allí frente a esas tres mujeres decidió que era el momento de contar todo lo ocurrido. Habló sobre Jaime, su lección de historia sobre la escalera, sobre cómo posteriormente se había encontrado aquel diario y la piel humana en el bolsillo junto con la nota, hasta les contó sobre la extraña situación que había tenido con la tatuadora.

Ellas atendieron en silencio. Era la primera vez que David era el que hablaba y el resto escuchaban, extrañamente sentaba demasiado bien aquella posición de tener el conocimiento por una vez.

Cuando acabó de contar esos últimos días, fue Irene la primera en hablar.

-¿Podemos verlo?

David sacó la toalla de la bolsa y la extendió sobre la mesa dejando la calavera del cuervo al descubierto.

-¿Sabéis lo que puede significar? Jaime tiene uno igual en el pecho. Andrea lo llamó el Munin.

-Ni idea, pero si Andrea dijo que era importante no somos quien para llevarle la contraria. Los tatuadores están siempre sabiendo cosas que nosotros no podemos ni entender –Irene cogió la piel para mirarla con más detenimiento y la volvió a dejar en su sitio –En cuanto a S.J… es un mito, una leyenda entre los no nacidos, no le he llegado a conocer en persona aunque no es de extrañar, muchos dicen que solo se queda en eso, una leyenda.

-Le llaman el vagabundo ya que es uno de los pocos que cruza sin miedo cualquier punto de cruce. Se dice que ha estado en tantos universos que es imposible que vuelva a su lugar natal. –Adriana estaba blanca, algo le preocupaba.

–Existe, ha estado aquí no hace mucho, pero no sé a dónde fue. Es alguien especial, sería bueno tenerlo en nuestro bando.

-Un momento, ¿Dices que S.J ha estado aquí? ¿Cuándo? –Alex parecía sorprendida.

-No es lo que importa, solo que puedo asegurar que existe. En cuanto al tatuaje estoy con Irene. No puedo aportar nada, pero si la tatuadora dice que es importante, es que lo es.

Pasaron un tiempo en silencio.

-Tengo algo. –Alex había estado ojeando el diario de Iván. –hay mucha morralla y muchas hojas con dibujos y garabatos sin importancia. Se ve que Iván realmente escribió muy poco pero por suerte fue suficiente. Según estas páginas, el libro que supuestamente encontró se lo debieron dar los desaparecidos con la intención de que les acercara a mí y les ayudara con la búsqueda.

Iván escondió el libro en la misma biblioteca donde lo recibió. Tenemos que ir a la Pontificia.

-Por lo que veo tenemos tres objetivos bastante claros a seguir. –Irene cogió el cuaderno y miró donde Alex le señalaba.

Tú, David, tienes que ir a Ávila. No tenemos claro que hayan tomado la catedral pero eso  ya no importa. Tienes que cruzar sea como sea para conseguir las tintas y poder hacerte el Munin. Alex te acompañará, por lo que tranquilo, no estarás solo.

En cuanto a mí, haré cuanto esté en mi mano para hacerme con las Leyendas de Helmántica. No podemos saber si seguirán allí donde las dejó Iván, pero si tienen información sobre la escalera merecerá la pena ir a comprobarlo. Dios, la escalera, soñaba con su existencia cuando era joven.

Desconocemos quién es Jaime realmente, pero es de suponer que si tenía este tatuaje y le llegaron a matar realmente en el otro lado, los desaparecidos ya se han hecho con él.

En cuanto a S.J… no podemos hacer nada por el momento. Solo él mismo, y tal vez Jaime, saben dónde realmente está.

-Yo me quedaré protegiendo el Yelinas, lo que menos queremos ahora mismo es que se hagan con este lugar. –Adriana recogió los vasos y los llevó al otro lado de la barra.

-¿Me puedo quedar con esto? Le preguntó Alex a David levantando el cuaderno. –Iván llegó a escribir poco, pero me gustaría estudiarlo detenidamente. –David asintió.

-Pues parece que tenemos un plan. –Irene se levantó, metió la mano en su bolso y le tendió lo que sacó a su sobrino. Era una beretta con silenciador. –pisamos terrenos de guerra sobrino, será mejor que estés preparado cuando el momento llegue. –dijo insistiendo en que la cogiera viendo que la rechazaba.

-No te preocupes, yo te daré unas nociones de cómo utilizarla de camino a Ávila. –dijo Alex ya de pie.

-No es eso lo que me preocupa, me niego a matar a alguien sea por los motivos que sean.

-Esperemos que estés equivocado sobrino. –Insistió en que la cogiera. Alex también se levantó dejando a David como el único que quedaba sentado.

Un momento, ¿Ya nos vamos?

-No hay tiempo que perder sobrino. Tomad también mi Chrysler, dame las llaves del tuyo y me encargaré de cargarle la batería.

David cogió la beretta, era más pesada y fría de lo que se imaginaba. Nunca había tenido un arma en sus manos, era bastante reacio a su uso. La metió en la mochila con miedo de que se disparara al tacto. Cogió las llaves y se las metió en el bolsillo.

-Llamad cuando lleguéis a Ávila, mantenednos informados en todo momento. –Le dio un abrazo a modo de despedida.

-Los gemelos de la catedral son un cura llamado Fabio. Preguntad por él, esperemos que no le haya ocurrido nada. Es un punto de cruce bastante desconocido, no aparece siquiera en el Atlas por lo que puede que tengamos suerte. –Adriana le dio otro abrazo y salieron por donde habían entrado. Abrieron las puertas, a sus espaldas la canción The pot de The Tool les daba la despedida.

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